“Bosé hizo cosas que nadie se había atrevido a hacer”: así se metieron dos actores en la mente del cantante
Iván Sánchez y José Pastor interpretan, en diferentes momentos de su vida, al cantante tan recordado por sus enormes éxitos musicales y sus películas como por su convulsa vida privada y sus controvertidas opiniones
Probablemente se pueda adivinar la edad de la mayoría de los españoles al preguntarles cuál es su Miguel Bosé, al hacerles recordar el momento exacto en el que descubrieron a una de las estrellas del pop más impactantes, longevas y unánimes del país. El de Iván Sánchez (Madrid, 49 años) es el de Sevilla (1984), el de la voz resonante y las faldas de Francis Montesinos, que sonaba en su casa a todas horas porque su tía Yolanda era fanática. El de José Pastor (Málaga, 27 años) es el de El número 1 (2012-2013), el programa de talentos de Antena 3 donde años Bosé ejerció como jurado. Ahora ambos actores tienen otro Miguel Bosé dentro: el ser humano detrás del mito al que han interpretado al alimón en la serie de la plataforma SkyShowtime que llegó a España el pasado 3 de marzo.
“Yo en realidad conocí a Miguel hace muchísimos años”, recuerda Sánchez. “Yo era modelo y teníamos amigos en común. En un desfile se me acercó y me dijo: ‘Joder, cómo me recuerdas a mí y cuando yo era joven’. Yo solo acerté a decirle que tenía una tía que estaba enamorada de él”. Iván Sánchez creció en un lugar llamado Móstoles, donde protagonizar una película biográfica de Miguel Bosé no era un sueño muy realista. Convertirse en top model tampoco. Él ha conseguido las dos cosas. En 2002, a los 28, cambió la moda por la interpretación y adquirió popularidad televisiva gracias a El auténtico Rodrigo Leal (2005), Hospital central (2000-2012) o La reina del sur (2011-). En cuanto se enteró del proyecto de Bosé se propuso conseguir el papel a toda costa. Para su primera prueba, se grabó emulando una entrevista del cantante en el programa de Canal + de los noventa, Lo + plus (1995-2005). En el segundo casting conoció a José Pastor.
Pastor pertenece a esa nueva generación de actores españoles sobradamente preparados: ha hecho cursos de baile, canto e interpretación con los mejores mentores (desde John Strasberg hasta Pablo Messiez), se ha forjado en teatro (fue Gastón en La bella y la bestia y Billy Flynn en Chicago) y en televisión (46 episodios de Acacias 38 entre 2019 y 2021) y el año pasado llamó la atención de la crítica y el público interpretando al único buen chaval del pueblo donde tiene lugar Cerdita. En la prueba para Bosé tenía que recrear una entevista del cantante con Mercedes Milá de mediados de los ochenta, cuando acababa de cumplir los 30 y vendía más discos que nadie, y una coreografía a su elección. Optó, claro, por la más vistosa: Super Superman, de 1979. Pero además en el vídeo se arrancó a cantar Bandido, a pesar de que el papel no lo requería (en la serie suenan las canciones originales intepretadas por Bosé), porque estaba convencido de que su talento vocal le haría más bien que mal. “Llevaba varios días empapándome de su música, yo no tenía ni idea de su carrera en sus primeros años y flipé. Yo sobre todo lo conocía como el cantante al que siempre imita alguien en los karaokes”, admite.
El reto al que se enfrentaban Sánchez y Pastor no solo consistía en evocar a Miguel Bosé, sino además convencer al espectador de que, dentro de los seis capítulos de la serie, ambos eran la misma persona. Ambos tenían que ser Miguel Bosé y “el Miguel Bosé de Bosé”, que es lo mismo pero no es igual. Pastor lo interpreta entre finales de los setenta y principios de los ochenta: desde su adolescencia a medio camino entre la mítica casa de Somosaguas (el Manderley de Bosé) donde vivía con su madre, la actriz italiana Lucía Bosé, y la finca de La Virgen en Andújar, donde su padre el torero Luis Miguel Dominguín pasaba sus días de jubilación cazando, hasta su ascenso al estrellato musical en toda España y Latinoamérica.
A Sánchez le tocan los años de sexo, drogas y Bajo el signo de Caín (1993), desde finales de los ochenta hasta principios de los dosmiles, lo cual incluía las luces (su gran amor, su paternidad) y las sombras (la caída en las drogas, las leyendas urbanas de que tenía sida y el día que se publicó que había muerto). La primera escena que rodó fue la de la convalecencia de Bosé tras un accidente de tráfico que en 1999 casi acaba con el cantante de verdad y de cuyas secuelas todavía se está recuperando (el año pasado le operaron de una hernia discal). “Llegué al rodaje deseando ya, tuvimos bastante tiempo para preparar el personaje por separado y en común, pero yo alterné esos ensayos con otra cosa fuera de España [la película italiana de Prime Video Una gran voglia di vivere] y me incorporé una semana más tarde. El día que llegué José ya estaba con la actuación del Florida Park”, recuerda. Esa “actuación de Florida Park” es el debut de Bosé en 1977 en el programa de TVE Viva el espectáculo de José María Íñigo con la presencia de sus padres en primera fila.
Lo primero que le dijeron a José Pastor fue que dejara de ir al gimnasio. Entró en el proyecto en pleno proceso de musculación y esos pantalones de tiro alto, esos petos y esas camisetas de lycra requerían un cuerpo mucho más esbelto. “Yo es que soy muy flaco”, explica. “Así que en cuanto empecé a comer menos, dejé el gimnasio y dediqué horas y horas al baile se me quedó un índice de grasa bajísimo. La actuación del Florida Park fue muy intensa porque son ocho minutos sin parar, canté Lo eres todo para mí y Linda y aunque es en playback yo cantaba de verdad para que quedase realista. Tuvimos que repetir muchas veces. Con la adrenalina no sentía el cansancio, pero al día siguiente me puse enfermo. Tenía que trabajar sus bailes desde la relajación, me ayudaba a encontrar su movimiento porque si lo hacía tenso me cansaba más y no lo encontraba. Miguel bailaba con los hombros abajo, con suavidad, era muy limpio en sus movimientos. Llevaba bailando toda la vida y se movía de manera elástica. Luego se me quedó grabadísima esa la forma de bailar. Iba a discotecas y la gente me decía: ‘Tío, se te ha metido dentro’. Había algo de su fisicalidad que no se me salía”.
Meterse tanto en la piel (y en la carne) de Miguel Bosé les ayuda a comprender al hombre en el que el cantante se ha convertido hoy. Para toda una generación de españoles su Miguel Bosé no es el de Bandido, ni el de Papito, sino una figura algo oscura y semi-cómica que de vez en cuanto invade las redes sociales con sus divagaciones negacionistas sobre la plandemia: tras la muerte de su madre por covid convirtió lo que él denomina “la resistencia pacífica” en su causa personal y denunció una alianza entre Bill Gates y el gobierno español y una “operación de dominio global” de las “élites manipuladoras” para implantar la tecnología 5G a través de las vacunas que, según él, es lo que realmente mata a los seres humanos. Frases como “el 5G se está cargando a todos los gorriones” despiertan una mezcla de sorna e indignación en las redes (Twitter suspendió la cuenta de Bosé por difundir bulos) y la entrevista que le concedió a Jordi Évole en abril de 2021 descubrió un nuevo Miguel Bosé que dejó a mucha gente estupefacta. A los actores que lo interpretan no les sorprendió tanto.
“La prensa ha sido muy injusta con él”, señala José Pastor. “Lo han matado no sé cuántas veces, lo ha acusado de tener sida, ha sufrido mucho personalmente y hubo un momento en que dijo: ‘Mira, dejadme en paz’. Porque no se puede vivir así. Creo que se ha visto acorralado muchas veces. Entonces puedo llegar a entender que de repente diga: ‘Se acabó”. Iván Sánchez destaca que Bosé se ha visto asediado por la soledad en muchos momentos, pero que está más en contacto con la realidad de lo que puede parecer. “Cuando estás tan expuesto a tantísimo ruido y a tanta gente llega un momento que te vas para el otro lado, necesitas encontrar el equilibrio y te vuelves un poco más hacia ti. Y a veces desde esa soledad, sin esa familia o sin esa base que te va a sostener, te enganchas a algunos peligros. Y te vas. Pero Miguel tuvo muchísimos años de vivir en la calle, en la noche, y ahí no era selectivo. A Miguel te lo encontrabas en cualquier lado. Miguel está atento a todo, se entera de todo, es un tío muy culto, lee mucha prensa, sabe lo que pasa en la calle a día de hoy”, asegura.
La entrevista de Évole se emitió a pocas semanas de empezar el rodaje y Pastor se sentó a verla con mucha curiosidad, después de meses de trabajo para transformarse en él. “Me gustó mucho verla y me pareció muy interesante porque vi a una persona que no trata de ocultar nada de lo que ha hecho. Realmente toda polémica, depende como se mire, más ruido hace para que la gente quiera ver la serie”, afirma. Sánchez solo vio un fragmento de la entrevista y llegó a la conclusión de que no le servía para el trabajo que tenía por delante. “Fuera de la serie yo no presto atención. Yo no me entero de la mayoría de las cosas, me he vuelto muy selectivo a la hora de lo que quiero para mí. Y a lo que no me sirve no le presto mucha atención”, reconoce.
El último día de rodaje conocieron por fin al mito. Bosé vino desde México el día antes de su 66 cumpleaños y pasó 24 horas en España para aparecer en la última escena de la serie. Esa fue, además de docenas de entrevistas previas con el creador Nacho Faerna, su única participación: a diferencia de otros casos, como la serie de Luis Miguel, Bosé no ejerce como productor de su biopic ni se inmiscuyó en los guiones o en el rodaje. “Llegamos a la conclusión de que era mejor conocerlo al final, porque realmente hicimos una ficción”, cuenta Pastor. “No estamos tratando de imitarle en ningún momento, teníamos que contar su historia partiendo desde nosotros y crear al personaje independientemente de él. Cuando lo conocí por fin me pareció un tío supernormal. A veces nos montamos una expectativa y luego la gente es gente. Estaba muy contento y nos decía: ‘Me gusta que seáis vosotros los que lo hacéis’. Me pareció muy llano, muy cercano. Yo solo sentía agradecimiento”. Aquella jornada de rodaje, Sánchez pudo comprobar una vez más la capacidad innata de Bosé para dominar el espacio que ocupa. “Miguel controla muy bien las relaciones, es una persona muy seductora a todos los niveles, en su manera de expresarse, en su manera de contar. Te envuelve. Y es muy cariñoso”.
Una vez culminado el proceso ambos actores han aprendido varias lecciones de Miguel Bosé. La más importante, que hay que ser valiente para ser libre, y confían en que la serie reinstaure su legado artístico. “He aprendido que es mejor hacer todo desde el amor que desde el miedo”, resume Pastor. “Si Miguel no hubiera sido así vestido, si no hubiera bailado en el escenario, si no hubiera compuesto Bandido, nunca habría roto todos esos moldes y esas limitaciones. Porque Miguel Bosé hizo cosas que no se había atrevido a hacer nadie. Y eso no hay que olvidarlo”.
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