Panamá acomete la ampliación del Canal
Los barcos ya no son como el Titanic, saben en Panamá. El crucero trasatlántico de1912 no es más que una aproximación de los actuales buques de 50 metros de manga y 266 de eslora que a diario van de Japón y a Estados Unidos, o de Chile a Europa, cargados con hasta 12.000 contenedores. Barcos así esperan su turno en la producción de los astilleros del mundo, pero el Canal de Panamá solo tiene cabida para titanics y un poquito más. Es hora de ampliarlo.
Las obras de ampliación comienzan hoy, 65 años después de que Estados Unidos abandonara la idea de construir un tercer juego de esclusas al entrar en la II Guerra Mundial. El resquicio entre el Pacífico ha llegado en 2000 a manos absolutas de los panameños. Ha pasado un referendo nacional en 2006 y 943.150 barcos desde 1914. Pero muchos otros barcos no caben. Por eso hoy comienza la ampliación de la única vía acuática trascontinental del mundo.
La detonación de 15.000 kilos de dinamita en 150 metros de un cerro cercano a la ruta marcará hoy el punto de partida de la obra infraestrutural más grande que se desarrolla en América. La construcción del tercer juego de esclusas es la forma en que el Gobierno de Panamá pretende mantener aceitada una máquina de dinero que le depara la tercera parte de su producto interior bruto (PIB) y mucho orgullo. "Estamos diciendo al mundo que los panameños podemos manejar este proyecto", destacó la ingeniera Sixta de Rodríguez, portavoz de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).
Siete años después de haberse adjudicado el control total del Canal, tras 85 años de presencia estadounidense, el país más angosto del continente americano quiere dejar clara su capacidad para desarrollar un proyecto de 5.250 millones de dólares (unos 3.849 millones de euros), que se calcula que tardará 12 años en concluir. Importantes empresas abren sus ojos y se relamen con la posibilidad de participar en el proyecto, mientras el presidente, Martín Torrijos Espino, encabeza todo un movimiento de orgullo nacional inspirado en el recuerdo de su padre, el general Martín Torrijos, quien logró en 1977 que el entonces mandatario estadounidense, Jimmy Carter, aceptara comenzar un proceso para ceder la administración del Canal y la soberanía de los territorios adyacentes. El Tratado Torrijos-Carter cumple 30 años este viernes.
Miles de panameños han sido convocados al extremo del Canal en el Pacífico para presenciar lo que Torrijos ha calificado como "algo más que el despegue de una obra monumental, el futuro de las próximas generaciones", herederas de los 3,3 millones de panameños, de los cuales 1,3 millones son pobres y pocos se logran beneficiar de la prosperidad concentrada en Ciudad de Panamá, una Miami tropical que mezcla bajo su evidente herencia estadounidense rascacielos residenciales y centros comerciales con barrios pobres y vestigios de la colonia española.
Al acto de hoy asistirá Carter, a quien los nacionales ven casi como un benefactor de este país, cuya economía crece un 8% anual, empujada por el boom inmobiliario, los servicios bancarios y, por supuesto, la atención de los buques de recorridos interoceánicos, un negocio que en 2005 generó 489 millones de dólares (358,5 millones de euros), la octava parte de lo que las autoridades esperan ganar en 2025, según los argumentos que la ACP ha divulgado en charlas y folletos por todo el territorio.
Pocos repiten ya las críticas que lanzaban los opositores de la ampliación días antes del referendo de 2006, en el que el 78% de los panameños dijeron sí al proyecto. El Gobierno logró convencer de que el Estado no se endeudará más y ni siquiera avalará los créditos que contrate la ACP. "El tercer juego de esclusas es un proyecto autofinanciable y jurídicamente separado del financiamiento del gobierno nacional", insistió De Rodríguez, en relación con los 2.300 millones de dólares externos que se requerirán, a pesar de la confianza en la rentabilidad de los peajes y sus aumentos anuales del 3,5% durante 20 años.
Quienes objetaron la construcción del tercer brazo señalaban también que bastaba con mejorar la capacidad de las otras dos vías, pero diversas consultorías, mayoritariamente estadounidenses, han servido al Gobierno para señalar la necesidad de crear una línea nueva, apta para los grandes buques llamados pospanamax, cada vez más comunes en el trasiego de mercancías entre el noreste de Asia y la costa este estadounidense. Así esperan sacar ventaja sobre el Canal de Suez y la vía intermodal (que utiliza diversos medios de transporte) de Estados Unidos.
Los países cercanos también estudian cómo sacar provecho del impulso que daría el Canal ampliado, tanto por la fuerte demanda de servicios durante las obras como por la posibilidad de conectar sus puertos al negocio del paso interoceánico. Los presidentes de Colombia, Álvaro Uribe, de El Salvador, Elías Antonio Saca, y de Nicaragua, Daniel Ortega, asistirán hoy a la inauguración oficial de los trabajos, mientras Costa Rica enviará a Rodrigo Arias, ministro de la Presidencia y hermano del mandatario, Óscar Arias, quien se recupera de una lesión.
La UE, al tanto
La Unión Europea también sigue de cerca el proyecto de construcción de un tercer juego de esclusas en el Canal de Panamá, consciente de que podría aumentar su presencia en una zona de plusvalía y mejorar el punto de paso de mercancías que transa con países suramericanos del Pacífico, como Perú, Ecuador y Chile, cuyo acuerdo de asociación con la UE ha disparado el intercambio comercial.
El Banco Europeo de Inversiones (BEI), brazo financiero de la Unión, ha ofrecido un crédito blando por 500 millones de euros a la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) para las obras en las que la naviera danesa Maersk figura como uno de los tres principales usuarios, resaltó Tomás Abadía, hasta la semana pasada Encargado de Negocios de la UE para Panamá y Costa Rica.
Empresas europeas como Telefónica, Cable & Wireless, DHL y el banco HSBC, además de numerosas inmobiliarias españolas, se han hecho familiares en Panamá y se frotan las manos con el posible despegue económico que genere el Canal ampliado. Panamá está también en proceso de homologar criterios económicos y aduaneros para sumarse a otros cinco países centroamericanos, que comenzarán en octubre a negociar un acuerdo de asociación con la UE.
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