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Ensayos de persuasión
Columna
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El bucle desigualdad y polarización

Las inequidades conducen, en algunos casos, a un giro del espectro político hacia la derecha

Una fábrica de balones en la provincia china de Jiangsu el pasado 29 de noviembre.
Una fábrica de balones en la provincia china de Jiangsu el pasado 29 de noviembre.XU CONGJUN (Future Publishing via Getty Imag)
Joaquín Estefanía

Cuanto más elevadas son las desigualdades, más se polariza la vida política, y más difícil es reducirlas. Este es el bucle. Con los aumentos de la desigualdad los ciudadanos ricos tienen cada vez menos razones objetivas para incentivar las políticas dirigidas a combatirla (porque, por ejemplo, pagarían más impuestos), lo que lleva a un desplazamiento hacia la derecha del espectro político. Asimismo, la polarización del debate genera un bloqueo de la vida política, dado que cuanto más aumenta aquella, menos leyes se consiguen aprobar o más difícil es la existencia de gobiernos de coalición.

Las desigualdades hacen sufrir a la eficacia de la economía y a la calidad de la democracia. Su alza se debe en gran parte a las decisiones sobre las políticas públicas (disminución de la progresividad fiscal, debilitamiento de la protección de los asalariados, liberalización financiera, etcétera). A esas políticas se pueden oponer otras, como recientemente está ocurriendo: no existen las fatalidades irrevocables en esta materia.

El despliegue de las inequidades constituye un problema objetivo. Hasta hace poco la agenda internacional sólo recogía la erradicación de la pobreza y ahora la desigualdad figura de modo transversal en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, lo que es un síntoma de cambio de paradigma. Entre los últimos informes que se han elaborado de ese desequilibrio social están el Informe mundial sobre salarios 2022-2023, de la Organización Mundial del Trabajo (sobre la erosión de los ingresos reales a causa de la inflación), el Informe sobre la desigualdad 2022, de la Fundación Alternativas (sobre los efectos de la covid) o el muy interesante libro del profesor de Sciences Po Lucas Chancel, acerca de la vinculación entre las desigualdades económicas y las ambientales: tanto en el Norte como en el Sur, los pobres están más expuestos a los riesgos y son más vulnerables a los daños producidos, mientras los más ricos son los principales causantes de la destrucción del medio ambiente (Desigualdades insostenibles, editorial Catarata y Fuhem).

De estos estudios se deducen unas características comunes que rigen hoy en la mayor parte del planeta:

1) Después de la Gran Recesión, la pandemia del coronavirus, la pequeña recuperación posterior y la guerra de Ucrania, las desigualdades de renta están aumentando en (casi) todos los países. Ello es así, sobre todo, por la explosión de las rentas altas.

2) Declive de la riqueza pública y explosión de la riqueza privada.

3) Mayores desigualdades en el patrimonio que en los ingresos. De lo que se posee, no de lo que se gana.

4) Las élites económicas y los grupos organizados que representan los intereses del mundo empresarial ejercen una influencia clara sobre las políticas públicas, mientras que los ciudadanos de a pie a duras penas consiguen ejercer influencia. Es la explicación más clara de aquella frase tan repetida de Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo, cuando declaró a The New York Times: “Es evidente que hay una guerra de clases, pero es mi clase, la clase rica, quien la encabeza, y estamos venciendo”.

5) La reducción de la tasa de sindicación explica un 40% del aumento de la proporción de la renta en manos del 10% más rico, según datos aportados por el profesor Chacel, que, a su vez, es el autor principal del World Inequality Report 2022.

6) Dos grandes vectores tiran en dirección contraria. Por una parte, la reducción de la desigualdad entre los países ricos y los países emergentes: el nivel de vida de un trabajador medio chino se va acercando progresivamente al de un trabajador americano (la “curva del elefante”), lo que va reduciendo la desigualdad mundial entre los individuos. Por la otra, la evaluación de la desigualdad económica dentro de los países va en aumento para la mayor parte de la población mundial. El resultado de esta tensión es que, a pesar de que los países emergentes van alcanzando poco a poco a los países ricos, la proporción de renta mundial en manos del 1% más rico ha crecido. Este es el mapa.

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