El empuje electoral del ultra Zemmour en Francia desestabiliza a la derecha histórica
Los Republicanos, el partido de Sarkozy, elegirán en diciembre a su candidato para las presidenciales de 2022, pero los sondeos los sitúan en cuarta posición
En el plató de la cadena de televisión LCI debatían el lunes cinco aspirantes de la derecha francesa a erigirse como candidato a las elecciones presidenciales del próximo abril. Pero el protagonista verdadero estaba ausente.
El espectro del ultra Éric Zemmour —el polemista sin partido ni experiencia electoral que por sorpresa se ha encaramado a la segunda posición en los sondeos— sobrevoló las discusiones entre los experimentados políticos que se disputan la nominación de Los Republicanos (LR), el partido del expresidente Nicolas Sarkozy y heredero del de Jacques Chirac. El nombre de Zemmour, aunque apenas salió en las dos horas y media de debate, condicionó buena parte de las intervenciones.
Cuando los moderadores preguntaron a los candidatos si suscribían la teoría conspiracionista de la gran sustitución, que Zemmour promueve y según la cual la población de raíz europea está siendo sustituida en Europa por una población africana y árabe, la mayoría repudió la expresión. Pero no el diagnóstico de fondo: prometieron que, con ellos en el Elíseo, el reemplazo de la población no se producirá.
“Yo no usaría esta palabra: lo importante es la realidad”, respondió Michel Barnier, exnegociador del Brexit en nombre de la Unión Europea y candidato del ala moderada. “A veces”, precisó, “los franceses tienen la sensación de no estar en su casa”. “Detesto esta expresión porque da la impresión que todo está jodido”, apuntó otra moderada, Valérie Pécresse, presidenta de la región de París. “Pero creo que la inmigración incontrolada y una integración fallida disloca una nación”. “No sucederá porque ganaremos la elección presidencial y pondremos fin al laxismo inmigratorio”, garantizó Xavier Bertrand, también adscrito al sector pragmático y presidente de Altos de Francia, la región norteña de Lille y Calais.
Varios candidatos aseguraron que, en cuanto lleguen al poder, organizarán un referéndum sobre la inmigración. Y anticiparon que limitarán el derecho de las musulmanas a llevar velo en Francia.
No son ideas exclusivas de Zemmour, un candidato condenado por incitación a la discriminación racial y religiosa que desborda por la derecha a la extrema derecha histórica de Marine Le Pen y que, sin embargo, atrae a votantes de la derecha tradicional de LR. Pero con Zemmour en campaña —aunque no haya oficializado su candidatura— estas ideas se han asentado en el centro de los debates.
Hay cinco aspirantes de LR, de los que destacan Barnier, Bertrand y Pécresse. Barnier se perfila como el favorito de los militantes, que son quienes elegirán al nominado en una votación —las llamadas primarias internas— y un congreso entre 1 y el 4 de diciembre. Pero Bertrand, más conocido en Francia y con un discurso más rodado, obtiene mejor resultado en los sondeos ante los candidatos de los otros partidos.
No es que los resultados de Bertrand sean brillantes. Un sondeo reciente del instituto Ifop le otorga un 13% de votos. Quedaría cuarto. Por detrás de Le Pen, que saca un 16%. Y de Zemmour, con un 17%. Y del actual presidente, el centrista Emmanuel Macron, con un 25%. Macron es el favorito claro para salir reelegido en la segunda vuelta, se enfrente a quien se enfrente.
El problema de LR es que, incluso con su candidato más popular, lo tendría difícil para acceder a la segunda vuelta, a la que se clasifican los dos candidatos más votados. Otro problema es la inconstancia de Bertrand: tras la victoria de Macron en 2017 abandonó LR, después dijo que él concurría por libre sin competir con otros políticos de su viejo partido, y al final se ha visto obligado a volver a militar para poder participar en las primarias internas. Un tercer problema es la indefinición ideológica de un partido atrapado entre Macron, que con políticas de centroderecha ha captado a muchos moderados de LR, y Zemmour, que atrae a los sectores más tradicionalistas y reaccionarios de LR. En la ecuación hay que añadir a Le Pen, embarcada en una pelea feroz con Zemmour por el liderazgo de la extrema derecha.
“La Francia que elige a Bertrand es la Francia de la derecha más clásica, pero Bertrand no lograr ir más allá”, analiza Frédéric Dabi, director general de opinión en el Ifop. “La Francia de Le Pen es el electorado joven, sin diploma y procedente de las categorías populares”, continúa. Y añade: “Zemmour capta la derecha tradicional, un electorado mayor, que cree en el declive de Francia y la gran sustitución, y desconfía tanto de Le Pen como de Bertrand, pero también capta a una derecha más popular. Por eso creo que no se hundirá: está entre ambos [Le Pen y LR], es un voto-guion”.
El “voto-guion” del que habla Dabi es el voto que conecta, como un guion, a la derecha tradicional con el Reagrupamiento Nacional (RN) de Le Pen. La síntesis, por la vía de los hechos más que de las decisiones de los partidos, revienta el cordón sanitario que durante años aisló a Le Pen. El esfuerzo de Bertrand, Barnier y Pécresse consiste en preservar este cordón sanitario y en contener la fuga de votos hacia Zemmour.
Los sondeos, a medio año para las elecciones, detectan un cambio de fondo en Francia. Sumados, los candidatos de la extrema derecha —Zemmour y Le Pen— superan el 30% de los votos, un tercio del electorado. Ninguna otra opción ideológica puede exhibir estos números en la Francia de 2021.
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