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Reportaje:FUTURO

El rescate del submarino 'Kursk'

Empieza la etapa crítica de una arriesgada operación que pretende llevar el sumergible a tierra

Más de un año después de que dos misteriosas explosiones en el compartimento de torpedos desgarraran el submarino nuclear ruso Kursk y causaran la muerte de los 118 miembros de su tripulación, la nave de 154 metros de eslora ha permanecido en el fondo del mar de Barents. Desde barcos de guerra rusos que patrullan por encima del naufragio se han arrojado periódicamente al agua granadas de mano para ahuyentar a cualquier submarino extranjero interesado en conocer las armas, códigos o aparatos electrónicos del Kursk.

Desde hace más de un mes, una flota de barcos de salvamento de alta tecnología sustituye a los barcos de guerra. Si todo sale según lo previsto -y a pesar de los retrasos que ya se han producido por las dificultades técnicas- la gabarra elevadora holandesa Giant 4, amarrada a ocho puntos de anclaje, izará este mes al Kursk desde el fondo del mar utilizando 26 gatos hidráulicos controlados por ordenador en una operación que, de acuerdo con los que la han diseñado durará entre 12 y 16 horas.

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El salvamento del Kursk, uno de los más grandes y complicados que se hayan intentado, no está exento de riesgos. Se debe evitar activar los dos reactores nucleares gemelos o la explosión de los torpedos y de los 22 misiles supersónicos de crucero albergados aún en sus tubos de lanzamiento de 10 metros. Todos ellos llevan una ojiva con casi 500 kilogramos de explosivos de alta potencia.

Aunque se encuentra hundido en aguas relativamente poco profundas, de unos 100 metros, el hecho de ser muy moderno, pesado y de propulsión nuclear puede producir en caso de rotura en la maniobra de izado una dispersión del material radioactivo de sus reactores en el mar de Barents con consecuencias desastrosas para una de las zonas pesqueras mas productivas del Ártico.

'Esta es el mayor izada que jamás se haya hecho desde el fondo del mar', señala Malcom Dailey, británico, de 49 años, directivo de la empresa holandesa de elevaciones y transportes pesados Mammoet que dirige el rescate del Kursk, en asociación con la empresa Smit Tak International, también holandesa. 'Nuestra idea es arrancar el Kursk del fondo del mar. El submarino yace con un ángulo trimado de cinco grados y su proa está hundida en el fango de una consistencia parecida al chicle'. En el año que ha transcurrido desde el accidente, la proa del submarino se ha metido tres metros dentro del lodo.

Esta situación, según Dailey, es la que produce una mayor preocupación pues el efecto de ventosa entre el fango y el submarino, cuyo peso es de 17.000 toneladas, incrementa la fuerza necesaria para su izado en una cantidad indeterminada que podría motivar daños estructurales en el submarino durante el despegue del fondo. Hay que tener en cuenta que su estructura de cuadernas y mamparos debió sufrir daños cuando se produjo a bordo la segunda explosión que motivó el hundimiento, de una potencia equivalente a 5.000 kilogramos de TNT, con efectos similares a un sismo de magnitud 3,5 de la escala Richter.

La estrategia de Dailey consiste en disminuir o incluso anular la succión producida entre el fango y el submarino, para lo cual durante las tres o cuatro primeras horas de secuencia de la maniobra elevará un poco la popa para poder pasar un cable bajo el casco, arrastrado desde dos buques en superficie, que permita separar el Kursk del fango.

'Es para hacer un hueco y que haya agua entre el submarino y el suelo para que quiera subir y podamos reducir al mínimo la fuerza de despegue', dijo Dailey. Esta 'fuerza de despegue' es su pesadilla. En el peor de los casos, la gabarra podría tirar con miles de toneladas de fuerza del Kursk y conseguir que se despegara súbitamente del fondo, se alzara como un yo-yó hacia la gabarra, y luego volviera a caer dando un tremendo tirón que podría dañar o destruir el equipo de elevación.

Mammoet consiguió el contrato con la condición de izar el submarino este año; la empresa dijo que sólo el mal tiempo podría justificar el fracaso. La preparación para la izada del Kursk ha llevado meses; las próximas semanas tendrá que realizarse una compleja tarea de ingeniería o la amenaza de las tormentas árticas interrumpirá las operaciones hasta la próxima primavera.

'El buen tiempo es cosa rara en la región', dice Timur B. Amirov, el ingeniero que puso en servicio el Kursk en los astilleros de Severodvinsk en 1994. Trabajando a doble turno, los trabajadores de Severodvinsk construyeron este verano los dos pontones sumergibles que se deslizarán bajo los costados de babor y estribor del Giant 4 después de que haya alzado al Kursk. Esta flotación extra ayudará a transportar el submarino a un dique seco en Rosliakovo, a 240 kilómetros.

Buzos rusos y europeos, que han trabajado desde mediados de julio hasta finales de agosto, han perforado (con lanza de agua) 26 agujeros en el casco del Kursk para introducir los ganchos extensibles que se bajarán del Giant 4 y se insertarán en él. Los ingenieros estudiaron dos opciones para alzar el Kursk: grúas o gatos hidráulicos. Mammoet optó por los gatos, que pueden alzar una carga mayor. Los elementos de elevación son en realidad mazos de 54 cables de acero unidos a los ganchos que, una vez insertados dentro del submarino y por medio de una expansión hidráulica, se engancharán solos en las cuadernas para la elevación.

No se hizo ningún agujero en el sexto compartimento del submarino -donde se encuentran los dos rectores nucleares gemelos de 190 megavatios que siguen generando una pequeña cantidad de calor- porque los contenedores de los reactores están tan próximos al casco que no se podrían insertar los enormes ganchos sin dañarlos.

Se ha instalado un sistema de posición global (GPS) de una precisión de un metro en la proa y en la popa de la gabarra para ayudar a la tripulación a mantenerla exactamente encima del Kursk.

Cuando los buzos sujeten las 26 unidades de elevación al submarino, se montarán en el Kursk resonadores de eco y monitores de radiación para proporcionar una corriente de datos en tiempo real a los ordenadores que están a bordo del Mayo, el buque de apoyo que sirve de centro de mando del rescate.

Allí es donde estará Dailey, rodeado de una flota de barcos civiles de apoyo y de barcos de guerra rusos con la misión de responder a los numerosos problemas que puedan surgir.

Si Dailey puede sacar al Kursk del barro, los ingenieros de la gabarra comprobarán la carga en cada uno de los 26 ganchos para determinar el peso del sumbarino sin la proa. También intentarán localizar su centro de gravedad, un cálculo esencial para evitar tensiones que podrían hacer que el casco se partiera y para mantener el buque nivelado en su ascenso.

Cuando asciendan las aproximadamente 15.000 toneladas de acero y maquinaria, la gabarra seguirá afrontando olas de hasta tres metros de altura, pero los ganchos y el Kursk se mantendrán aislados del movimiento en la superficie del agua gracias a unos compensadores de oleaje, rellenos de nitrógeno líquido y controlados por ordenador.

Entre 12 y 16 horas

Cuando se ize el submarino, harán falta entre 12 y 16 horas para recorrer poco más de 100 metros desde el fondo del mar hasta una posición sumergida inmediatamente debajo del Giant 4. Su quilla ha sido modificada para que se adapte al contorno del Kursk, con entrantes recortados para recibir la torre y la aleta del submarino como si fuera un guante.

El Kursk se apretará con 2.000 toneladas de presión contra el Giant 4 durante el trayecto de 240 kilómetros hasta el puerto, donde el mar y la corriente crearán entre el submarino y la gabarra algunas de las fuerzas de 'martillo' más complejas y peligrosas mientras son remolcados a cuatro nudos.

Se han seleccionado dos rutas para esta arriesgada travesía. Una, en mar abierto, se recorrería en menos de dos días. La segunda, bordeando la costa y pasando por detrás de la isla de Kildin, podría llevar mucho más tiempo, si el Giant 4 tiene que evitar las tormentas y marejadas del mar Ártico.

El difícil corte de la proa

El corte de la proa del Kursk en el fondo del mar, operación imprescindible para izar el submarino, ha terminado, aunque hay que hacer todavía comprobaciones, ha anunciado la empresa de salvamento Mammoet. Esta sección destrozada de 20 metros de longitud, donde estaban instalados los torpedos, será rescatada el año que viene por la armada rusa y en ella se encuentran las claves del hundimiento del submarino. La zona dañada de la proa del submarino es tan grande y se ha asentado tanto fango en el primer compartimento que los ingenieros de Mammoet temían que se pudiera romper al izarlo o que se bamboleara y terminara por desestabilizar la nave. La difícil operación de corte se ha hecho con una sierra de cadena controlada desde la superficie, instalada entre dos grandes cilindros hidráulicos hincados en el fondo del mar, que le proporcionan el movimiento de vaivén y el de presión sobre el submarino necesarios para el corte. La sierra está formada por una sucesión de tubos recubiertos de material abrasivo y tuvo que ser llevada a tierra para modificarla después de que los técnicos observaran que estaba en peligro de romperse durante la operación. Estos días, los buzos preparan los agujeros hechos en el casco para instalar los cables para izarlo.

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