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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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La resistencia contra Trump no ha desaparecido

Los movimientos sociales estadounidenses no se quedarán callados ante el racismo, la xenofobia y el machismo

Soledad Gallego-Díaz
Donald Trump
Nicolás aznárez

La estruendosa presencia de Elon Musk, el hombre más rico del mundo, propietario de una de las más poderosas redes de comunicación y de múltiples empresas, ha provocado posiblemente más rechazo y ha alertado a más personas en Estados Unidos y en todo el mundo que la propia llegada de Donald Trump para un segundo mandato en la Casa Blanca. “Elon Musk es poderoso, es peligroso y es un aburrimiento increíble. Vamos a tener que pedirles responsabilidades, a él y a otros de sus bros tecnológicos, porque Donald Trump ciertamente no lo va a hacer”.

Quien así habla no es un político de izquierda, sino el líder del pequeño, y en su día influyente, Partido Liberal británico, Ed Davey, el heredero del “viejo gran hombre”, Gladstone. Davey coincide en buena parte con el discurso de un socialdemócrata, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez que pidió esta semana en el Foro de Davos medidas contra plataformas “que han dado lugar a una enorme concentración de poder y riqueza en manos de unos pocos, a costa de nuestra cohesión social, nuestra salud mental y nuestras democracias”. No será fácil, dijo Sánchez, porque son personas que no juegan con las mismas reglas: “Pero tenemos razón, somos más y lo hemos hecho antes”.

La aparente abulia con la que los propios estadounidenses contrarios a Trump han recibido sus primeras órdenes ejecutivas ha despertado inquietud en medio mundo. Al fin y al cabo, Donald Trump ganó sólo por 77 millones de votos, frente a los 75 millones de Kamala Harris. Es cierto que en esta ocasión no se ha organizado, por ejemplo, una gran marcha de mujeres como la que recorrió Washington a los pocos días de la primera etapa de Trump, pero todavía es muy pronto para pensar que este segundo mandato, rodeado además de personalidades como Musk o el estrafalario Robert Kennedy, no va a encontrar pronto un movimiento de resistencia en el propio Estados Unidos.

“Hay esperanza en la forma en que tantos estadounidenses han encontrado un lugar en sus propias vidas para defender con fuerza los derechos civiles y la sociedad civil contra el autoritarismo y su arma principal, el miedo”, escribió en 2024 el representante demócrata de Maryland, Jamie Raskin, un profesor de Derecho Constitucional, que daba ya casi por segura la victoria de Trump y prologaba un libro titulado Cómo los autócratas buscan el poder: resistencia a Trump y al trumpismo.

Es poco probable que todos los movimientos de resistencia que nacieron en el primer mandato de Trump y en los últimos años vayan a desaparecer. En Estados Unidos existe una formidable cantidad de movimientos sociales, activistas políticos, ciudadanos comprometidos en sus comunidades, que forman parte del American soul (alma americana) y que difícilmente van a dejar de hacer oír su voz. Una parte de quienes rodean a Donald Trump en la Casa Blanca son racistas declarados y prácticamente todos ellos firmes partidarios de revivir la fuerza del machismo. ¿Permanecerá callado el movimiento Black Lives Matter? ¿Desaparecerá Mee Too? Si algo representó el movimiento Ocuppy Wall Street fue su rechazo a las megafortunas y a la sistemática evasión fiscal del sector más rico de la sociedad. Centenares de abogados estadounidenses se ofrecieron gratuitamente en su momento para ayudar a los inmigrantes en riesgo de expulsión. Es posible que muchos movimientos evangélicos (las confesiones religiosas con mayor número de seguidores en Estados Unidos) apoyen a Trump, pero, por muy minoritarios que sean los episcopalianos, el sermón de su obispa en Washington dejó clara cuál será la posición de las Iglesias más tradicionales: ni católicos, ni protestantes anglicanos o presbiterianos apoyarán muchas de sus decisiones.

Es de resaltar que el movimiento de resistencia en la música surgió ya en el mandato anterior, cuando muchos cantantes de todos los géneros se negaron públicamente a que Trump utilizara sus canciones en actos públicos. Incluso el grupo británico Gorillaz, que llevaba seis años sin sacar un video musical, revivió entonces lanzando su famosa Hallelujah Money, contra la influencia corruptora del poder o el dinero que rodeaba al nuevo presidente. En esta nueva campaña electoral se ha ampliado el número de músicos que han amenazado con denuncias judiciales si Trump utilizaba sus canciones, y ya no procede fundamentalmente del folk o el rock and roll sino de cantantes como Celine Dion. Aun así, imposible olvidar la canción de U2: “You are rock and roll. You and I are rock and roll. Came here looking for American soul”.

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