Por qué en 2021 las cosas no volverán a ser como eran (a pesar de la vacuna)
Aunque nos empeñemos en relegar la pandemia al 2020, no parece que este año que empieza vayamos a recuperar la vida tal y como la conocíamos antes de la covid-19
Da la impresión de que en la noche de Nochevieja, la última noche del año, ocurre algún tipo de discontinuidad, un punto de inflexión, un borrón y cuenta nueva, y empezamos el año desde cero, deshaciéndonos de todo el pesado lastre del pasado. Que el brindis con cava, la ingestión de las uvas al ritmo de las campanadas, el cotillón y el programa de José Mota hacen tabula rasa.
Pero no es cierto: no se pueden lanzar las campanas al vuelo (nunca mejor dicho). El cambio de año es una anécdota astronómica y los fenómenos sociales, políticos, económicos, culturales o sanitarios siguen su marcha. De modo que muchos seguirán fumando, sin ir al gimnasio y sin aprender inglés. Y el gran evento de nuestra contemporaneidad, la pandemia, no se queda presa en 2020. Lejos de triunfalismos, las cosas, si se normalizan -vacuna mediante-, pueden volver tener buena pinta en verano, como muy pronto. Hay incluso quien dice que deberíamos que pensar en salvar las Navidades… estas no, las que vienen. Y hay cosas que ya nunca volverán a ser como eran.
¿Cómo será este 2021? La palabra clave es “incertidumbre”, una palabra siempre a tener en cuenta cuando especulamos con el futuro. Pero este año una incertidumbre mucho más incierta que en otras ocasiones.
La vacuna, su eficacia, es el factor alrededor del cual bailan el resto de consideraciones. Si la vacuna funciona y se difunde con eficiencia, el Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento del PIB mundial del 5,2% frente a la caída del 4,4% en 2020. En España han funcionado bien iniciativas como los ERTE’s o las ayudas a los autónomos, pero no sabemos cómo va a reaccionar el mercado laboral cuando se quiten estos andamios y las empresas tengan que sostenerse por sí solas. “La incertidumbre es la clave en el año que enfrentamos, puede haber empresas que no tengan suficiente pulmón para sobrevivir cuando cesen las ayudas: actualmente la economía está dopada”, dice Luz Rodríguez, profesora titular de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad de Castilla-La Mancha, “no conocemos la magnitud de lo que puede pasar”.
Incertidumbre no es la única palabra, también “fragmentación”, como propone Pablo Santoro, sociólogo de la Universidad Complutense. Es una tendencia que ya existía antes de la pandemia, la división del mundo en otros mundos más pequeños, en diferentes realidades, muchas veces alimentadas por diferentes medios de comunicación. Esas realidades se rozan en las redes generando polarización y crispación. Con la salida de la pandemia la fragmentación puede ir en aumento, incluso más. “Vivimos un primer momento en el que daba la impresión de que íbamos todos en el mismo barco”, explica Santoro, “luego vimos que no éramos iguales en absoluto. Ahora da la impresión de que la salida de la pandemia se va a producir a diferentes ritmos, entre aquellos que se hayan vacunado y los que no, aquellos que hayan sobrevivido económicamente y los que no, aquellos que ya sientan que se acaba el problema y los que todavía tengan miedo o hayan perdido a seres queridos”. Ya no tendremos la sensación de que estamos todos pasando por lo mismo, porque no lo estaremos, y eso puede llevar a la agudización de los conflictos sociales.
En una sociedad eminente urbana, la crisis económica que se avecina puede provocar numerosos cambios en nuestra forma de interactuar con la ciudad. Ya durante los confinamientos y los estados de alarma hemos visto la urbe de otra manera, una fuerte diferenciación de los espacios públicos y privados, una fuerte regulación de los sitios por los que transitamos, en los que trabajamos o consumimos. Pero eso no es todo: “Es posible que queden edificios y espacios vacíos (por el teletrabajo, por los cierres, por bajones de consumo y turismo, por el consumo online): centros comerciales, oficinas, hoteles, locales, aparcamientos, etc. Hay que ver qué se hace con ellos”, prevé Pedro Bravo, periodista experto en urbanismo, que considera una buena propuesta conseguir la cesión de espacios a asociaciones, colectivos, individuos, etc. “Tener espacios vacíos y gente con ganas de hacer cosas sin espacio es absurdo”, añade Bravo.
Otras tendencias que barrunta es la reactivación de ciertas periferias por el teletrabajo, el aumento de la desigualdad y de la segregación urbana, el mantenimiento del problema de la vivienda y de la necesidad de su resolución para evitar el desastre, y también de la gig economy “como modernización de la economía informal”, dice Bravo: plataformas, riders, etc. El transporte público puede ser puesto en cuestión (por cuestiones de salud, entre otras) y sufrir cierta desinversión.
En la esfera cultural, a juicio del escritor y crítico cultural Jorge Carrión (autor de Lo viral, publicado por Galaxia Gutenberg) se irá intensificando la digitalización del mundo que ha impulsado la producción de artes, narrativas y eventos digitales, y ha aumentado su nivel medio de calidad e interés. “Los festivales en línea se van a hacer todavía más sofisticados, por ejemplo”, opina Carrión, “pero al mismo tiempo se está ya tramando un mundo postpandemia en que los espacios físicos de la cultura van a ser distintos, más preparados para la experiencia híbrida, física y virtual. Lamentablemente esa transformación la están haciendo sobre todo las instituciones privadas y no las públicas”. Pone como ejemplo a las marcas de lujo que ya están construyendo sus nuevas tiendas a modo de pequeños centros culturales, así como las nuevas oficinas bancarias, que son también coworking o café.
“La incertidumbre es una situación complicada de abordar porque no tenemos un plan de acción con el que responder y no sabemos bien a qué nos enfrentamos”, dice el psicólogo social Guillermo Fouce, presidente de la fundación Psicología sin Fronteras, “una situación más difícil aún de enfrentar si se mantiene en el tiempo porque a la incertidumbre se suma el cansancio”. Así, si la situación se cronifica, 2021 será un año muy cansado, además de incierto. “Ni si quiera tenemos claro cómo será la normalidad en el caso de que la vacuna tenga éxito, cómo cambiarán nuestras vidas o si volverán a ser como antes”, añade el psicólogo.
¿Qué hacer? ¿Cómo vivir en un panorama tan cambiante e inestable? Pues viviendo al día, disfrutando del corto plazo, teniendo presentes a los que se fueron, buscando nuevas respuestas sin negar la realidad. “Es hora de valorar el presente y la posibilidad de vivir con intensidad”, concluye Fouce, “y de hacerlo con otros y con otras, con los que queremos y nos apoyan, reconstruyendo espacios comunes”.
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