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ENSAYOS DE PERSUASIÓN
Columna
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Éramos tan jóvenes

Este año se cumplen cuatro décadas de la llegada de los socialistas a La Moncloa

Simpatizantes del PSOE celebran en las calles de Madrid la victoria electoral de Felipe González, el 28 de octubre de 1982.
Simpatizantes del PSOE celebran en las calles de Madrid la victoria electoral de Felipe González, el 28 de octubre de 1982.Jacques Pavlovsky (Sygma via Getty Images)
Joaquín Estefanía

En el mes que hoy comienza, hace cuatro décadas, España entró en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de la mano del presidente Leopoldo Calvo Sotelo. En aquellos días ya se palpaba con nitidez en los sondeos y en las calles el ambiente de cambio político profundo que se concretaría seis meses después en unas elecciones generales adelantadas: el PSOE las ganaría por la mayor mayoría absoluta conocida hasta ahora (202 diputados y el 48,11% de los votos). Fue la primera vez en la historia en la que los socialistas gobernaron el país en solitario, pues durante la Segunda República lo hubieron de hacer siempre en coalición con otras formaciones.

Ello sucedió solo 20 meses después del intento de golpe de Estado del teniente coronel Tejero, y apenas siete años más tarde de la muerte de Franco. Parte de la prensa internacional recibió a Felipe González y a su equipo con los calificativos de “jóvenes nacionalistas”, pues más que aplicar un programa socialista en sentido estricto, lo que pretendían era hacer de España un país moderno. “Se trataba de devolver a España la confianza en las instituciones democráticas, hacer que estas funcionasen”, resume José Antonio Griñán en ese extraordinario libro de memorias titulado Cuando ya nada se espera (Galaxia Gutenberg, 2022).

Además de evitar la intervención del Fondo Monetario Internacional y corregir el rumbo de la economía, en muy mala situación —estancamiento, inflación del 14% anual, tasa de paro del 17%…— y con la salida diaria hacia el exterior de millones de dólares de las reservas de divisas, los socialistas llegaron a La Moncloa con tres grandes ideas-fuerza: la normalización democrática (acabar con los golpes de Estado militares que habían asolado al país en los dos últimos siglos) y la supremacía del poder civil sobre el poder militar; la normalización exterior, sacando a España del agujero en el que se encontraba y haciéndola ingresar en la Comunidad Europea; y la normalización social, construyendo un Estado de bienestar universal. Los ciudadanos españoles querían de Europa no solo las libertades democráticas, sino su bienestar económico.

Ello suponía revalidar el trabajo puesto en marcha ocho años antes en el congreso del PSOE de Suresnes, emplazado el partido socialista a la mayor empresa que se había encomendado desde su fundación en 1879. Javier Solana, uno de los “jóvenes nacionalistas”, lo resumió de este modo: “Al PSOE le ha correspondido la tarea histórica de constituirse en elemento vertebrador de fuerzas sociales que protagonice la transformación de nuestro país en una sociedad libre, tolerante, estable, avanzada, que enlace con los mejores momentos de la historia de España”. En el libro citado, Griñán opina que había algo del Juan Negrín de 1938 en las palabras de Solana: no se apelaba al protagonismo de una clase social o a una tarea de construcción del socialismo, sino a la transformación de España en una sociedad avanzada, tal como reza el preámbulo de la Constitución.

Al margen de la emergencia económica, las primeras decisiones del Gabinete de Felipe González son muy significativas: una ley de interrupción voluntaria del embarazo, la jornada laboral de 40 horas semanales y los criterios básicos de la defensa nacional, buscando la autonomía de la política respecto al Ejército. Las dos grandes leyes en las que se trabajará desde el principio fueron la del derecho a la educación (la educación había estado en manos de la Iglesia católica durante la mayor parte de la historia) y la ley general de sanidad, que marcarán los contenidos del citado Estado de bienestar.

A cada uno corresponde decidir en qué medida lo consiguieron y qué es lo que se dejaron por el camino de aquel programa y aquellas intenciones (como por ejemplo la promesa de crear 800.000 puestos de trabajo en la legislatura). La primera etapa socialista en el Gobierno de España duró 14 años y durante ese periodo acabó la Transición, sea cual sea el criterio que se utilice para medirla. Después llegaron José María Aznar y el PP, y se comenzó a hablar de “segunda transición”.

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