El 'Kursk' ve la luz tras una arriesgada operación de rescate
El Kremlin reflotará la proa, la parte más importante para conocer las causas del hundimiento, el próximo año
Un año, dos meses y nueve días después de que dos misteriosas explosiones en el compartimento de torpedos desgarraran el submarino nuclear ruso Kursk y causaran la muerte de los 118 miembros de su tripulación, el sumergible ha salido de nuevo a la superficie, remolcado por una barcaza gigante tras una costosa y arriesgada operación de rescate.
El siguiente paso será el más doloroso para la Armada rusa y para los familiares de las 118 víctimas. Se procederá a recuperar los cadáveres, se desmontará sus dos reactores y se intentará descubrir por qué naufragó aquel 12 de agosto de 2000.
El que fuera orgullo de la Flota Rusa del Norte ha quedado atracado al dique flotante PD-50 de Rosliakovo, en la península de Kola. Otras 24 horas serán necesarias para asegurar los amarres de las maromas a los cabrestantes antes de que nadie pueda subir a bordo, según ha dicho el portavoz de la Flota del Norte, Vladímir Navrotski.
Reflotado en primera instancia el pasado día 8 desde su tumba a 108 metros de profundidad en el mar de Barents, el submarino estuvo anclado una semana a sólo 300 metros del puerto a la espera de que se resolvieran los últimos problemas técnicos.
Fijado a la barcaza holandesa Giant-4 y a los pontones para garantizar su estabilidad y flotación, el Kursk tardó cuatro horas en recorrer esos últimos metros en aguas someras de la bahía Belokámennaya.
Rusia y dos empresas holandesas
A lo largo de la última semana, los especialistas rusos y de las dos empresas holandesas contratadas para el salvamento, Mammoet y Smit, lucharon contrarreloj para modificar los pontones y eliminar el lastre que impedía reflotar del todo el submarino.
Hasta 300 toneladas de peso adicional tuvieron que trasladarse al buque nodriza Mayo para permitir una flotación suficiente y evitar que encallara el Kursk, de 18.000 toneladas de desplazamiento.
El equipo internacional de rescate ha reanudado a primera hora de hoy el remolque del submarino hasta Rosliakovo, donde se realizarán las investigaciones para descubrir por qué naufragó, se retirarán los 22 misiles Granit a bordo y se inspeccionarán los reactores.
Posteriormente, el sumergible será trasladado a los astilleros de Snezhnogorsk para extraer el combustible nuclear, desmontar los dos reactores de 190 megawatios cada uno y ser desguazado.
Pero el presidente ruso Vladímir Putin, la Armada y la fiscalía general han dicho de que la primera operación en el dique será el rescate de cuantos cadáveres encuentren a bordo.
Los 118 tripulantes perecieron en la catástrofe, pero en una primera operación de rescate con buzos el año pasado se pudieron extraer doce cadáveres.
Al menos otros siete marinos, asignados al compartimento número uno de torpedos, quedaron en el fondo de mar al seccionarse la proa durante el salvamento para evitar riesgos de explosión.
La proa, que según ingenieros navales y de armamento ruso es la que encierra en realidad el secreto de la causa del hundimiento, se reflotará separadamente el próximo año, según el plan del Kremlin.
El fiscal general de Rusia, Vladímir Ustinov, y el comandante en jefe de la Armada, almirante Vladímir Kuroyédov, anunciaron que el lunes entrarán en el Kursk para iniciar las investigaciones.
Origen de la tragedia
La fiscalía abrió un expediente criminal por presunta negligencia tras conocerse el año pasado la trágica suerte del submarino, odisea que conmocionó al mundo por la tardanza de las autoridades rusas en reconocer el naufragio y lanzar una operación de socorro.
De acuerdo con las hipótesis barajadas por la Armada rusa desde el primer momento, el Kursk se hundió por el choque con un buque extranjero, por "una situación anómala" a bordo o por el impacto con una mina de la Segunda Guerra Mundial o de otro "objeto".
Un informe oficial de la comisión investigadora, encabezada por el viceprimer ministro Iliá Klebánov descartó el pasado diciembre otras once teorías, entre ellas un eventual atentado terrorista.
El Kremlin y la Armada siempre se inclinaron más por la hipótesis del "submarino extranjero", y aludieron sucesivamente a que tenía bandera británica o norteamericana.
Pero desde entonces han salido a la luz otros detalles en torno al posible impacto por error de un misil lanzado por el Pedro el Grande, buque-insignia durante las maniobras.
Con la expresión "situación anómala" a bordo, el informe oficial se refirió indirectamente a la explosión a bordo de un nuevo torpedo de última generación, que a su vez habría provocado la detonación de todo el arsenal en el primer compartimento.
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