Matanza en una aldea en represalia por un atentado frustrado
148 personas murieron tras juicios sumarísimos por su presunta participación en un ataque contra Sadam Husein
Sadam Husein y dos de sus colaboradores han sido condenados a muerte hoy por la matanza de 148 chiíes en la aldea de Duyail. El juicio comenzó el 19 de octubre de 2005, y ha sido posible gracias al derrocamiento del ex dictador tras la invasión estadounidense de marzo de 2003. Pero los hechos se remontan al 7 de julio de 1982, cuando el Mercedes negro en el que viajaba el entonces presidente de Irak fue acribillado con ametralladoras.
El ex dictador volvía de una visita a las tropas iraquíes que combatían contra Irán en el norte del país (la guerra duró de 1980 a 1988). A 60 kilómetros de Bagdad, en una aldea de población mayoritariamente chií y que vivía de la agricultura, la caravana presidencial fue sorprendida por un grupo de personas que dispararon contra ella con ametralladoras. El blindaje de los vehículos salvó la vida de sus ocupantes. 11 guardaespaldas de Sadam Husein resultaron heridos en el tiroteo posterior.
La autoría del atentado fue reclamada por el partido chií Al Dawa, por entonces dispuesto a derrocar por la fuerza de las armas al régimen laico del ex presidente. Esta formación la dirige hoy en día el ex primer ministro Ibrahim Yafari, una de las principales figuras políticas de la transición. Fue la familia de éste la que ordenó el atentado desde Teherán, donde se había refugiado del ex dictador. Uno de sus miembros acababa de morir torturado en prisión.
Tras el atentado se produjo una oleada de arrestos en la aldea. 148 de sus habitantes —entre ellos, todos los miembros de la familia Yafari que no habían huido del país— fueron procesados en juicios sumarísimos y condenados a muerte, pese a que muchos eran tan solo adolescentes. Sadam Husein estampó su firma en las sentencias.
Además, la mayor parte de los campos de cultivo de la zona fueron arrasados. Miles de personas tuvieron que emigrar al sur del país, a zonas desérticas donde sólo podían malvivir. Durante el juicio, Sadam Husein ha afirmado que los chiíes ejecutados habían confesado su participación en el atentado.
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