“Es un error creer que hay que lograrlo todo a la primera”: el arte de conseguir las cosas tarde
El éxito de ‘Solo asesinatos en el edificio’ trae de vuelta la denominación ‘late bloomers’: aquellas personas que escapan de la cultura de la inmediatez y se anotan una victoria a su ritmo y en sus propios términos
“La gente que tiene la vida asentada de inmediato es aburrida. ¿Los tardíos? Nosotros somos los que hacemos que el mundo gire. Puedes darte el lujo de tomarte tu tiempo, Mabel, pero lo que no puedes permitirte es desperdiciarlo”. Estas son las palabras que Paul Rudd le dedica a Selena Gomez en un capítulo de la serie Solo asesinatos en el edificio. La primera temporada ya era una oda a los denominados late bloomers (en español, personas que florecen de forma tardía), pero la tercera, actualmente en emisión, es un sentido homenaje a aquellos que han esperado hasta la madurez para lograr lo que deseaban; algo en consonancia con procesos actuales de la cultura pop, como prueban el resurgir y la aclamación cosechadas por actrices como Jennifer Coolidge hasta Michelle Yeoh en una etapa madura de sus carreras.
Raquel López, que ha publicado este año el libro Guía de gestión emocional (2023), cree que el concepto late bloomers en sí mismo es “revolucionario” a la par que contradictorio. “Es una revolución que las personas no se limiten a seguir lo esperado por su edad y se permitan experimentar, fallar y también encontrarse a sí mismas o su vocación a una edad más tardía de lo socialmente esperable, y sobre todo, que no tengan miedo a ir a por ello y buscar sus oportunidades de lograrlo. Por otra parte, no puedo evitar pensar que es lo normal. El error consiste en creer que la forma correcta es lograrlo todo a la primera, tener 18 años, saber a qué te quieres dedicar el resto de tu vida y conseguirlo al momento. Veo a mucha gente en consulta que se supone que lo ha logrado, que tiene el trabajo de sus sueños y éxito y, sin embargo, no es feliz. Pero se han metido tan al fondo en esa vida que no saben salir de ella o mirar fuera”. ¡Minipunto para los tardíos!
Contra cumplir con los sueños y objetivos pronto
Según afirma el autor Rich Karlgaard en su libro de 2019 Late Bloomers: The Hidden Strengths of Learning and Succeeding at Your Own Pace (Las fortalezas ocultas de aprender y tener éxito a tu propio ritmo), hay incluso una explicación científica de alguna gente florece más tarde en la vida. La función ejecutiva del cerebro no madura hasta los 25 años, en algunos casos más tarde. De hecho, determinadas capacidades alcanzan su punto máximo a diferentes edades, lo que permitiría disfrutar de diferentes períodos de esplendor personal.
Cuando Jennifer Aniston aceptó un premió de la revista The Hollywood Reporter en 2021, contó desde el escenario cómo asumió que, contra lo que ella misma creía, en realidad también era una late bloomer. “Una numeróloga hizo su misteriosa aritmética conmigo y aseguró que, aparentemente, mis números indicaban con mucha claridad que soy una late bloomer. Dije, “¿estás segura?” Pensé que quizás ella no tenía televisión”, bromeó la actriz. “Al principio me sorprendió esta etiqueta, como si yo fuera una persona de bajo rendimiento que no hubiera alcanzado su máximo potencial. Sin embargo, quizás aún no había hecho mi mejor trabajo como artista o como ser humano”. Fue entonces cuando Aniston dio un giro a su carrera.
El peligro de las metas demasiado ambiciosas
“Vivimos en la era de la meritocracia”, dice Raquel López. “Se nos ha vendido que si te esfuerzas mucho y persigues tus sueños se cumplirán, pero en la realidad eso le ocurre a un porcentaje mínimo de la gente. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, habla sobre cómo el 90% de las personas que nacen pobres mueren pobres por mucho esfuerzo que hagan, y el 90% de las que nacen ricas, mueren ricas, aunque no hagan méritos para ello. Por eso es importante revisar las expectativas y asegurarnos de ser flexibles con ellas. Puede que tu sueño fuera ser cantante profesional, famoso y vivir de ello y no hayas podido lograrlo, pero esa no es la única forma de ser feliz”.
No es fácil presumir de ser late bloomers en una cultura premia la inmediatez y la impaciencia o que favorece a supuestos niños prodigio, aunque según dice Rich Karlgaard (que, antes de crear una revista de tecnología en Silicon Valley y ser periodista en Forbes, trabajó limpiando platos y siendo guardia nocturno), los late bloomers cuentan con su propias fortalezas, que son las que devienen en el éxito y en la satisfacción personal. “Todas esas cualidades –la curiosidad, la compasión, la resiliencia, la ecuanimidad, la perspicacia y la sabiduría– solo se consiguen con el paso del tiempo”, escribe.
La paciencia escurridiza
Elizabeth Clapés, autora de Hasta que te caigas bien (2023), se muestra preocupada por la autoindulgencia del entretenimiento inmediato y ajeno a esfuerzos: “Ahora no hace falta ni leer los libros, podemos escucharlos. Cada vez se inventan más aparatos para facilitarnos la vida y acabar antes ciertas tareas. La paciencia no se está poniendo muy en práctica y veremos qué consecuencias acarrea esto… Creo que es fundamental que aprendamos a parar”. Por su parte, Raquel López recalca lo “desmotivador” que puede ser que con el paso de los años la sociedad parezca brindar a la gente menos oportunidades a causa de la edad o que se tache de locos o ingenuos a quienes sigan intentando alcanzar sus metas. “Si tienes claro tu objetivo, es medianamente asumible y es coherente contigo, la paciencia es lo que te mantendrá en el camino”, asevera.
Si bien el mensaje de que todo llegará y que el esfuerzo y la templanza garantizan lograr sueños resulta poco menos que un mantra de bolsa de té rooibos o de taza Mr. Wonderful, Clapés insiste en no agobiarse pasada cierta edad pese a no estar donde se esperaba: “No hay fórmulas mágicas, pero es cierto que compartir con otras personas esta sensación de fracaso nos puede ayudar a entender que todos nos hemos propuesto metas que nunca hemos alcanzado, que es parte de la vida y que no pasa nada. No todo depende de uno mismo, a diferencia de lo que nos han hecho creer con los lemas motivacionales del tipo “si quieres, puedes”. Querer no lo es todo”.
¿El broche final? Las palabras de uno de los personajes de Solo asesinatos en el edificio, Oliver, a quien da vida Martin Short. “La parte más importante de perseguir un sueño son las personas que lo persiguen a tu lado, quienes son capaces de mirar más allá de los que dudan y eligen creer que su sueño se hará realidad... a su debido tiempo”. O tal vez no, añadimos. Y tampoco pasa nada.
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