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Menos fumigación y más control

La lucha antidrogas basada en la destrucción de cultivos ha fracasado". Lo dice Ricardo Vargas, experto en este tema y que constata una opinión cada día más generalizada.

Colombia utiliza la fumigación desde hace 20 años. De manera agresiva, desde 2000, con el inicio del Plan Colombia, financiado por Estados Unidos. Hasta finales del año pasado más de 4.000 millones de dólares se canalizaron a través de este programa que, con un ingrediente fuerte de fumigación, pretende acabar con los cultivos ilegales.

El año pasado se fumigaron 140.000 hectáreas y se erradicaron manualmente otras 31.000. A pesar de que han disminuido las áreas sembradas —en 2001 había 160.000 hectáreas de coca, hoy hay 80.000— el 80 % del total de la cocaína consumida en el mundo sigue saliendo de este país. Hasta el Gobierno reconoce que la productividad del cultivo se ha multiplicado: antes una hectárea daba tres o cuatro cosechas por año; hoy son cuatro o cinco.

Estos hechos, para muchos, reflejan claramente el fracaso de las políticas antidroga orquestadas desde EE UU. Además, la fumigación tiene otro efecto perverso: los cultivos se desplazan, generando un gran daño ecológico. Por cada hectárea sembrada se tumban 10 de bosque. La coca, en este país, es sinónimo de violencia: paras y guerrilla se financian de ella. Y esto lleva a que se confunda la lucha antinarcóticos con la lucha antiinsurgencia, lo que enreda el problema. "Deslindar las dos luchas es posible y necesario", afirma el analista Alfredo Rangel.

A diferencia de Bolivia y Perú, el consumo tradicional de coca en Colombia es marginal. En este país de 44 millones de habitantes, sólo uno es indígena. Ellos utilizan la hoja en sus ritos y en algunos casos, como lo hacen los paeses —habitantes del departamento del Cauca al sur del país—, comercializan un té y un refresco a base de coca.

Como Vargas, Rangel opina, que Colombia debería asumir la lucha antidrogas con visión propia: menos énfasis en la fumigación y más control sobre las entradas de insumos y salidas de cargamentos de cocaína. "Tendría un costo político, social y ecológico menor que el de la fumigación". Otros van más lejos. Señalan como única salida a este problema la legalización.

Pero las encuestas dicen que Álvaro Uribe será reelegido en mayo. Y entre sus planes no está un cambio en la política antigroga. Uribe es el mayor aliado de EE UU en un continente cada día más crítico y alejado de las directrices gringas.

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