Lo que Barcelona ha unido: una nueva generación de artistas alumbrados por una ciudad
Son actores, directores, bailarines, ‘drags’ o estrellas de OnlyFans, pero antes que todo eso, ellos prefieren ejercer de artistas inclasificables
Una historia de éxito demuestra que alguien ha tenido suerte. Doce historias, que el éxito no existe. Estos doce hombres, que suelen trabajar en Barcelona, tienen algo realmente nuevo que decir. No les une mucho más. Algunos han empezado a formular ese algo, otros todavía están buscando sus propias palabras entre las fórmulas clásicas del cine y la televisión o las leyes de la performance o incluso ante el público de OnlyFans. Algunos anhelan el cobijo de la industria clásica, otros la libertad del camino propio.
“Me defino como artista, performer y bailarín y esta descripción nace del rechazo hacia mi carrera, la de actor, ya que en este país los actores emergentes desconocidos tenemos que aceptar una serie de condiciones para hacer castings con la que no estoy en sintonía: juventud manipulable, actitudes no creativas, exigencia de seguidores y abdominales”, lamenta Lluís Garau, de 25 años, que exhibe desde hace meses su performance La Carn (próximo destino: el Sziget de Budapest) simultáneamente ante un público presencial y otro en Chatroulette.
A Hadi Moussally, videoartista y performer libanés de 36 años, las grandes marcas de moda le dieron la espalda cuando armaba su primer fashion film. Ahora ha dirigido docenas de cortometrajes, por los que ha ganado unos 40 premios, con vestuario de Gaultier o Dries Van Noten. Este cineasta, bailarín y performer prepara su primer largometraje y, tras su estreno, le quedarán tres sueños por cumplir: “Ir a los Oscar y ganar; ir a Cannes y ganar, y lograr un sitio en la historia del cine. Ser un director que inspira como me inspiraron a mí los grandes nombres cuando era estudiante”.
Panterino (nombre artístico) se obligó a encontrar su sitio tras la pandemia: “Era un periodo muy oscuro donde no tomé cartas en mi bienestar, todo estaba bajo la alfombra”, recuerda. El empoderamiento le llevó a crear contenido erótico para OnlyFans y meterse “dentro de la industria del porno, en espacios seguros con gente maravillosa”. Se refiere a la productora Erika Lust. “Tenía prejuicio sobre el porno, el exponerme, pero ya lo hacía, y constantemente, en redes como Instagram, donde todo es sexo”.
A Marcel Fenocchio se le ve desde 2020 en Futuroa Sarao Drag, una fiesta de la Sala Apolo, donde él trabaja con el nombre drag Goliarda Parda. Ahora, dibuja un cómic protagonizado por su alter ego y busca formas de hacer lo que pretende: “Celebrar lo transmarikabollo”.
Otro hito que desafía el concepto clásico de éxito: el brillante actor Joel Cojal (21 años) siente que su mayor logro reciente es haber aprendido a hacer castings. Cuando se es un actor atraído por el cine de acción y por el independiente, alguien que sabe combate escénico, esgrima y acrobacia, a la vez que tocar el bajo eléctrico, la guitarra y el ukelele, no es fácil lucirse en una prueba común, celebra.
Max Grosse Majench, de 28 años, voz del grupo Wesphere, considera que lo mejor que le ha pasado es juntarse “con seres queridos para experimentar”.
El futuro no es solo de caras por conocer. Quien haya visto Merlí (2015-2018) reconocerá a Iñaki Mur, de 29 años, el cual regresa ahora tras conocer el lado oscuro de la actuación. “La veintena es una edad bastante atormentada para un artista: es una década de mucha exploración y crecimiento pero también de precariedad. Esa gestión emocional es complicada”. Mur tiene ahora un podcast de Radio PS, Dentro (que usa un poco como terapia) y ha codirigido El sitio de Otto: “De repente, me relaciono con la profesión desde un lugar más sano”.
También en Merlí estuvo Pau Vinyals, de 37 años, quien ahora se encuentra en lances creativos más personales: ser padre, por ejemplo, o contar su vida en una autoficción. “Mi ambición es una expresión escénica que genere sobre todo preguntas y no respuestas”.
De pequeño Vinyals quería ser como el payaso Tortell Poltrona. Quim Ávila, de 29 años, quería ser cuidador de monos. Luego prefirió actor y así entró en Pulseras rojas (2011-2013). Más recientemente ha estado en Girasoles silvestres (2022). Su gran logro actual es saber cuidarse: “Hay que saber decir que no a proyectos, dentro del privilegio que es estar dentro de una rueda laboral potente”.
Daniel Rived (Autodefensa) de joven adaptó un texto de Stefan Zweig, lo montó y lo representó en teatro. Como no tenía los derechos para nada de esto, todo el dinero que ganó fue para pagar la multa. Ahora, sin embargo, el futuro es otro: aparece en Extraña forma de vida, el cortometraje de Almodóvar con Pedro Pascal y Manu Ríos, y ha trabajado con el legendario director teatral Romeo Castelluci. ¿Qué puede quedarle por cumplir? “Un biopic de Guardiola que dirija Albert Serra”.
Dos cineastas se enfrentan al reto de seguir un estreno aclamado. David Moragas, de 30 años, sigue desarrollando el estilo cassavetiano que cultivó en A Stormy Night (2018), pero no tiene prisa por estrenar algo solo por cubrir expediente. “Me gusta la palabra impasse, que en la escritura musical significa algo así como un compás de espera. Lo estimulante es descubrir que también la espera es música”.
Francesc Cuellar disfrutó del éxito el año pasado con Jusqu’ici tout va. Ahora, termina de rodar su siguiente largo. Tampoco tiene claro qué significa el éxito. “Los ideales están tan pervertidos… Que si llegas a 100.000 seguidores, que si alcanzas tantos visionados en salas, en Netflix. Según esos valores, no he alcanzado ningún éxito. Pero si me fijo en mis parámetros de éxito, llegar a vivir en paz, en lo económico, en lo personal, en lo emocional… Para mí, eso es el éxito. Esa paz”.
Maquillaje y peluquería: Juan Ureña. Asistente de fotografía: Marc de Miguel. Asistente de estilismo: Alejandro Meitín. Producción Barcelona: Mañana (Martí Torrebadella, Susana Ripa y Xénia Provins). Producción Madrid: Adriana Suárez. Texto: Tom C. Avendaño.
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