El movimiento Black Lives Matter nació de un mensaje de Facebook de esta mujer
La activista Alicia Garz cofundó el grupo que ejerce de conciencia antirracista de Estados Unidos
Antes de George Floyd, antes de Breonna Taylor, antes de otros cientos de afroamericanos muertos a tiros de la policía en Estados Unidos, estuvo un adolescente de 17 años llamado Trayvon Martin. En febrero de 2012, un vigilante de seguridad llamado George Zimmerman lo mató solo porque sospechaba de él. Al año siguiente fue absuelto. En medio de la indignación nacional, tres mujeres decidieron que era el momento de organizar un movimiento que denunciara este tipo de impunidad de los crímenes contra afroamericanos. Se llamaban Patrisse Cullors, Opal Tometi y Alicia Garza. La organización se llamó Black Lives Matter (BLM), las vidas negras importan.
La frase en cuestión surgió de un mensaje de Facebook de Alicia Garza que se titulaba “Una carta de amor a los negros”. El texto decía: “No merecemos que nos maten con impunidad. Necesitamos querernos a nosotros mismos y luchar por un mundo donde las vidas negras importen. Gentes negras, os quiero. Nos quiero. Importamos. Nuestras vidas importan”. Su amiga Patrisse Cullors lo dejó en tres palabras y las juntó en un hashtag. Tometi compró un dominio web con esas palabras. Al año siguiente, cuando surgieron las protestas de Ferguson (Missouri) por la muerte del adolescente Michael Brown a manos de un policía, el eslogan explotó. Desde entonces, esas tres palabras han crecido con cada episodio de violencia racial en Estados Unidos. No hay una etiqueta de redes sociales más conocida que #BlackLivesMatter, quizá con la que agrupa denuncias de acoso y abuso sexual, #MeToo. Cuando la indignación se ha convertido en revuelta popular, como en Ferguson o en Minneapolis, ha sido el grito de la calle. En el verano de 2020, ha sido el grito de todo un país.
Con solo 12 años, ya se movilizó para que hubiera contraceptivos en su instituto
Cuando escribió aquel mensaje, Garza (Oakland, California, 39 años) era una activista que trabajaba con la National Domestic Workers Alliance, una asociación que defiende los derechos de las trabajadoras domésticas. Creció como Alicia Schwartz en las afueras de San Francisco con una madre afroamericana y un padrastro judío que tenía una tienda de antigüedades, según contó a The New Yorker en 2016. Era una de las pocas residentes negras de Tiburón, un rico suburbio del norte de San Francisco. Aunque sus padres no estaban involucrados en política, asegura que se convirtió en activista con solo 12 años, cuando se movilizó para que hubiera contraceptivos en su instituto. Estudió Antropología y Sociología en la Universidad de California en San Diego. Se casó en 2008 con Malachi Garza, un activista trans.
A raíz de las protestas de Ferguson, Black Lives Matter se convirtió en un movimiento nacional. Ya hay más de 40 organizaciones locales que se coordinan para llevar las protestas a la calle. Garza figura ahora como directora de una nueva organización, Black Futures Lab, dedicada a incrementar el poder político de los negros norteamericanos y a través de la cual se desarrollan proyectos como un censo de la población negra en Estados Unidos.
“Black Lives Matter es tan sencillo, y al mismo tiempo es tan complejo...”, reflexionaba Garza este verano en una entrevista con National Geographic, con el país sumido en una ola de protestas raciales de una intensidad y extensión desconocidas hasta ahora. “Es una afirmación muy directa de un problema, y una solución a la vez. Aquí estamos, siete años después, y creo que ha quedado claro que parte de la incomodidad con esta declaración es que te obliga a elegir de qué lado estás. No puedes decir que algunas vidas negras importan, o que importan a medias, o que importan a veces. La frase te pregunta: ¿crees que las vidas de los negros importan? Y si crees que sí, ¿es ese el mundo en el que vivimos? Y si no, ¿qué vamos a hacer para llegar hasta allí?”.
Siete años después de aquel mensaje en Facebook convertido en hashtag multitudinario, Garza es una de las voces más conocidas del activismo por los derechos civiles en Estados Unidos. Ella y las otras cofundadoras de BLM han sido elegidas entre las cien mujeres del año de la revista Time, y este mes Garza va a publicar un libro con sus reflexiones titulado The Purpose of Power: How to Build a Movement for the 21st Century (para qué sirve el poder: cómo construir un movimiento del siglo XXI). Su cuenta de Twitter es un termómetro de las reacciones de la izquierda a la disparatada presidencia de Donald Trump, que ha incendiado la división racial en Estados Unidos.
Como casi todos los líderes sociales de Estados Unidos, Garza se ha implicado en la campaña electoral y participa en el grupo Supermajority, creado para fomentar el voto entre las mujeres. Ella utiliza su altavoz en redes (250.000 seguidores en Instagram, 150.000 en Twitter) para apoyar la candidatura de Joe Biden, aunque deja claro que viene del mundo del activismo social y que la postura del candidato demócrata acerca de temas raciales le resulta muy insuficiente. Así lo tuiteó durante el debate presidencial: “La campaña de Biden nunca va a ganar con un mensaje de ley y orden. Esta es una gran oportunidad perdida para denunciar la violencia supremacista blanca”. Sin embargo, al final del debate añadió: “En cualquier caso, cuando votes en noviembre, la pregunta clave en la papeleta es: ¿guerra civil, sí o no?”.
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