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Mueren 25 presos en una cárcel de Brasil, carbonizados por sus mismos compañeros rivales

La responsabilidad última de la tragedia se atribuye al hacinamiento de la cárcel

En la madrugada de hoy murieron carbonizados 25 presos en la cárcel pública de Ponte Nova, en el estado de Minas Gedrais, a 160 kilómetros de Belo Horizonte, la capital del estado. Los presos murieron cuando uno de los grupos que se disputan el liderazgo dentro de la cárcel pegó fuego a los colchones. Para impedir a la policía apagar el fuego, los presos responsables del incendio disparaban armas de fuego, según declaró el teniente coronel Gerardo Henrique Guimarães.

Las llamas se extendieron con gran rapidez y los 25 detenidos murieron carbonizados sin que se haya aún podido descubrir su identidad, dado el estado en que fueron encontrados. Los restos mortales de los mismos fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal de Belo Horizonte donde a través de análisis de ADN y a través de sus dentaduras, los médicos intentarán descubrir su identidad.

Según el gobierno de Minas, la responsabilidad última de la tragedia habría que atribuirla al estado en que los presos viven, hacinados en una cárcel construida para 80 detenidos y que alberga cerca de 200, uno de los problemas comunes a la mayoría de las cárceles del pais. Para suplir dicha deficiencia, el presidente de la República, Luis Inácio Lula da Silva, acaba de anunciar la construcción de 160 nuevas cárceles en todo el pais. De las cuatro cárceles de máxima seguridad, cuya construcción había sido anunciada durante el primer mandato de Lula, una sola está en función.

Ayer miércoles fue creada en el Parlamento una Comisión de Investigación sobre la dramática situación de las cárceles donde se instalan verdaderas cuadrillas criminales que realizan juicios sumarios de sus compañeros rivales, con ritos macabros, como quemar a las víctimas, decapitarlas, lanzando sus cabezas por las ventanas o descuartizándolas literalmente con facas de cocina.

Los miembros de la Comisión del Parlamento van a visitar cárcel por cárcel, para conocer la realidad de las mismas. Investigarán ese fenómeno de la creación de asociaciones criminales dentro de los penales, la corrupción que existe entre los responsables de las cárceles y los abogados de los presos, lo que permite que los detenidos puedan tener teléfonos móviles, armas y drogas, con la mayor facilidad y tranquilidad.

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