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Thomas Piketty y Michael J. Sandel sobre las fronteras: ¿existe alguna buena razón para no tenerlas abiertas?

El economista francés y el filósofo estadounidense mantuvieron una conversación en la Escuela de Economía de París en 2024 sobre un tema central en la obra de ambos, la igualdad. Ahora esa charla se publica en forma de libro, del que ‘Ideas’ adelanta un extracto

Astral de la ONG Open Arms

Sandel: Permíteme que ponga a prueba tus principios socialistas internacionalistas con una pregunta sobre las fronteras. ¿Existe alguna buena razón de principios para no tener fronteras abiertas?

Piketty: (…) Ahora mismo, si una universidad francesa acepta a un estudiante de Noruega o de Alemania, este paga prácticamente cero. Pero si acepta a alumnos de Mali o de Bangladesh, estos tienen que desembolsar de cinco mil a diez mil euros cada uno. ¿Acaso no podemos hacerlo mejor? No estoy seguro. A mí me gustaría que hubiera una circulación más libre y mayores posibilidades para que los estudiantes vinieran aquí. Pero para ello haría falta algún tipo de régimen impositivo internacional que permitiera financiarlo. He dado un ejemplo o una respuesta concreta a una pregunta general, pero creo que ilustra el argumento general que quería exponer. Si planificamos lo bastante bien la financiación de los servicios públicos, ya sean universidades, hospitales, viviendas, transportes o infraestructuras, no veo que haya razón alguna para imponer restricciones fuertes a la libre circulación. Sé que esa es una condición muy grande. Pero lo que quiero decir es que, según mi visión democrática, federalista e internacionalista del socialismo, deberíamos alcanzar una situación muy cercana a la libre circulación y la plena apertura de las fronteras.

Sandel: ¿Significa eso que, en el momento actual, los países ricos tienen derecho a negar la entrada a migrantes de países pobres?

Piketty: ¿A qué te refieres con “derecho”? Yo pienso que todos tenemos derecho a imaginar un sistema mejor. Todos tenemos el deber de pensar en un mejor conjunto de instituciones. Por lo tanto, si lo que me preguntas es “¿Europa está ahora mismo lo bastante abierta al resto del mundo en flujos migratorios?”, mi respuesta es no. Nuestra estrategia actual consiste en decir: igual tendrán que morir 10.000 o 50.000 personas más en el Mediterráneo para conseguir que nadie más quiera cruzarlo. ¿Eso es lo mejor que se nos ocurre? ¿Acaso lo que estamos diciendo es que: “Hemos pensado mucho sobre este asunto y, tras dos mil años de civilización en la cuenca mediterránea, esta es la mejor solución que se nos ha ocurrido para regular los flujos humanos”? Si lo que me preguntas es si esta es la mejor solución, ya te digo que no, que no lo es. Nunca hemos sido tan ricos como lo somos hoy en día. Así que desde luego que podríamos hacerlo mucho mejor. Pero me parece que este es un ejemplo más de cómo se ha dado pie al discurso nativista. Al haber renunciado a una continuación ambiciosa del programa igualitarista que busca que los actores económicos más poderosos sean objeto de un control democrático y contribuyan a los bienes públicos que hay que financiar, se ha terminado difundiendo este otro discurso nativista que culpabiliza de nuestros problemas a los migrantes o a la supuesta apertura excesiva de las fronteras. La realidad es que la magnitud de ese flujo, comparada con los 500 millones de habitantes que viven en Europa, es relativamente pequeña.

Sandel: El motivo por el que te estoy insistiendo en esto, Thomas, tiene que ver con algo sobre lo que deberíamos hablar antes de terminar: me refiero al futuro de la izquierda. A mí me parece que uno de los puntos políticos más vulnerables de los partidos socialdemócratas es que han dejado que la derecha monopolice algunos de los sentimientos políticos más potentes, como el patriotismo, la comunidad y la pertenencia. La inmigración es un tema que nos obliga a hacernos preguntas sobre la significación moral de las fronteras nacionales e, implícitamente, sobre la de las naciones como comunidades de dependencia y responsabilidad mutuas. Mi sensación es que el futuro de una política de izquierdas dependerá de que se desarrollen respuestas más completas a ese tipo de interrogantes. Creo que es un error ceder el patriotismo a partidos de derechas. Me parece que los partidos socialdemócratas y progresistas deberían exponer su propia concepción del patriotismo y la pertenencia. Por ejemplo, cuando las empresas buscan paraísos fiscales para no pagar impuestos en los países donde venden sus productos y obtienen sus beneficios, ¿no podríamos describir tal conducta como un fracaso del patriotismo económico? ¿Acaso las empresas no tienen el deber patriótico de pagar impuestos y contribuir al bien común en el país que les permite prosperar? En todo caso, y yendo más allá de este ejemplo, ¿estás de acuerdo con el diagnóstico de que los partidos de la izquierda han tenido muchos problemas, sobre todo en décadas recientes, para expresar una ética de la pertenencia, la comunidad y la identidad compartida? ¿Qué ha sido del tradicional énfasis izquierdista en la solidaridad, el orgullo cívico y la obligación de unos para con los otros que tienen los ciudadanos? Un sano sentido del orgullo cívico puede ofrecer una alternativa a la xenofobia y al hipernacionalismo. ¿Y no resulta necesario también para sustentar la idea de ese Estado del bienestar más generoso que mantienen los socialdemócratas y los socialistas democráticos?

Thomas Piketty y Michael J. Sandel durante la charla que se publica en forma de libro.

Piketty: Si nos fijamos de verdad en las zonas concretas donde Trump o Le Pen están recibiendo un montón de votos, lo que mejor explica este apoyo electoral es la pérdida de empleos —en particular, la pérdida de puestos de trabajo industriales debida a la competencia comercial—, más que la afluencia de inmigrantes. Y me parece que es muy importante que nos demos cuenta de eso. Si tratamos de explicar por qué unos sitios votan más a Trump o a Le Pen atribuyéndolo a una variable como la llegada de inmigrantes o la proporción de personas de origen extranjero o extracomunitario en la población total, explicaremos muy poco.

Sandel: Pero la prominencia de la cuestión migratoria es muy alta en algunos sitios donde hay muy pocos inmigrantes. ¿Por qué ocurre eso?

Piketty: No digo que no haya sucesos observables que expliquen cosas. Lo que digo es que hay otro fenómeno observable que explica mucho, y este es la destrucción de empleos. Abordemos esta cuestión. Me preguntas por qué la izquierda no ha sabido responder. Pues porque no ha abordado las cuestiones del comercio y el empleo. No ganarán compitiendo con la derecha nacionalista en el terreno del discurso identitario o en el de la inmigración, porque la derecha nacionalista siempre será más convincente en ese frente. Lo importante, creo, es que abordemos lo que es realmente la cuestión central para los votantes.(…). Creo que cuestiones como la pérdida de empleos, el comercio, la competencia, el transporte o la vivienda son los temas concretos que han llevado a la sensación que esa gente tiene de abandono por parte tanto del centro-derecha como del centro-izquierda, mucho más que las cuestiones relacionadas con la identidad. Se puede ver que los políticos que han intentado competir con la derecha nacionalista agitando la bandera de la identidad —como Sarkozy o Zemmour, en el contexto francés— no consiguieron quedarse con estos votantes, que lo que en realidad demandan es un cambio en la manera en que la globalización y el sistema económicos están organizados. Resumiendo, creo que el problema de la izquierda es que no solo no ha cuestionado la forma en que se ha organizado la economía, sino que ha actuado como valedora de la evolución de esa forma de organización, como tú mismo has mostrado muy bien. He ahí un reto que todavía no se ha afrontado con la seriedad debida, porque la izquierda de hoy dice: “De acuerdo, pues firmemos acuerdos internacionales, acuerdos internacionales y más acuerdos internacionales”. Y si no consigue que se firmen, ¿qué hace? No hace nada en absoluto. Por eso, la acción unilateral a la que me he referido antes es tan importante. Mientras la izquierda diga “Vale, pero estamos esperando a que se produzca un acuerdo internacional sobre impuestos comunes, sobre impuestos al carbono y sobre todo lo demás”, lo que en esencia le estará diciendo a la ciudadanía es: “No hay nada que podamos hacer si los otros no se avienen a un acuerdo. Nada, salvo una única cosa. Solo hay una política económica que podamos aplicar, que es controlar nuestras fronteras por cuestiones migratorias y de identidad”. Si te pasas décadas diciéndole eso mismo a la población, si das a entender que eso es lo único que puedes controlar, no debería sorprenderte que el debate político termine girando casi al completo en torno al control de fronteras y la identidad. Creo que eso es una trampa, algo que debería evitarse a toda costa, porque, al final, conducirá a la victoria del bando nacionalista.

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