Los conservadores británicos eligen a partir de hoy a su nuevo líder con la UE de fondo
En los comicios del partido 'tory', que terminarán dentro de tres semanas, compiten el europeista Kenneth Clarke y el euroescéptico Iain Duncan Smith
En las elecciones previas, el centrista y europeísta Kenneth Clarke se impuso por 59 votos, seguido por el euroescéptico Duncan Smith, con 54. En esa ocasión, quedó eliminado de la carrera Michael Portillo, que obtuvo un voto menos que Duncan Smith. Antes ya había habido dos rondas previas en las que quedaron fuera sendos candidatos.
En esta ocasión, Clarke parte con la ventaja de haber recibido el respaldo de 60 grandes empresarios, que han firmado una carta publicada hoy en el Financial Times calificándolo como el mejor candidato para devolver a los conservadores al 10 de Downing Street.
De los cinco candidatos que empezaron la carrera, Clarke es el más popular entre el público, el más veterano (61 años), el que tiene más experiencia de gobierno y el más europeísta. Duncan Smith es todo lo contrario: apenas conocido hasta ahora para los británicos, es el más joven (47 años), no tiene ninguna experiencia de gobierno y es profundamente euroescéptico.
Duncan Smith cuenta sin embargo con el apoyo de William Hague, que ha avisado de que una victoria de Clarke dividiría al partido por el tema de la integración británico en la UE. Y es que parece que será éste el tema que decidirá los comicios.
Clarke, que ha sido ministro de Finanzas, del Interior, de Sanidad y de Educación, perdió las primarias conservadoras de 1997 para suceder al ex primer ministro John Major.
Desde entonces ha sabido guardar un discreto silencio pese a discrepar con los postulados cada vez más derechistas y antieuropeos de los conservadores bajo el mandato de Hague. Hoy, si no fuera partidario de integrar la libra en el euro, su triunfo en el voto directo de los 330.000 militantes conservadores sería indiscutible y probablemente abrumador.
Duncan Smith cuenta con el apoyo de los medios más ortodoxos del partido y de los más hostiles al euro. Pero su imagen inmovilista y ultraconservadora, que era buena para imponerse al errático Portillo, no lo es tanto para ganar al centrista Clarke.
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