Al menos 15 muertos, ocho de ellos civiles, en tres atentados en Irak

Una bomba camuflada en el arcén de una carretera de Yusifiya, al sur de Bagdad, ha errado hoy en su objetivo, un convoy militar estadounidense, y ha hecho explosión al paso de un grupo de civiles que viajaba en un microbús, matando a siete de ellos. Otro civil ha perdido la vida en Basora por el estallido de artefactos. En Tikrit, al norte de la capital iraquí, siete policías han fallecido en un atentado con coche bomba frente a un cuartel de la Guardia Nacional.

La explosión al paso de un microbús ocupado por civiles se ha producido cerca de la localidad de Yusifiya, ubicada en el denominado triángulo de la muerte, un área agrícola que se extiende entre la capital y las ciudades santas chiíes de Kerbala y Nayaf y es escenario frecuente de actos violentos.

Un portavoz policial ha explicado que la bomba, camuflada en el arcén de una carretera, erró en su objetivo y alcanzó a un grupo de civiles que viajaba en un microbús. El incidente no ha sido confirmado ni desmentido por el mando militar estadounidense en Bagdad.

También esta mañana, siete agentes de policía iraquíes han muerto y varios han resultado heridos en un atentado con coche bomba contra una comisaría en la ciudad de Tikrit, ciudad natal del derrocado Sadam Husein. El atentado fue perpetrado por un conductor suicida que hizo detonar su carga explosiva en el puesto de control que vigilaba el acceso al acuartelamiento, han explicado fuentes policiales iraquíes. La ciudad de Tikrit, a unos 250 kilómetros al norte de Bagdad, está ubicada en el denominado triángulo suní, corazón de la insurgencia en Irak.

La violencia ha sacudido, incluso, la relativamente tranquila ciudad meridional de Basora, la segunda más populosa del país y de mayoría chií. Al menos un iraquí ha perdido la vida y siete han resultado heridos al hacer explosión dos artefactos en dos áreas distintas de la localidad, han indicado fuentes policiales.

Crecen las dudas sobre la viabilidad de los comicios

La intensidad y la frecuencia casi diaria de los atentados que desde que comenzó 2005 se han cobrado la vida de más de un centenar de personas en Irak, entre civiles iraquíes, policías locales y fuerzas estadounidenses, ha multiplicado las dudas sobre la viabilidad de poder celebrar las elecciones en la fecha decidida. El objetivo declarado de los insurgentes es perturbar el proceso de transición, expulsar a las tropas estadounidenses e impedir las elecciones generales previstas para el 30 de enero.

Ante este clima de inseguridad y la amenaza de boicot lanzada por los principales grupos suníes, numerosas voces han redoblado en los últimos días sus llamamientos para que se aplace la consulta, considerada la piedra angular de la transición iraquí. Sin embargo, el Gobierno interino, respaldado por los Ejecutivos de Washington y Londres, se niega a posponer la votación e insiste en que todo estará preparado y la situación habrá mejorado para finales de mes.

El optimismo de los políticos no parece compartido por sectores del Ejército estadounidense en Irak, que han filtrado que parte del mando cree que en 18 de las 19 provincias iraquíes no existen aún las condiciones de seguridad mínimas y han advertido de que los ataques se multiplicarán en vísperas de la jornada electoral.