Un ex presidario de Abú Ghraib denuncia al Ejército de EE UU por torturas
El ciudadano sueco de origen iraquí asegura que, junto a otros compañeros, fue sodomizado con un palo por los soldados
El demandante, presentado únicamente por su nombre de pila, Saleh, acusa a los militares estadounidenses de "tortura y malos tratos" infligidos en septiembre de 2003, después de ser arrestado en Irak, ha precisado el bufete de abogados Melamed, Dailey y Akeel. Saleh, que en la actualidad reside en EEUU como su madre, era opositor al régimen del depuesto presidente iraquí, Sadam Husein, y permaneció encarcelado en Abú Ghraib entre 1980 y 1985, donde sufrió diversas torturas, según los letrados.
Tras recibir asilo político en Suecia en los 90, regresó a Irak después de la caída de Husein con unos ahorros de 79.000 dólares (66.000 euros) destinados a comprar una casa y a diversas inversiones. Sin embargo, a finales de septiembre pasado, continúan sus abogados, Saleh fue interrogado por soldados estadounidenses mientras circulaba por la calle y después, encarcelado en Nayaf (a 160 kilómetros al sur de Bagdad) durante una semana, antes de sertrasladado a Abú Ghraib a principios de octubre.
Vegaciones sexuales y malos tratos
Este ciudadano sueco sostiene que los soldados estadounidenses no quisieron reconocer su nacionalidad, que le ataron las manos detrás de la espalda y le cubrieron la cabeza con una capucha negra. Además, le confiscaron el dinero y su coche, un Mercedes. Según la demanda, Saleh se negó a firmar una declaración en la que admitía "estar en contra de Estados Unidos". A continuación, los soldados le obligaron a permanecer desnudo durante un largo periodo de horas. También recibió golpes, sobre todo con la ayuda de material eléctrico, y le impidieron dormirse con música atronadora. Le amenazaron con trasladado a la base estadounidense de Guantánamo (Cuba) donde EEUU retiene a alrededor de 600 presuntos terroristas ligados a Al Qaeda.
El texto de la demanda indica que Saleh y "doce prisioneros desnudos fueron atados juntos por sus genitales". "Un guardia riéndose tiró al suelo a uno de los detenidos" lo que provocó al resto un dolor físico, mental y emocional extremo, añade la demanda. Según el texto, a Saleh le obligaron a "eyacular en un tazón de plástico, y después vertieron el esperma sobre su cabeza y cuerpo". En otra ocasión, le acostaron desnudo encima de otro prisionero, de modo que su pene rozaba las nalgas del otro recluso. Ambos detenidos "lloraban (...) e imploraban el perdón de Dios", relata el texto que añade que después fueron regados con agua fría.
Las torturas continuaron y Saleh y otros prisioneros llegaron a ser sodomizados con un palo. El ciudadano sueco afirma que escuchó mientras estuvo detenido gritos de mujeres prisioneras que, según él, estaban siendo violadas. Saleh fue liberado el 23 de diciembre de 2003, momento en el que "un guardia valiente le dio su brazalete como prueba de su encarcelamiento y le dijo, a través de un intérprete, que fuera a Estados Unidos para decirle a todo el mundo lo que le había ocurrido" y le aconsejó que recurriera a la justicia.
Tras recibir asilo político en Suecia en los 90, regresó a Irak después de la caída de Husein con unos ahorros de 79.000 dólares (66.000 euros) destinados a comprar una casa y a diversas inversiones. Sin embargo, a finales de septiembre pasado, continúan sus abogados, Saleh fue interrogado por soldados estadounidenses mientras circulaba por la calle y después, encarcelado en Nayaf (a 160 kilómetros al sur de Bagdad) durante una semana, antes de sertrasladado a Abú Ghraib a principios de octubre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.