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Ensayos de persuasión
Columna
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Los tres tipos de capitalismo político

Tras el orden político del ‘New Deal’ llegó la etapa neoliberal, que ahora está siendo derogada

Bolsa de Nueva York en 1907
La Bolsa de Nueva York en noviembre de 1907.Circa Images (GHI/ Universal History Archive/ Universal Images Group/ Getty Images) (Universal History Archive/Univer)
Joaquín Estefanía

Hace tiempo que ya no existe confrontación ideológica entre el capitalismo y otros sistemas políticos, por extinción de los últimos. Las batallas culturales se centran en el seno del primero, en sus distintas modalidades. Ello es lo que ocurre entre la práctica política del Gobierno de coalición en España y el esquema de programa que ha anunciado Núñez Feijóo para gobernar en el caso de que gane las elecciones. La primera, más semejante al capitalismo renano o a la socialdemocracia; el segundo, al capitalismo liberal.

No es nada nuevo. A finales del siglo pasado dos economistas, el francés Michel Albert y el americano Lester Thurow, desarrollaron en sendos libros los conceptos de “capitalismo renano” y “capitalismo americano”, el primero centrado en Europa, el segundo más anglosajón. Todavía no había aparecido, en toda su potencia, el capitalismo chino. Albert habló de una lucha entre ambos, en los siguientes términos: será una guerra subterránea, violenta, pero amortiguada e hipócrita, como lo son, en una iglesia, todas las guerras entre bastidores, una guerra entre hermanos enemigos, armados de dos modelos surgidos del mismo sistema, portadores de dos lógicas antagónicas del capitalismo, en el seno del mismo liberalismo. Y quizá de dos sistemas de valores opuestos sobre el lugar del hombre en la empresa, el lugar del mercado en la sociedad y del papel del orden legal en la economía internacional.

Ante la crisis desconcertante que padece el planeta, esta dicotomía ha sido actualizada por el profesor emérito de la Universidad de Cambridge Gary Gerstle, que distingue entre tres tipos de capitalismo, el último de los cuales todavía no dispone de un nombre que lo diferencie, pero en el que el neoliberalismo se hallaba ya en proceso de descomposición cuando la pandemia del año 2020 le dio el golpe de gracia. El primero es el orden político nacido del new deal, de Franklin Delano Roosevelt, que se fundamentó en la convicción de que el capitalismo, abandonado a su suerte, conducía al desastre económico; tenía que gestionarlo un Estado fuerte, capaz de gobernar el sistema económico en el interés público. Este new deal, en sentido amplio, surgió en las décadas de los treinta y cuarenta del siglo pasado, alcanzó la cima en los cincuenta y sesenta y cayó en la de los años setenta. Volvió como reacción a las consecuencias de la covid.

Tras él llegó el orden neoliberal, la creencia en que las fuerzas del mercado debían desembarazarse de los controles reglamentarios del Gobierno que obstaculizaban el crecimiento, la innovación y la libertad. Se fraguó en las décadas de los setenta y ochenta, se coronó en los noventa y 2000 y se derrumbó en la primera década del siglo XXI, con la Gran Recesión. En ese tiempo, los arquitectos del orden neoliberal se dispusieron a desmantelar (el concepto de moda, como se ve en la España de hoy mismo, es el de “derogar”) todo lo que el orden del new deal había construido en 40 años de existencia. Si el atractivo de las políticas neoliberales hubiera estado restringido a los filósofos y a los partidarios de Reagan y Thatcher, no hubiera tenido tanta repercusión y sus excesos se hubieran liquidado antes de lo que se hizo; pero el neoliberalismo desbordó esos límites políticos y permeó también el terreno de la izquierda, con una constelación de personajes a los que se denominó “tercera vía”. Y ahora, ese orden también está siendo derogado (Auge y caída del orden neoliberal, Península).

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A veces, la ficción refleja mejor que el ensayo lo que acontece. En los párrafos anteriores falta por citar otro actor esencial: Rusia. La estupenda novela El mago del Kremlin (Giuliano da Empoli, Seix Barral) desarrolla el heterodoxo concepto de capitalismo ruso a través de las privatizaciones empresariales masivas de los años noventa. Aquí no aparece el capitalismo tipo Succession, sino otro incompatible con el renano o el americano. Recuerda su autor que antes de la decadencia del sueño americano o del europeo tuvo lugar el hundimiento del sueño soviético.

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