_
_
_
_
ideas | la punta de la lengua
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

No todo se puede confinar

Los independentistas han identificado a Cataluña con los catalanes, olvidando que a veces son ideas diferentes

Álex Grijelmo
Controles de acceso y salida de los Mossos d'Esquadra en las inmediaciones de Igualada.
Controles de acceso y salida de los Mossos d'Esquadra en las inmediaciones de Igualada.MASSIMILIANO MINOCRI

Joaquim Torra reclamó el 13 de marzo confinar a Cataluña, propuesta que luego sería mimetizada por otros para sus respectivos lugares. Confinar Murcia, confinar Igualada...

Pero un territorio no puede irse de sí mismo, siempre estará confinado... por sus propios confines.

El Diccionario académico define así “confinar”: “Recluir algo o a alguien dentro de límites”. Y Cataluña no podrá salir de los suyos, salvo que demos por bueno el imposible físico de que deje su lugar en el noreste de la Península y se vaya a otro sitio.

“Confinar” se aplica a personas, no a territorios. Y lo mismo ocurre en catalán con el uso transitivo que aquí nos concierne: “Confinar. Tancar (algú) dins d’un espai limitat”. Del mismo modo, confinament es la acción de “confinar-se en un lloc” (en un lugar), el “aïllament del qui està confinat”. (Diccionario de Pompeu Fabra).

Tal vez esta reciente conversión semántica venga de un problema de lenguaje que se ha anclado en las cabezas de los dirigentes independentistas, quienes han identificado a Cataluña con los catalanes olvidando que no siempre son lo mismo.

Esa identificación les ha convenido por la trampa que supone, al presentar a Cataluña como un granítico nombre colectivo.

Los nombres colectivos son los que designan en singular “un conjunto homogéneo de cosas, animales o personas”. La clave está en “homogéneo”. Podemos decir “el coro interpretó cinco obras”, porque sus 40 voces actuaron de manera conjunta. No sería veraz, en cambio, la afirmación de que “el coro está contento con los salarios” si ha protestado por sus retribuciones un 49% de sus integrantes.

Esos trucos de lenguaje se aprecian por ejemplo cuando se habla del catalán como “la lengua propia de Cataluña”.

¿Cuál es la lengua propia de los catalanes? ¿Cuál es la lengua propia de Joan Manuel Serrat, de Eduardo Mendoza, de Carles Francino, de Gemma Nierga, de Rosalía, de Miguel Poveda, de Joan Margarit, de Pere Gimferrer? Ellos y casi todos sus paisanos disponen de dos lenguas propias (al margen de las preferencias emocionales de cada cual), y sin embargo Cataluña sólo tiene una: el catalán. Qué distinta, entonces, Cataluña de los catalanes.

Algo parecido ocurre con la idea de que “Cataluña paga más impuestos que Extremadura”, por ejemplo. Cataluña no paga impuestos: lo hacen los catalanes. Como la fiscalidad en cualquier sistema democrático es progresiva, pagan más los ricos que los pobres. Por tanto, pagan más de media los catalanes que los extremeños, igual que los madrileños de La Moraleja pagan más que los de Vallecas.

Eso tiene su reverso, claro, en que los extremeños compran a los catalanes más productos y servicios que los catalanes a los extremeños; lo que se puede extrapolar al resto de España. Cuando se invoca la balanza fiscal hay que mirar también la balanza comercial.

En definitiva, la petición de Torra de “confinar Cataluña” formaba parte de esa ideación general de los suyos que consiste en hablar de una abstracción política y administrativa como si fuera un individuo.

Si acaso, Torra pudo haber pedido que se prohibiese entrar y salir de Cataluña, que se cerrase o bloquease Cataluña como espacio geográfico. Algo extemporáneo, por otro lado, porque en aquel momento el virus ya se había instalado en Cataluña, y poco se iba a lograr cerrando aeropuertos y estaciones. La acción preventiva debía desarrollarse en sus confines y encabezada por él, para afrontar así un problema que, como tantos otros, estaba dentro y no fuera.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_