Lula sufre en el Senado brasileño la mayor derrota en cinco años
La Cámara rechaza prorrogar un impuesto de más de 20.000 millones al año
La prensa brasileña fue unánime ayer al calificar como la mayor derrota política de Luiz Inácio Lula de Silva desde que asumió la presidencia, en 2003, el resultado de una reñida votación en el Senado que concluyó en la madrugada de ayer (hora local).
En ella, el Congreso rechazó la propuesta para prorrogar por dos años el impuesto llamado Contribución Provisional sobre los Movimientos Financieros (CPMF) —conocido como el impuesto al cheque— cuya vigencia concluía el próximo 31 de diciembre y que suponía el ingreso de 40.000 millones de reales (unos 22.472 millones de dólares) anuales en los cofres del Estado.
La votación se produjo tras siete tensas horas de debate y golpes de escena. El Gobierno de Lula, al que apoyan 13 partidos, tenía los votos suficientes para derrotar a la oposición y aprobar la prórroga, pero siete de los senadores de las bases del Gobierno se unieron a la oposición y se mantuvieron irreductibles, a pesar de las mil promesas y ofertas de todo tipo que llovieron sobre ellos.
Lula hizo de todo para salvar la continuidad de la CPMF. Movilizó a todo el Gobierno, presionó a los gobernadores de los partidos de la oposición para que presionaran a los senadores. Incluso llegó a pedir ayuda a la misma oposición.
La víspera de la votación visitó personalmente al gobernador de Brasilia, José Roberto Arruda, del opositor partido Demócratas (Dem), para que intercediera en su partido a favor del impuesto. Todo fue inútil.
Una de las críticas de la oposición —y también de la opinión pública— es que la recaudación de la CPMF, que originalmente, cuando fue creada en 1993, era un impuesto dedicado exclusivamente a financiar la sanidad, se había desvirtuado y el Gobierno la usaba para otros fines. Por eso, ya en la madrugada, cuando los senadores se disponían a votar, Lula intentó su último golpe de efecto: envió una carta firmada de su puño y letra en la que se compremetía a destinar de nuevo toda la recaudación de la CPMF a la sanidad. Tampoco surtió efecto.
"Ya era tarde"
Los partidos de la oposición, que ya habían hecho esa petición al Gobierno dos meses antes sin que fuera aceptada, respondieron que "ya era tarde" y decidieron someter la cuestión a votación. Al Gobierno sólo le faltaron cuatro votos para que la renovación del impuesto fuera aprobada.
En la polémica previa, Lula llegó a acusar a la oposición de estar en contra de los pobres, ya que dicho impuesto afecta especialmente a los ricos, y de ser irresponsables, dado que la supresión del impuesto va a dejar sin recursos tanto a la sanidad como a las obras sociales del Gobierno. La oposición, que manejaba estudios elaborados por grandes economistas, demostró en el debate la fasedad de estas premisas: dijo que el impuesto gravaba sobre todo a los más pobres y que lo que el Gobierno tenía que hacer era reducir gastos y presentar la tan esperada y siempre aplazada reforma fiscal en un país cuyo carga fiscal, una de las más altas del mundo, está rozando el 40%.
Según los analistas, lo más positivo de la derrota de Lula en el Congreso es que se ha demostrado que la oposición, que parecía aplastada por la alta popularidad del presidente, se ha revelado más fuerte de lo que parecía, incluso capaz de ganar batallas.
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