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Del tartamudo superventas al ‘papichulo’ que se coló en la RAE: 10 historias de éxito y olvido tras las canciones del verano

Todos los veranos vuelven a las discotecas y chiringuitos, pero los artistas tras temas como ‘Los micrófonos’ o ‘Yo quiero bailar’ han tenido que conformarse con vivir más a la sombra que sus canciones

Canciones de verano
Scatman, Kate Ryan, Las Ketchup y Raúl, cuatro nombres inevitablemente asociados al verano en diferentes épocas.Getty Images / Juan Francisco Fernández (Collage)

Hubo un tiempo, y no fue hace tanto, en que las canciones del verano no nacían de lo viral o de la arbitrariedad de TikTok. Por aquel entonces las discográficas orquestaban en sus despachos las bandas sonoras de los chiringuitos de verano con ingredientes muy sencillos que no distan bastante de lo que aún hoy triunfa: un estribillo repetitivo y con gancho y una coreografía que fuera capaz de bailar un crío de preescolar. El microgénero tuvo héroes particulares como Georgie Dann o King Africa: artistas que cada temporada lanzaban un tema que sonaba hasta la saciedad, desaparecían del mapa con la llegada del otoño, y resurgían al año siguiente con otra idea aprovechando el aumento de las temperaturas.

Ninguno de los dos fue lo que se considera un artista de un solo éxito, pero la inmensa mayoría de quienes alcanzaron la fama estival siguiendo este patrón sí cayeron en el olvido con las primeras hojas caducas. Repasamos algunos ejemplos de un fenómeno muy particular: si bien sus intérpretes no gozaron de una posterior fama, sus canciones reviven cada verano. Estas son las historias de diez canciones que sobrevivieron, en algún caso literalmente, a sus artistas.

Retrato promocional de John Paul Larkin, o sea, el popular Scatman.
Retrato promocional de John Paul Larkin, o sea, el popular Scatman.ullstein bild (ullstein bild via Getty Images)

Scatman o cuando el house salvó a un hombre tartamudo

Durante décadas, debido a su tartamudeo, el estadounidense John Paul Larkin se escondió detrás de un piano tocando en clubes de jazz de la Costa Oeste. Pero en 1990, una vez se mudó a Berlín, su esposa le animó a superar sus inseguridades incorporando el scat (una técnica de improvisación propia del jazz vocal, popularizada por Ella Fitzgerald, en la que se usan sílabas sin significado) en un concierto en el Cafe Moskau de la capital alemana. Para su sorpresa, el público le ovacionó. Y alentado por su agente, Manfred Zähringer, grabó Scatman (Ski-Ba-Bop-Ba-Dop-Bop), un tema que aunaba el scat con sonoridades house y hip hop.

Publicado el 29 de noviembre de 1994, en un principio pasó desapercibido. Sin embargo, en los meses venideros, alcanzó el número uno en varios países europeos (incluido España) y despachó un total de seis millones de copias. Con 53 años, incluso, caló hondo a miles de kilómetros del Viejo Continente: tanto su segundo sencillo Scatman’s World como el álbum del mismo nombre, ambos de 1995, se convirtieron en un fenómeno en Japón. Lamentablemente, jamás volvió a emular ese éxito. En 1999, poco después de publicar su tercer LP, Take Your Time, falleció a consecuencia de un cáncer de pulmón.

Lou Bega en 1999.
Lou Bega en 1999.Nicky J. Sims (Redferns)

Lou Vega, que no Lou Reed

Tras pasar una temporada en Miami y descubrir la música latina, el rapero David Lubega volvió a su Múnich natal reconvertido en un trajeado galán de los años cincuenta con sombrero Borsalino. Fruto de aquella metamorfosis surgió en 1999 Mambo No. 5 (A Little Bit of…), un sencillo que sampleaba un tema del cubano Dámaso Pérez Prado de 1949. La pegadiza canción alcanzó el número 3 en el Billboard Hot 100 (fue su único éxito en Estados Unidos) y sonó hasta en todas las bodas, bautizos y comuniones posibles. Gracias a ello, su álbum debut, A Little Bit of Mambo, sobrepasó el millón de copias en Europa y los tres millones en Norteamérica.

Como cabía esperar, los herederos de Pérez Prado quisieron una parte del pastel: tras siete años de litigios, el Tribunal Federal de Justicia de Alemania lo acreditó como coautor. Pese a que Bega fue nominado a un Grammy en la categoría de Mejor Interpretación Vocal Pop Masculina en el 2000, y hasta teloneó a Cher en varias fechas norteamericanas ese año, sus posteriores discos fueron un fracaso en ventas. Al menos, fuera de tierras germanas. Desde que lanzara en 2013 A Little Bit of 80s (un LP de versiones de clásicos de los ochenta), y confirmara que sigue vivo después de que un periodista lo confundiera con Lou Reed, solo ha publicado canciones sueltas como Scatman & Hatman, en la que homenajea a Scatman John, o Buena Macarena, donde fusila la melodía de Los del Río.

El cantante Raúl en una fiesta en Madrid en 2002.
El cantante Raúl en una fiesta en Madrid en 2002.Carlos Alvarez (Getty Images)

Raúl, el chico que quiso parar

Como Rigoberta Bandini, el vasco se quedó a las puertas de representar a España en Eurovisión en mayo del 2000. Siempre quedará la duda de si hubiese quedado en un mejor puesto que Serafín Zubiri, quien acabó decimotercero con Colgado de un sueño. Aunque la jugada, de todos modos, le salió redonda: Sueño su boca no tuvo competencia en las verbenas, las discotecas de pachanga y las galas televisivas de José Luis Moreno. Al igual que David Civera, se convirtió en el yerno preferido de las amas de casa. Y en cuanto a cifras, vendió 400.000 copias de su álbum debut, titulado como su canción insignia.

Por eso mismo, muchos no comprendieron que entre 2002 y 2003, en la cúspide de su carrera, decidiera tomarse un descanso. “Llevaba dos años y medio sin parar, fueron años de mucho trabajo, muchos viajes, apenas veía a la familia y amigos. Necesité mirar hacia atrás y ver lo que había pasado. No te das cuenta de lo que significaba ser número uno y me pregunté: ‘Vale, he conseguido todo esto, ¿pero a qué precio?”, desveló el pasado año en una entrevista en el extinto Sálvame Deluxe. Consciente de que aquella atención mediática difícilmente volvería a repetirse, a su vuelta lanzó varios discos más (el sexto y último hasta la fecha, Contramarea, llegó a las tiendas en 2011) y no ha cesado de publicar sencillos. Aparte de una nueva versión en clave rockera de Sueño su boca junto a la banda madrileña Valiente Cobarde, este 2023 grabó con la drag Supremme de Luxe (la presentadora de Drag Race España) Divinamente.

Sonia y Selena.
Sonia y Selena.

Sonia y Selena, de Gandía a Malasaña

Fruto de una audición de Vale Music (el sello que se hizo de oro con los recopilatorios estivales y los discos de Operación Triunfo) surgió uno de los dúos más efímeros del pop en español. Como un año antes ocurriera con Raúl, Sonia Madoc y Selena Leo tampoco fueron escogidas por el público para acudir al Festival de Eurovisión: en la gala de selección, David Civera ganó por goleada con su Dile que la quiero y ellas quedaron novenas. Ahora bien, el verano del 2001 fue suyo. Sobre todo, porque su himno trompetero sonó sin cesar durante la segunda edición de Gran Hermano y dejó frases que son capaces de levantar tanto una verbena como un garito indie (”cuando llega el calor los chicos se enamoran”).

A pesar de que todas las discotecas las contrataron para que interpretaran en riguroso playback la canción y llegaron a vender más de un millón y medio de copias de su primer y único disco, el grupo se disolvió en 2002. ¿La buena sintonía que aparentaban sobre el escenario era una farsa? Parece que sí. Selena, en una entrevista que concedió en 2019, aseveró: “Realmente fue un choque de caracteres. No teníamos mucho que ver ni a nivel personal ni a nivel artístico. Una incompatibilidad total. La compañía prescindió de Sonia a principios de 2002. Me gusta hacer las cosas impecables. Y todo lo que se salga de ahí ya crea conflictos. La impuntualidad, la falta de profesionalidad, la poca consideración con el resto del equipo... Pido respeto y quiero recibir lo que doy”. Coincidiendo con su décimo aniversario, volvieron a unirse para grabar una nueva versión del tema en 2011. A los meses de aquel amago de reconciliación siguieron lanzando música. Eso sí, en solitario.

Tata Golosa, ¿quién necesita una letra?

La italiana Romina Contiero era bailarina de profesión y con la ayuda de los productores Antonello Righi y Daniele Filippone se convirtió en una de las artistas más controvertidas del verano de 2007. Su Micromania (más conocido como Los micrófonos para cualquiera que haya ido a una discoteca) llenó las pistas de baile españolas de gemidos y palabras inconexas que aludían con gracejo a los falos. “Si tuviera mucho pecho y llevara pintalabios rojo, por la forma en la que muevo el culo y la letra de la canción, podrían decir que hago pornopop. Pero es simplemente ironía. Como mucho, hago sexypop”, declaró entonces en su defensa.

Un año después, siguiendo la misma fórmula, presentó La pastilla. Y en 2009 publicó un álbum, Fotonovela (sí, era una versión del clásico de Iván, otro gran artista de un solo éxito), al que pocos prestaron atención. En negocios paralelos a la música no le va nada mal: es copropietaria de tres escuelas de danza en Milán, tiene una empresa de servicio de bienestar personal y, en su día a día, ejerce de instructora de fitness y Pilates.

El Koala en los Premios Amigo en 2007, enfundado en una camiseta de los Sex Pistols.
El Koala en los Premios Amigo en 2007, enfundado en una camiseta de los Sex Pistols. Gianni Ferrari (Cover/Getty Images)

El Koala, un perro verde en las listas de éxitos

Las canciones del verano no tienen por qué ser bailables o estrictamente pop. Ahí está el caso del malagueño Manuel Jesús Rodríguez Rodríguez. Más conocido como El Koala, el también albañil (sus compañeros de obra le pusieron ese apodo marsupial por la habilidad con la que se movía en los andamios) había formado parte de varias bandas desde mediados de los ochenta. Fuera de Andalucía era un completo desconocido, pero su suerte cambió en la primavera de 2006: el videoclip de bajo presupuesto de Opá, yo viazé un corrá se viralizó en YouTube y, en tiempo récord, superó los 21 millones de reproducciones.

La broma le llevó a vender 40.000 casetes de su puesta de largo, Rock rústico de lomo ancho, y a colarse en millones de hogares durante las retransmisiones del Mundial de Alemania con una versión alternativa que tituló Opá, vamo a por el mundiá. Aún en activo, suma cinco discos en total (en 2019 coqueteó con el reguetón y el trap en Sin fumar y Muévelo) y por estas fechas suele actuar en plazas de la España vaciada. Mención aparte merece su participación en 2018 en la sexta edición de Gran Hermano VIP. De su paso por el programa, donde quedó tercero, remarcó hace unos meses: “Es la única vez en mi vida que he cobrado por convivir con hijos de puta”.

El grupo O-Zone, fotografiado en 2005 en Berlín.
El grupo O-Zone, fotografiado en 2005 en Berlín.Franziska Krug (Getty Images)

O-Zone, los que nos hicieron aprender rumano

Editada en Rumanía en 2003, España sucumbió a Dragostea Din Tei un año más tarde. En plena fiebre metrosexual, no cabe duda de que el trío moldavo formado por Dan Bălan, Arsenie Todiraș y Radu Sîrbu firmó el Y.M.C.A. para una nueva generacin. Si bien Los Morancos mancillaron la canción con una parodia de letra discutible, la original sigue amenizando las barras libres de muchas bodas. Nadie sabe de qué trata. Y ni falta que hace: pese a la barrera lingüística, su infeccioso estribillo resonó en toda Europa.

Aunque O-Zone se disolvieron en enero de 2005, sus integrantes siguen en la industria. Mientras que Sîrbu se gana la vida como productor, Bălan fue nominado a un Grammy en 2008 como coautor de Live Your Life (el tema de Rihanna y T.I. sampleaba Dragostea Din Tei) y es considerado una estrella en Rusia. Todiras, por su parte, cumplió el sueño de representar a Moldavia en el Festival de Eurovisión en 2006, participó en la versión rumana de Mira quién baila y lanza sencillos bajo el nombre de Arsenium y Atika Patum.

Las Ketchup, o sea, Lola, Pilar y Lucía, posan para una imagen promocional de los MTV Europe Music Awards celebrados en Barcelona en 2002.
Las Ketchup, o sea, Lola, Pilar y Lucía, posan para una imagen promocional de los MTV Europe Music Awards celebrados en Barcelona en 2002.John Rogers (Getty Images)

Las Ketchup y su inglés macarrónico

Las hermanas Lola, Lucía y Pilar Muñoz, las hijas del guitarrista El Tomate, debutaron por la puerta grande con Aserejé. Recreando en el estribillo los primeros compases de Rapper’s Delight, el clásico de The Sugarhill Gang que en 1979 propulsó el hip hop en Estados Unidos, las cordobesas hicieron bailar al mundo entero con una coreografía igual de facilona que desganada. Hubo quien tachó la letra de satánica (en realidad, narraba la historia de un camello con problemas de adicción llamado Diego que se iba de fiesta), pero eso no impidió que el primer disco del trío, Hijas del tomate, vendiera 400.000 copias en Estados Unidos, 150.000 en México o 100.000 en Francia.

Por supuesto, como ellas mismas revelaron, siempre supieron que lo suyo tenía fecha de caducidad: “Todo lo que empieza acaba, como el que se come un yogur. Aquello fue tan gordo que era imposible que no bajara. Lo aceptamos con naturalidad”. La estocada final se produjo en 2006: quedaron cuartas por la cola en Eurovisión con Bloody Mary y su segundo álbum, titulado igual, fue ninguneado por el público. Todavía en activo, de vez en cuando se suben a los escenarios para rememorar sus días de gloria.

Lorna.
Lorna.

Lorna, de la pista a la RAE

Antes de que Daddy Yankee triunfara con Gasolina, la panameña Lorna provocó un auténtico terremoto con Papi chulo e introdujo el reguetón en Europa. Hasta propició que la RAE acuñara el título de su icónica canción en el diccionario (”Hombre que, por su atractivo físico, es objeto de deseo”). Vendió tres millones de copias del sencillo y lideró las listas de 45 países. Pero en 2004, tras una gira de casi dos años sin descanso, decidió parar por amor y para ocuparse de su única hija.

Al volver se encontró con dos problemas. Por un lado, tuvo que llevar a los tribunales al productor del tema porque se negaba a pagarle su parte correspondiente por derechos de autor. Y, por otro, corrió el bulo de que había muerto de una sobredosis en un hotel de Canarias. “La joven que falleció se llamaba igual que yo, de ahí que la asociaran conmigo. No es un nombre muy común… Me afectó bastante porque, entonces, no había redes sociales a las que subir un vídeo desmintiendo la noticia. Esto hizo que mi carrera se congelase. Se cancelaron muchos conciertos porque el público no creía que estuviera viva”, dijo hace un año. Superado el susto, Lorna continúa agrandando su legado: este 2023 ha publicado Van Duro y un remix de Papi chulo para celebrar su vigésimo aniversario.

Kate Ryan durante la semifinal de Eurovisión de 2006. Era la representante belga.
Kate Ryan durante la semifinal de Eurovisión de 2006. Era la representante belga.ARIS MESSINIS (AFP via Getty Images)

Kate Ryan, la que hizo que una generación entera se interesase por Mylène Farmer

A la belga se la conoce básicamente por las versiones dance que ha grabado de himnos pop en francés, pero con exquisito gusto para elegir su repertorio: desde Ella, elle l’a, de France Gall, pasando por Voyage, voyage, de Desireless. Sin embargo, la que de verdad la catapultó a la fama fue Désenchantée. Original de Mylène Farmer, la diva más enigmática al otro lado de los Pirineos, le agregó un toque trance perfecto para quemar calorías en la elíptica. Y no contenta con ello, a finales de 2002 volvió a hacer lo propio con Libertine, la pieza que consagró a Farmer al estatus de intocable en 1986.

Ryan es una superviviente nata y sabe jugar sus cartas. A diferencia de otros artistas que aparecen en este listado, nunca ha dejado de actuar y sabe a quién le debe buena parte de su éxito. “Soy tremendamente gay. Siempre he vivido lo gay muy de cerca. Mis padres se separaron porque mi padre es gay y, de hecho, hace poco que se ha casado con su novio”, confesó en 2008. Lo he vivido con una normalidad absoluta desde el primer día. Desde mi infancia podría decirse que ya estaba destinada a ser una cantante con mucha aceptación en este circuito. Sobre todo, me di cuenta cuando me llamaron para inaugurar los Eurogames. Había gente de todas partes del mundo que se sabían mis temas. Supongo que, sin ellos, mis canciones no se oirían ni la mitad”.

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