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la casa de enfrente
Columna
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El Oscar para Karla Sofía Gascón, por favor

Ojalá en 2025 gane ella y se acuerde de insultar a los gazatíes. Si ella lo hace, el mundo sí responderá

Karla Sofía Gascón Premios Oscar
La actriz Karla Sofía Gascón en el estreno de 'Emilia Pérez' durante el 72º Festival Internacional de Cine de San Sebastián en el Teatro Victoria Eugenia el 20 de septiembre de 2024 en San SebastiánCarlos Álvarez (Getty Images)
Nuria Labari

Yo lo que no entiendo es qué están haciendo Mel Gibson, Sylvester Stallone y Jon ­Voight, los emisarios de Trump en Hollywood, por defender a Karla Sofía. Lo digo porque supongo que estos hombres, igual que el flamante presidente de EE UU, deben de estar enamorados de la verborrea racista que desplegó en X, la red social de la ultraderecha norteamericana. Me parece poco coherente que en un momento en que el racismo ha dejado de esconderse en EE UU —te dan 1.000 dólares por cada persona migrante indocumentada que señales— se consienta esta cancelación. ¿Por qué los racistas no han salido en defensa de Karla?

Creo que la respuesta está en que el discurso de la ultraderecha de Trump necesita del contrapeso de una industria biempensante, dedicada a envolver la miseria en buenas palabras y vestidos carísimos. Me refiero a que en un país abiertamente racista, uno donde su presidente aseguró que las personas migrantes se comían a las mascotas de los norteamericanos, el mismo país cuyo presidente acaba de proponer una limpieza étnica en Gaza ante la comunidad internacional sin consecuencias visibles ni previsibles, en ese país digo (y en el mundo entero) la gente se escandalizaría si le dieran un Oscar a Karla Sofía Gascón porque, por lo visto, es lo más lejos que somos capaces de llegar como sociedad, al escándalo estético.

Sé que es muy difícil, pero por el bien de la humanidad, sueño con que Karla Sofía gane el Oscar y que tenga el valor de ofrecer, por el bien de todos, un discurso abiertamente racista al recogerlo. Que diga, por ejemplo, “EE UU se hará cargo de la Franja de Gaza y haremos un trabajo con ella también. Seremos sus dueños”. Que diga estas palabras que ya ha dicho Trump (y ante las que la comunidad internacional se ha puesto de perfil) y que celebre el destierro de casi dos millones de gazatíes con su estatuilla dorada en la mano. Sería perfecto si se refiere al pueblo palestino como “moros”, como en sus viejos tuits, y que recupere algunas de sus frases más comentadas, como esa de que “el mayor atraso de derechos está en el islamismo”. Lo digo porque a lo mejor, si lo dice una actriz galardonada, el mundo sí reacciona, la izquierda sí reacciona. Porque el presidente de EE UU ya lo ha dicho y nada sucede, nadie se mueve del sitio.

Lo malo es que Trump y su pandilla no pueden echarle una mano, saben que necesitan la propaganda de Hollywood para seguir adelante. El discurso de Trump ha dividido el mundo entre la bondadosa izquierda cobarde incapaz de afrontar los hechos y un discurso político valiente y de acción. Él defiende que los ricos sigan siendo cada vez más ricos, que se eche a los de Gaza de su tierra —como ya venía sucediendo pero sin tapujos—, aplaude la limpieza étnica y el racismo en todas sus manifestaciones… Pero necesita (y lo sabe) el contrapeso de un discurso político estético que defienda a las minorías por su bien, la igualdad de los desfavorecidos y la paz en el mundo mientras la política del mal pasa a la acción con impunidad.

En 2021 Karla Sofía comentó la gala de los Oscar diciendo: “No sabía si estaba viendo un festival afrocoreano, una manifestación Black Lives Matter o el 8-M”. Ojalá en 2025 gane el Oscar. Y si así fuera, no dejes de ser racista, querida Karla. Acuérdate de insultar a los gazatíes. Si tú lo haces, el mundo sí responderá.

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Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.
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