“Me sentía enjaulada”: Jack Nicholson, Emma Watson, Bryan Cranston y otras estrellas que decidieron dejarlo todo
El protagonista de ‘Breaking Bad’ anunció recientemente su intención de dejar de dedicarle tanto tiempo a la interpretación, algo que le sitúa en una selecta estirpe de estrellas como Gene Hackman, que prefirieron desaparecer voluntariamente
Hace unos días se produjo un pequeño revuelo después de que Bryan Cranston pusiera, a la manera de los deportistas de élite, fecha al fin de su carrera. En una entrevista en la revista GQ, dejó caer que estaba pensando en “retirarse” en 2026, una vez cumplidos los 70. Su plan consistía en escaparse a Francia con su mujer para vivir una vida sin lecturas de guion ni llamadas telefónicas. “Durante los últimos 24 años, Robin ha llevado una vida supeditada a la mía. Ha sido la acompañante, la esposa de un famoso. Ha tenido que dar bandazos y ajustar su vida a la mía. Se ha beneficiado enormemente de ello, pero somos desiguales. Quiero equilibrarlo. Se lo merece”. declaró.
Sus declaraciones provocaron un pequeño cataclismo. Cranston no es de los que llevan toda una vida de estrellato: la fama le llegó tarde, pero han bastado dos papeles —Hal, el desastroso padre de Malcolm, en la serie Malcolm (2000-2006) y sobre todo el Walter White de Breaking Bad (2008-2013)—, para convertirle en un intérprete valorado y querido. La noticia de su intencionado retiro generó tantos titulares que se vio obligado a puntualizar que no se trataba de una jubilación, sino de una pausa en su carrera. “Hola a todos”, escribió en su cuenta de Instagram, “Hace poco se han publicado unas noticias que no estaban del todo claras ni siquiera para mí, así que quería aclararlas: No me jubilo. Lo que voy a hacer es dar al botón de pausa durante un año después de cumplir 70 en 2026. ¡Mierda, 70!”. En el texto incidía en que le debe un tiempo a su mujer y añadía que considera que su carrera necesita un reseteo, pero sabe que su hiperactividad no nos dará tiempo a echarlo de menos. “Próximamente se estrenarán varias películas de las que estoy muy orgulloso, estoy produciendo algunas historias para televisión que me encantan, y estoy pensando regresar a Broadway”.
También hizo una pausa para cuidar de su familia Rick Moranis, el protagonista de La tienda de los horrores (1986), Cariño, he encogido a los niños (1989) o Cazafantasmas (1984). Tras el fallecimiento de su esposa en 1991 por un cáncer de mama se fue alejando progresivamente de las pantallas para cuidar a sus dos hijos pequeños y desde 1997 su presencia se limita al doblaje. “Estaba trabajando con gente muy interesante, maravillosa y pasé de eso a estar en casa con un par de niños pequeños lo que implicaba un estilo de vida muy diferente. Pero era importante. No me arrepiento en absoluto. Mi vida es maravillosa” explicó en 2015 a The Hollywood Reporter. Es poco dado a entrevistas, pero se vio obligado a hablar ante la insistencia de los inumerables fans de Cazafantasmas que estaban deseando encontrarse de nuevo con él en las nuevas versiones que se han ido estrenando.
Al igual que Sigourney Weaver y Bill Murray, a él también le ofrecieron participar, pero él declinó la invitación: “Espero que sea genial. Pero no tiene sentido. ¿Por qué iba a ir solo a un día de rodaje de una película que hice hace 30 años?”. En la misma entrevista aprovechó para desmentir que su retiro fuese definitivo: “Me tomé un descanso, que se convirtió en un descanso más largo, pero estoy abierto a cualquier cosa que me resulte interesante”. Ese papel ha llegado este año, gracias a la recuperación de Cariño, he encogido a los niños que prepara Disney. 26 años después de su última película, volveremos a verlo como el inventor Wayne Szalinski.
Cameron Diaz ni siquiera era consciente de que no estaba trabajando hasta que lo verbalizó durante una reunión con sus compañeras de La cosa más dulce (2002). Tras protagonizar en 2014 el remake de Annie junto a Jamie Foxx no había vuelto a aparecer en ninguna película. La risueña protagonista de éxitos como La boda de mi mejor amiga (2011) o Algo pasa con Mary (1997) era más noticia por su vida privada que por películas cada vez más intrascendentes. Su matrimonio con Benji Madden, guitarrista del grupo Good Charlotte y su hija se convirtieron en su actividad principal. “No me imagino ser madre, en el punto en el que estoy ahora, con mi hija en su primer año, y tener que estar en un plató 14 o 16 horas al día” declaró en el espacio Quarantined With Bruce. Diaz prefirió compaginar la maternidad con aficiones más llevaderas como promocionar su vino vegano, Avaline, y escribir libros centrados en el bienestar. Ocho años después de su último papel, la insistencia de su coprotagonista y amigo Jamie Foxx volvió a ponerla ante los focos, y a finales de año volveremos a verla en el título de Netflix Back in Action.
Si a Diaz la condujo al retiro la intrascendencia de sus últimos papeles, a Daniel Day-Lewis, su compañero en Gangs of New York (2002), lo noqueó la intensidad con la que afronta los suyos. Durante la producción de Mi pie izquierdo (1989), en la que interpretaba a Christy Brown, un pintor con parálisis cerebral, aprendió a escribir y pintar con los dedos de los pies, lo que le llevó a ganar su primer Oscar y sufrir una lesión de cadera. Para El último mohicano aprendió a rastrear y despellejar animales y tras Gangs of New York lanza cuchillos de manera aceptable. Tres Oscar avalan una la carrera plagada de papeles complejos, pero ninguno le desfondó tanto como el Reynolds Woodcock de la delicada El hilo invisible (2018): “Antes de hacer la película, no sabía que iba a dejar de actuar. Paul (Thomas Anderson, el director) y yo nos reímos mucho y luego dejamos de reírnos porque ambos estábamos abrumados por una sensación de tristeza. Eso nos tomó por sorpresa: no nos dimos cuenta de lo que habíamos dado a luz”, declaró a W Magazine. En 2017, y tras hablarlo con su mujer, la cineasta Rebecca Miller, emitió un comunicado en el que anunciaba el fin de su carrera. “Sé que fue inusual hacer un comunicado, pero quería trazar una línea. No quería ser arrastrado hacia otro proyecto”, afirmó.
Debra Winger no necesitó ningún comunicado. Su portazo a Hollywood fue el eje sobre el que Rossana Arquette desarrolló Buscando a Debra Winger (2002), el documental sobre lo difícil que lo tienen las actrices para encontrar buenos papeles. Un buen día Winger se dio cuenta de que todas sus compañeras de generación parecían más jóvenes que ella. “Michelle Pfeiffer y yo empezamos, juntas, teníamos más o menos los mismos años, ahora ella parece mi hermana pequeña”, declaró a The New York Magazine en 2001, y ella no estaba dispuesta a participar en una competición quirúrgica, el problema eran los guiones, no un rostro en el que se reflejaba su edad real. En 1995, a los 40 años, en la plenitud de su carrera y tras tres nominaciones al Oscar, la actriz, reconocida por el público y adorada por la crítica (Pauline Kael la definió como “uno de los principales motivos para ir al cine en los ochenta”) se despidió de las grandes producciones. Volvió esporádicamente con un perfil más bajo en series de televisión como The Ranch (2016-2020) donde interpretaba a la madre de Ashton Kutcher y Mr. Corman (2021). La protagonista de Tierras de penumbra (1993) afirma que en contra de la creencia habitual no fue la misoginia lo que la alejó de Hollywood, sino la falta de papeles interesantes: “Me fui porque dejé de sentirme desafiada” declaró a The Telegraph. No resulta sorprendente para la mujer que un día dijo “nunca me acostaría con nadie para lograr un papel, pero lo haría para poder largarme de uno que no me gusta”.
La misoginia sí fue el motivo del fin de una de las trayectorias más exitosas del cine de los noventa. Meg Ryan, la mezcla perfecta de Judy Holliday y Carole Lombard por su encanto, humor y mohines; probablemente la actriz más encasillada de la industria y un género en sí misma. En una entrevista para The New York Times, la actriz definió su ruptura con Hollywood como “una separación de mutuo acuerdo”, aunque cualquiera que haya seguido la prensa amarilla conoce perfectamente su intrahistoria. Tras sostener durante años una relación con el adicto e infiel Dennis Quaid, cuando su matrimonio ya estaba roto, el romance que mantuvo con Russell Crowe durante el rodaje de Prueba de vida copó las portadas de los tabloides. Los espectadores no le perdonaron que dejase de ser la novia perfecta ni dentro ni fuera de la pantalla, un peaje que no pagaron ni Quaid ni Crowe, como tampoco le perdonaron sus retoques estéticos, ni le habrían perdonado verla envejecer. Hollywood se lo dio todo y luego pretendió arrebatárselo con intereses, no parece muy preocupada por ello: “Ya fui a la Luna. Lo tuve todo. Y ya no lo necesito. Ahora tengo libertad real y me centro en lo que me interesa.”
Que al público no le gusta ver envejecer a sus ídolos lo demuestra la reacción desmesurada que han provocado unas fotos en las que el actor Gene Hackman aparecía “desmejorado”, lo que en lenguaje de Hollywood significa “acorde a sus 93 años”. Tal vez la sorpresa venga más del hecho de que Hackman se haya mantenido alejado de los focos desde hace dos décadas. El hartazgo por todo lo que envuelve al estrellato fue el motivo de la jubilación de un actor al que no le quedaba nada por demostrar. ”No he dado una conferencia de prensa para anunciar mi jubilación, pero sí, no voy a actuar más. Me han dicho que no diga eso en los últimos años, en caso de que surja alguna parte realmente maravillosa, pero realmente no quiero hacerlo más” declaró el protagonista de Arde Mississippi (1988). Eligió centrarse en la escritura y desde entonces ha publicado tres novelas de ficción histórica junto al arqueólogo Daniel Lenihan y un par de novelas policíacas, una dedicación que le resulta más relajante: “Echo de menos la actuación, ya que es lo que hice durante casi 60 años, y realmente me encantaba. Pero el negocio para mí es muy estresante. Los compromisos que tienes que hacer en las películas son solo una parte de la bestia, y había llegado a un punto en el que simplemente sentía que no quería hacerlo más”.
En 1971, tras el estreno de Diamantes para la eternidad, Sean Connery, fallecido en 2020, afirmó que “nunca jamás” volvería a interpretar a James Bond. Doce años después protagonizó Nunca digas nunca jamás, como irónicamente titularon la adaptación de Operación trueno. En 2003 no le hizo falta ser tan grandilocuente para dar por finiquitada su carrera. Se despidió con la fallida La liga de los hombres extraordinarios, un intento por redimirse de su negativa a interpretar a Gandalf a pesar de la insistencia de Peter Jackson y perder por ello un porcentaje en taquilla que habría superado los 350 millones de dólares. Su Allan Quatermain no quedará para el recuerdo, sí lo harán el Ramírez de Los inmortales (1986) o el Guillermo de Baskerville de El nombre de la rosa (1986), sin olvidar que fue el carismático padre de Indiana Jones. A la decepción provocada por el fracaso de la película se sumaron algunos problemas de salud, le acababan de extirpar un tumor benigno en el riñón, lo que provocó que en la ceremonia del American Film Institute de 2006, en la que recibía un premio a toda su carrera, declarase que se había jubilado para siempre dejando desolados a los que esperaban verle nuevamente como Henry Jones sr.
Otro de las inactividades más lamentadas de la industria es la de Jack Nicholson, aunque no es una pérdida que lamenten todos. Su expareja Angelica Huston confesó recientemente que prefiere verlo retirado antes que en la clase de papeles que hace Robert De Niro “No quiero ver a Jack haciendo Los padres de él”, declaró a Vulture. “Si no le ofrecen nada tan bueno como lo ha hecho en el pasado, ¿por qué hacerlo? Tiene suficiente dinero para vivir tres vidas más. Realmente es un poco decepcionante ver a gente a la que personalmente idolatraba haciendo el tipo de películas que Robert De Niro está dispuesto a hacer ahora”.
Nicholson parece pensar lo mismo. En 2013, tres años después de su última película, la comedia de James L. Brooks Como sabes sí, declaró a The Sun que no tenían ningún problema de memoria. “Tengo el cerebro de un matemático”. Sí aceptaba haber perdido interés por la intepretación. “No voy a trabajar hasta el día que me muera, no es por eso por lo que empecé a actuar”. Desde entonces se ha seguido especulando con graves problemas de salud, algo que parece desmentir su reciente visita tras un par de años de ausencia a su asiento en la cancha de los Lakers.
El socio más reciente del club de los actores jubilados, o casi, es Jim Carrey, durante la promoción de Sonic 2 (2022) sorprendió con unas declaraciones a Access Hollywood. “Me voy a retirar”, declaró, antes de añadir “probablemente”. Aunque no cierra la puerta a volver si surge el proyecto adecuado. “Si los ángeles traen algún tipo de guion que esté escrito en tinta dorada, que me diga que es muy importante que la gente lo vea, podría continuar, pero voy a tomarme un descanso”, apostilló. Los motivos son los mismos de cualquiera: “Me encanta mi vida tranquila, poner pintura en un lienzo, vivir una vida espiritual. Siento que, y esto es algo que nunca escucharás decir a otro famoso, he tenido suficiente. He hecho suficiente. Soy suficiente”.
El hartazgo y la necesidad de tomarse un tiempo no es patrimonio de los veteranos, Emma Watson, la Hermione de Harry Potter, no ha hecho una película desde que en 2018 terminó Mujercitas. La actriz, que se situó frente a la cámara por primera vez a los 10 años, ha preferido apartarse momentáneamente de la interpretación. “No estaba muy feliz, si soy honesta. Creo que me sentía enjaulada”, confesó a The Financial Times en una entrevista en la que hablaba de sus nuevos proyectos, entre ellos la elaboración de una ginebra artesanal. No se ha apartado definitivamente de la industria, el año pasado dirigió una campaña publicitaria para Prada y sus fans pueden respirar aliviados, no necesitaran apelar a ningún conjuro para volver a verla, ha confesado que volverá a actuar. “Sí, absolutamente. Pero estoy feliz de poder esperar el papel adecuado”.
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