Sadam Husein se sienta en el banquillo por el asesinato de 143 chiíes en 1982
El dictador iraquí se niega a dar su nombre y rechaza la legitimidad del tribunal
El dictador Sadam Husein, que gobernó Irak con mano de hierro durante más de 20 años, se ha sentado hoy en el banquillo de los acusados para responder de crímenes contra la humanidad. Casi dos años después de ser detenido en un agujero de Tikrit donde se escondía desde que, en abril de 2003 fuera despojado del poder por el ejército de EE UU, Sadam responde de su papel en una matanza cometida en julio de 1982, cuando ordenó la ejecución de 143 chiíes de la aldea de Al Dujail en venganza por un intento de asesinato sufrido allí.
Sadam y siete de sus colaboradores comparecen desde las 11 y media de la mañana (hora peninsular española) ante la sala primera del Tribunal Especial, establecido por las autoridades de ocupación en diciembre de 2003 e instalado, irónicamente, en una antigua sede del partido Baaz de Sadam, ahora incluido en la fortificada Zona Verde de Bagdad. Sadam, con traje negro, camisa abierta sin corbata y con un viejo ejemplar del Corán en la mano, se ha sentado, de frente al tribunal, a la cabeza de dos filas de asientos en los que están otros siete altos cargos de su régimen, también encausados.
Sus primeras palabras han sido de enfrentamiento con el presidente del tribunal, que le ha invitado a confirmar su identidad, a lo que se ha negado pese a la insistencia del juez. Puesto en pie, se ha negado a dar su nombre y ha rechazado la legitimidad del tribunal que le juzga. Su presidente, el juez kurdo Razgar Mohamed Amín, le ha requerido su identidad, a lo que él ha contestado: "Usted ya me conoce. Es iraquí y sabe quién soy". Luego, ha seguido: "No contestaré a esto que ustedes llaman tribunal. ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué son ustedes? La ocupación es ilegítima, mantengo mis derechos constitucionales como presidente de Irak".
No culpable
Tras el intercambio, el juez le ha informado: "Usted es Sadam Husein Al Majid, antiguo presidente de Irak". Sadam ha puntualizado, alzando el dedo índice: "Yo no he dicho antiguo presidente". Después, el juez ha leído que los cargos contra Sadam incluyen asesinato, tortura y expulsión forzosa, crímenes que podrían acarrear la pena de muerte, y ha informado a los acusados de sus derechos. A todo ello, Sadam se ha proclamado "no culpable". Finalmente, el juez ha decidido aplazar el juicio hasta el 28 de noviembre, algo menos de lo que pedía la defensa, que demandaba tres meses para poder estudiar la documentación del caso en profundidad.
Frente a los cinco jueces, el fiscal jefe presentará pruebas elaboradas por un equipo de instructores. Mientras, su defensa está a cargo de Jalil al Dulaimi, un bisoño abogado iraquí sin experiencia en casos criminales y menos aún en casos de crímenes contra la humanidad. Este es el primero de los juicios que afrontará el dictador, aunque no el único, ni mucho menos el más grave. El Tribunal Especial Iraquí ha indicado que se procede primero sobre esta acusación porque es el caso más fácil. Otras acusaciones, como una operación contra la minoría kurda en la que al parecer se mató a más de 180.000 personas, son mucho más complicadas y se encuentran aún en proceso de investigación.
El juicio está siendo retransmitido por la televisión iraquí, no sólo para poder ofrecer la imagen de Sadam en el banquillo, sino para insuflar moral a los iraquíes, sacudidos día tras día por la violencia terrorista.
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