Que el mundo entero conozca a Marc Giró
Siempre me ha dado vergüenza lo que pudiera pensar de España un extranjero al ver nuestra tele. Hasta ahora
Una de las cosas que hago siempre que viajo a un país extranjero es ver la tele del país que visito para saber dónde estoy, qué clase de sociedad hay al otro lado. Y también para entender de dónde vengo. Veo la tele en idiomas que no entiendo y descifro qué clase de país tengo delante, porque los cuerpos, las caras y los ritmos también cuentan cosas. Pues bien, siempre que practicaba este ejercicio, deseaba que ningún extranjero hiciera lo mismo al llegar a España. Que no pusieran la tele, por favor. Me daba vergüenza lo que iban a encontrar. Hasta ahora. De repente quiero que todo el mundo nos mire, que descubran en La revuelta a Amaia cantando Tengo un pensamiento o a Noah Higón explicando cómo sobrevivir a siete enfermedades raras gracias a la sanidad pública. Y desde hace una semana sueño con que el mundo entero nos mire los martes, porque así conocerá a Marc Giró.
A Giró le conoce menos gente que a David Broncano, en el mundo y en España. Muchos aún no han visto el Late xou, que hasta hace poco se emitía en la tele catalana y después en La 2, donde hacía un 4% de audiencia. Un programa que veían pocos, pero que ha ido generando un sentimiento tan positivo en las redes (los nuevos audímetros de la relevancia televisiva) que el presidente de RTVE, José Pablo López, informó en X de la feliz noticia. “Tanto lo habéis pedido que llega Marc Giró y su Late xou a La 1″. Y yo, que soy de las que lo pedía, estoy feliz, porque toda España sabrá no solo quién es Marc Giró sino también quiénes somos los españoles a quienes representa esta nueva televisión. Aunque reconozco que no es fácil descifrar la identidad de Giró dado que él mismo tiene dudas. “Fíjate que a veces se me olvida que soy catalán y también se me olvida que soy español”, explicaba en uno de sus monólogos. “Y también se me olvida que soy mariquita, aunque a veces voy por la calle y me lo recuerdan al pasar. ¡Maricón! Qué bien te viene a veces un buen insulto para recordar quién eres”. Lo que sí tiene claro Giró es cómo le gustaría que fuera España, un país con ciencia y poesía, como recordó en el centenario del poeta valenciano Vicent Andrés Estellés. Aunque, como decía, no hace falta entender los monólogos, canciones o entrevistas para descifrar lo que se está contando. Quienes aún no lo conozcan, pueden ver el Late xou muteado y entenderán, entre hombres que bailan, motos de alta cilindrada, plumas rosas y la imagen de Nadal y Federer escalando una montaña, que la televisión pública ha decidido dejar de funcionar en un mundo donde el entretenimiento es el mismo que hace 50 años.
Desde la llegada de La revuelta a La 1, se ha hablado mucho del éxito de sentar a los jóvenes frente al televisor y muy poco del de acompañar a audiencias mayores en un presente del que forman parte. Lo de pensar que existe una España vieja y otra joven es edadista y conservador. Y como es conservador, difundir una clase de televisión que dé la espalda al presente derechiza a la población y envejece las audiencias, no solo porque los jóvenes no empaticen con el contenido, sino porque hace sentirse a los más mayores fuera de un presente que les pertenece. “A mí me molestan los que dicen que se acabó la fiesta”, asegura Giró. “¿Y qué nos vas a poner, a recoger los vasos?”. Nada de eso. La fiesta, por fin, está a punto de empezar.
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