Daniel Ortega se niega a destruir un arsenal de misiles soviéticos
El desarme origina la primera polémica entre Managua y Washington
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y el Gobierno de Estados Unidos, a través de su Embajada en Managua, han protagonizado la primera controversia desde que el nuevo Ejecutivo nicaragüense asumió el poder, el pasado 10 de enero. La polémica tiene su origen en la negativa de Ortega a destruir el armamento antiaéreo que el Ejército del país tiene en su poder y que data de la época soviética.
El viernes pasado, Ortega aseguró categóricamente que sería “absurdo” que a Nicaragua se le pida que destruya sus misiles, porque son las únicas armas de defensa que posee su país, especialmente ahora que Honduras va a renovar su flota aérea.
El presidente hizo esta declaración después de que el Parlamento anunciara que iba a solicitar al Ejército un informe sobre el arsenal de misiles SAM-7 que posee para que proceda a su destrucción, según el programa previsto por el anterior Gobierno.
El predecesor de Ortega, Enrique Bolaños, destruyó varias decenas de lanzacohetes durante su gestión en respuesta a las presiones de Washington.
Ortega dijo, además, que Nicaragua no continuará desarmándose “mientras los países vecinos tengan Fuerzas Armadas más poderosas”. El Ejército nicaragüense tiene en su poder 1.051 misiles tierra-aire SAM-7, que le fueron entregados por la Unión Soviética en la década de los ochenta, cuando, en plena guerra contrarrevolucionaria, los contras eran financiados y entrenados por Washington.
Por su parte, la Embajada de Estados Unidos en Nicaragua negó el lunes en un comunicado que haya entregado aviones militares a Honduras. “Honduras, como país autónomo y soberano, no necesita aprobación de otro Gobierno para renovar su flota aérea. Adicionalmente, Estados Unidos no está entregando ninguna aeronave de guerra”, dice el texto hecho público. Agrega que Estados Unidos y Honduras “comparten una larga relación de cooperación entre sus fuerzas militares, principalmente para combatir el tráfico de drogas”, y recuerda que hace más de un año Honduras usó un fondo donado por EE UU para comprar ocho aviones conocidos como Storm Rally, pequeños aparatos que serán usados “para vigilancia aérea encaminada a detectar y desalentar las actividades de los narcotraficantes”.
Por otra parte, el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, aseguró que en su país “no hay Ejército” y que esta ausencia es uno de los mayores orgullos con que cuentan los costarricenses. Esta manifestación se produjo después de que Ortega afirmara que “tenemos Ejércitos por toda Centroamérica, incluyendo Costa Rica, que tiene una fuerza muy poderosa que le llaman Guardia Civil, con muchos recursos y mucho armamento”.
Arias explicó que Ortega “confundió la guardia civilista que existe en su país con los Ejércitos” de las restantes naciones del área. Además, enfatizó su deseo de que Centroamérica se convierta en la primera región desarmada del mundo, 20 años después de los acuerdos políticos pusieron fin a las guerras civiles en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
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