La primera desmovilización masiva de las FARC
Vistiendo camisetas con la figura del Che Guevara estampada y con las caras cubiertas por pasamontañas, 24 guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entregaron la semana pasada sus armas al alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo. El acto se celebró el 16 de noviembre en la ciudad de Ibagué —150 kilómetros al sur de Bogotá— y fue presentado a la opinión pública como un hecho extraordinario: es la primera vez que se produce una entrega masiva de miembros de esta guerrilla, la más numerosa y antigua del país.
Con ellos, son ya 4.138 los miembros de las FARC que han dejado sus armas durante el mandato de Álvaro Uribe. Este año lo han hecho 933 combatientes. En el caso de Ibagué, los 24 desmovilizados formaban un frente guerrillero completo, el Norma Patricia Galeano. Los demás son casos de desmovilizaciones individuales.
La reinserción de miembros de grupos armados es uno de los ejes de la política llamada de Seguridad Democrática, bandera del Gobierno de Uribe. A través de distintos medios se invita a los combatientes de los grupos armados a reincorporarse a la vida civil y se les ofrece garantías de seguridad y oportunidades de educación y empleo.
En total, algo más de 17.000 personas han dejado las armas. De ellas, 10.000 son paramilitares, cuyas organizaciones negocian un proceso de paz con el Gobierno. El resto son combatientes que desertan de los grupos armados y se entregan a las autoridades de manera voluntaria.
La mayor crítica que se hace a este programa es que consiste más en una estrategia antiinsurgente que en un programa de retorno a la vida civil. Prueba de ello es que los desmovilizados individuales reciben recompensas económicas por la información que den sobre las actividades de los grupos a los que pertenecieron.
Dentro del grupo de las FARC que se entregó en Ibagué —un frente de milicias urbanas que actuaba en esta ciudad y en otros municipios vecinos desde l987— había dos mujeres. Estaba también Raúl Agudelo, comandante del frente, que fue detenido hace un año y cumple una condena por rebelión de cuatro años y seis meses. "Reconozco públicamente que causé daño y estoy arrepentido", dijo Agudelo, que salió de prisión con un permiso especial para asistir a este acto. Las autoridades informaron de que, desde su celda, Agudelo envió mensajes al comisionado dando a conocer la decisión de sus hombres de entregar las armas. "Tenemos que negociar y buscar una salida política negociada a este conflicto para acabar con el dolor de los secuestrados y sus familias", dijo también el hoy ex guerrillero.
No es la primera desmovilización masiva de guerrilleros. A comienzos de este año, un grupo de 32 combatientes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), segunda guerrilla del país, encabezados por el comandante Ramiro decidieron dejar el camino de la guerra. Ramiro, un hombre con apariencia de cura, ha repetido a la prensa que su decisión fue producto de una reflexión colectiva, tras la cual llegaron a la conclusión de la inutilidad de la vía armada para resolver los graves problemas de desigualdad que vive este país de 44 millones de habitantes.
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