No todo se puede confinar
Los independentistas han identificado a Cataluña con los catalanes, olvidando que a veces son ideas diferentes
Joaquim Torra reclamó el 13 de marzo confinar a Cataluña, propuesta que luego sería mimetizada por otros para sus respectivos lugares. Confinar Murcia, confinar Igualada...
Pero un territorio no puede irse de sí mismo, siempre estará confinado... por sus propios confines.
El Diccionario académico define así “confinar”: “Recluir algo o a alguien dentro de límites”. Y Cataluña no podrá salir de los suyos, salvo que demos por bueno el imposible físico de que deje su lugar en el noreste de la Península y se vaya a otro sitio.
“Confinar” se aplica a personas, no a territorios. Y lo mismo ocurre en catalán con el uso transitivo que aquí nos concierne: “Confinar. Tancar (algú) dins d’un espai limitat”. Del mismo modo, confinament es la acción de “confinar-se en un lloc” (en un lugar), el “aïllament del qui està confinat”. (Diccionario de Pompeu Fabra).
Tal vez esta reciente conversión semántica venga de un problema de lenguaje que se ha anclado en las cabezas de los dirigentes independentistas, quienes han identificado a Cataluña con los catalanes olvidando que no siempre son lo mismo.
Esa identificación les ha convenido por la trampa que supone, al presentar a Cataluña como un granítico nombre colectivo.
Los nombres colectivos son los que designan en singular “un conjunto homogéneo de cosas, animales o personas”. La clave está en “homogéneo”. Podemos decir “el coro interpretó cinco obras”, porque sus 40 voces actuaron de manera conjunta. No sería veraz, en cambio, la afirmación de que “el coro está contento con los salarios” si ha protestado por sus retribuciones un 49% de sus integrantes.
Esos trucos de lenguaje se aprecian por ejemplo cuando se habla del catalán como “la lengua propia de Cataluña”.
¿Cuál es la lengua propia de los catalanes? ¿Cuál es la lengua propia de Joan Manuel Serrat, de Eduardo Mendoza, de Carles Francino, de Gemma Nierga, de Rosalía, de Miguel Poveda, de Joan Margarit, de Pere Gimferrer? Ellos y casi todos sus paisanos disponen de dos lenguas propias (al margen de las preferencias emocionales de cada cual), y sin embargo Cataluña sólo tiene una: el catalán. Qué distinta, entonces, Cataluña de los catalanes.
Algo parecido ocurre con la idea de que “Cataluña paga más impuestos que Extremadura”, por ejemplo. Cataluña no paga impuestos: lo hacen los catalanes. Como la fiscalidad en cualquier sistema democrático es progresiva, pagan más los ricos que los pobres. Por tanto, pagan más de media los catalanes que los extremeños, igual que los madrileños de La Moraleja pagan más que los de Vallecas.
Eso tiene su reverso, claro, en que los extremeños compran a los catalanes más productos y servicios que los catalanes a los extremeños; lo que se puede extrapolar al resto de España. Cuando se invoca la balanza fiscal hay que mirar también la balanza comercial.
En definitiva, la petición de Torra de “confinar Cataluña” formaba parte de esa ideación general de los suyos que consiste en hablar de una abstracción política y administrativa como si fuera un individuo.
Si acaso, Torra pudo haber pedido que se prohibiese entrar y salir de Cataluña, que se cerrase o bloquease Cataluña como espacio geográfico. Algo extemporáneo, por otro lado, porque en aquel momento el virus ya se había instalado en Cataluña, y poco se iba a lograr cerrando aeropuertos y estaciones. La acción preventiva debía desarrollarse en sus confines y encabezada por él, para afrontar así un problema que, como tantos otros, estaba dentro y no fuera.
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