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El último contoneo de ‘Magic Mike’: cómo una película de estrípers masculinos se convirtió en un hito generacional

Steven Soderbergh regresa a la franquicia protagonizada por Channing Tatum con un capítulo final, ‘El último baile de Magic Mike’, bien para redondear su historia, bien para responder al estatus de culto que esta irreverente saga erótico-musical ha ido alcanzando con los años

Channing Tatum y Salma Hayek, en un fotograma de 'El último baile de Magic Mike', última entrega de la trilogía. Foto: ©WARNER BROS/COURTESY EVERETT COLLECTION / CORDON PRESS

El aciago estado de la industria del striptease se considera un indicador de los tiempos difíciles que se avecinan, según una bailarina en un artículo reciente de la revista The Face: aparentemente, las estripers estadounidenses han visto sus ingresos caer dramáticamente. Casualidad o no, la publicación del texto el pasado 13 de febrero coincidió con el estreno en EE UU de El último baile de Magic Mike, capítulo final —que en España ha ido directo a plataformas— de la trilogía que inició Steven Soderbergh en 2012 con Magic Mike. Algo así como el reverso masculino de la industria de los bailes eróticos. Son muchos los que consideran la primera Magic Mike, con su orgía de coreografías delirantes, cuerpos aceitosos y lluvia de billetes, un certero retrato de la Norteamérica agrietada por la crisis del 2008.

Para los no iniciados: A través de una lograda mezcla de comedia, melodrama y musical, Soderbergh contaba las tropelías de Mike Lean, un bailarín aspirante a diseñador de muebles, que junto a cinco bailarines más son las estrellas de un club de striptease masculino llamado Xquisite. Inspirada en parte por la propia experiencia en la vida real como bailarín y modelo de su actor protagonista, la hoy superestrella Channing Tatum, Magic Mike alcanzó un considerable éxito de taquilla. Recaudó más de 167 millones de dólares y, teniendo en cuenta que hacerla costó 7, la franquicia estaba servida. Le siguió en 2015 una secuela que no dirigió Soderbergh (Magic Mike XXL), un reality show (Finding Magic Mike) y hasta un espectáculo teatral (Magic Mike Live), actualmente en cartelera en Londres. Este show es el punto de partida de El último baile de Magic Mike, broche final de la saga. Esta vez Soderbergh vuelve a encargarse de la dirección para narrar la transición de bailarín a director teatral de su protagonista, gracias a la oferta de una empresaria multimillonaria (Salma Hayek) que le propone dirigir y llevar a la capital británica una producción inspirada en sus bailes.

Las primeras críticas han sido dispares. La mayoría señala que funciona más como un insulso spot promocional del espectáculo aunque, tratándose de Magic Mike, eso quizás se podría interpretar como un halago. El crítico Mark Asch destacaba que una de las escenas más intensas ocurre cuando Hayek está frente a un televisor que informa de las acciones de empresas en las que su marido en la vida real, el multimillonario François-Henri Pinault, es inversor. ¿Puede que El último baile de Magic Mike recupere los hallazgos de las dos primeras partes? El culto a la saga no ha dejado de crecer. Muchos centeniales cinéfilos han visto en ella una manera de disfrutar del cine, el deseo y el cuerpo en movimiento en un espacio perverso para una mirada que no tenga que estar filtrada por políticas identitarias.

Matthew McConaughey (en el papel de Dallas) y Channing Tatum, en un fotograma de 'Magic Mike'.
Matthew McConaughey (en el papel de Dallas) y Channing Tatum, en un fotograma de 'Magic Mike'.

La primera parte escondía un interesante comentario sobre un negocio cimentado en una fantasía femenina prefabricada y la forma en que el cuerpo masculino se expresa dentro de él. Bajo su cáscara hortera, nos habla sobre el mito del trabajo como vertebrador de la identidad: “¡Yo no soy mi trabajo!”, exclama un Tatum en crisis. Además estaba el personaje de Dallas, memorable estríper interpretado por un no menos memorable Matthew McConaughey. En Magic Mike XXL, la secuela dirigida por Gregory Jacobs, se sacrificó la trama en pos de una desacomplejada dosis de diversión: hay números musicales que son como una versión hinchada de anabolizantes de Busby Berkeley. La escena más emocionante la protagoniza el bailarín llamado Big Dick Richie. En ella, trata de arrancarle una sonrisa a una empleada de gasolinera que está absorta en su móvil: él improvisa un striptease al ritmo del I want it that way de Backstreet Boys. Mención aparte merece el número en el que Tatum siente la llamada para reunirse con sus compañeros, arranca a bailar con una soldadora y se convierte en una especie de Fred Astaire del lap dance. Quizás el gran hallazgo de Magic Mike sea él mismo: Channing Tatum ha construido una carrera adaptándose al cambio en la manera de entender las estrellas masculinas y cómo han convertido sus cuerpos en parte de una estrategia comercial.

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