El ‘caso Bosé’ divide a la gente: ¿por qué en 2018 hay figuras públicas que aún siguen en el armario en España?
La noticia de la separación del músico y el escultor Nacho Palau devuelve a la actualidad un viejo debate: ¿es privada la orientación sexual?
Llevamos 45 años escuchando a Miguel Bosé (Panamá, 1956), pero jamás oímos de su boca un solo detalle sobre su vida privada. Su presencia ha sido constante en música, cine y televisión y, sin embargo, hasta esta semana no supimos con quién compartía su vida. La noticia de su ruptura con el escultor valenciano Nacho Palau tras 26 años de relación dinamita el que fue, probablemente, el blindaje personal más férreo de España.
“Entrevisté a un actor que me habló abiertamente de su homosexualidad. Días después, su representante me rogó eliminase todas las referencias al tema de mi entrevista”
Agustín Gómez Cascales, redactor jefe de 'Shangay'
Pero hubo una entrevista en la que se abrió más que en ninguna otra. La concedió en junio de 2013 para la revista quincenal de temática LGTB Shangay y en su portada, vestido de rosa, reveló: “Tengo cuatro hijos” (él había anunciado en abril de 2011 a través de su cuenta de Twitter que había sido padre de dos).
“Con Miguel Bosé las entrevistas son siempre imprevisibles”, relata Agustín Gómez Cascales, redactor jefe de Shangay, autor de aquella entrevista y uno de los DJs más solicitados de la capital. “He tenido la suerte de que me reciba en su casa varias veces y ha compartido intimidades que jamás habría imaginado. Nunca ha habido exigencias previas de lo que se podría tratar y qué no. Lo que sí se ha creado en cada ocasión es un acuerdo tácito no verbalizado. Todo lo que veía o comentaba antes y después de tener una grabadora de por medio pertenecía a su intimidad, lo compartía conmigo no como periodista, sino como visitante”.
“El día en que reveló que tenía cuatro hijos ni me podía imaginar que me iba a contar algo así”, continúa. “Cuando parecía que habíamos terminado se quedó pensativo y me dijo que le acompañara. Me llevó a la habitación en que estaban sus cuatro hijos y me lo explicó, incluso pasamos un buen rato después con ellos. Me dio la sensación de que era algo que quería compartir y que decidió en ese momento que quería hacerlo. Ahí sí me dejó claro que quería que lo contara y así lo hice. Fue un gesto que considero muy relevante: iba a ser portada del número especial del Orgullo Gay de Shangay, está claro que tenía claro que sabía que lanzaba un mensaje muy potente con su revelación. Y el alcance de la noticia le dio la razón”.
Una verdad incómoda (pero necesaria)
Miguel Bosé siempre jugó a la ambigüedad y eso trajo modernidad a España. Llevaba falda, se maquillaba, Andy Warhol le hacía portadas y se travistió para Tacones lejanos (1991), uno de los clásicos de Pedro Almodóvar. Unido a una vida privada tan protegida, eso hizo que muchos seguidores se planteasen diversas teorías acerca de él que jamás ha confirmado.
Es el caso de muchos artistas y figuras públicas, tanto de la generación de Bosé como de otras más jóvenes: no están en ningún armario de manera propiamente dicho, dado que no ocultan a sus amigos y familiares con quién comparten su vida, pero lo callan ante los medios y ante sus admiradores. Esto crea dos corrientes de opinión casi tan viejas como la propia sexualidad: ¿qué parte de nosotros es pública y cuál es privada? ¿Pertenece nuestra orientación sexual al ámbito privado? ¿O solo cuando esa orientación consiste en ser lesbiana, gay o bisexual?
Alberto Jiménez (Toledo, 1984) es el vocalista del grupo Miss Caffeina, grupo que alterna actuar en festivales indies con sonar en Los 40 Principales y llenar La Riviera de Madrid. Él habló claro de su sexualidad y contó que tenía un novio desde muy temprano en su carrera y, en su opinión, es lo que deberían hacer todos los artistas. "Ocultar que eres homosexual o bisexual por miedo a que profesionalmente y personalmente te vaya peor es mandarle un mensaje equivocado a la gente, y en concreto a las nuevas generaciones. Es decirles: mientras ocultéis quienes sois y juguéis a ser otra persona, todo va a ir bien”. Cascales, de Shangay, está de acuerdo: “Me parece fundamental que los artistas LGTB lo compartan públicamente. Quienes lo hacen saben perfectamente lo que ayudan con su visibilidad".
¿Hay realmente tantos artistas en España que oculten su sexualidad? “¿Por dónde empezamos la lista?”, pregunta Alberto Jiménez con sorna. “¿Tienes unos cuantos folios?. Cascales lamenta: “Lo peor es que pasan las décadas y sigue sucediendo”.
No digas, no preguntes: persona contra personaje
El periodista recuerda un caso reciente en el que se enfrentó a esto: “No hace mucho entrevisté a un intérprete que, muy cómodo durante nuestras conversaciones, habló abiertamente de su homosexualidad. Días después, su representante me rogó que me eliminase de mi entrevista cualquier referencia al tema”. El caso es paradigmático: la persona habla con tranquilidad de su sexualidad, pero el personaje público (personificado aquí en su mánager) debe callar.
"Me parece que cuanto menos se sepa de la vida privada de un actor es mejor para que sus interpretaciones sean más creíbles", cuenta Antonio Rubial, director de la agencia de talentos A6 Cinema (que representa a estrellas como Olivier Martinez, Quim Gutiérrez, Andrés Velencoso o Inma Cuesta). "Detalles como su orientación sexual o a qué partido político apoyan pueden condicionar inconscientemente a algunas personas para que sus trabajos les resulten más o menos creíbles. Por eso, más allá de si puede influir o no en su carrera, creo que cuanto más se parezcan a un lienzo en blanco, mejor".
"Tener un ídolo conlleva cierta fantasía sexual", señala Mauro Canut, compositor de algunos éxitos del pop español como Mi novio es un zombie (interpretada por Alaska y Dinarama) y director de estrategia digital de la agencia de márketing The Good Click. "Es algo aspiracional: si un ídolo de masas dice que es gay y sus seguidoras comprenden que jamás estará a su alcance, se rompe parte de la ilusión. No hay ningún caso a lo largo de la historia de una estrella adolescente (o no tan adolescente ya) que haya dicho que es abiertamente gay en pleno éxito".
Marina Rodríguez (Sevilla, 1988), de nombre artístico Marina Jade, fue una de las concursantes más aplaudidas de Operación Triunfo 2017 no solo por decir desde su entrada en la Academia de forma natural que era bisexual, sino por protagonizar un aplaudido beso con su novio Bastian –un chico transexual– ante más de dos millones de espectadores. Pero incluso ella señala que ese miedo al fracaso y el rechazo del público está muy presente en los artistas a la hora de mostrarse tal y como son.
"Tristemente todavía hay gente muy homófoba", cuenta desde Sevilla. "Además de cómo puede afectar personalmente la decisión de salir del armario, que no es nada fácil, a nivel profesional puede hacer que pierdas un público que antes era fiel. Yo decidí contarlo porque quería, pero si no hubiera querido hacerlo tampoco habría sido algo malo: te enfrentas a cosas que dan realmente miedo".
A ver, os voy a aclarar una cosa porque no paro de leer que soy hetero.
— Marina Jade (@MarinaJade) April 14, 2018
Si estoy con un chico: soy bisexual
si estoy con una chica: soy bisexual
si estoy sola: sorpresa, sigo siendo bisexual porque esa es mi orientación sexual. Da igual con qué persona esté porque sigo siendo bi
“En el caso de los músicos que se resisten a hablar con naturalidad de ese tema, incluso jóvenes”, apunta Cascales, “es evidente que hay homofobia interiorizada”. Sobre la homofobia interiorizada (la actitud hostil hacia la homosexualidad de uno mismo, a menudo inconsciente e involuntaria), la neuropsicóloga clínica Violeta Alcocer explica que es "la sociedad en la vivimos y sus mandatos de género se incorporan como la norma desde la infancia. Crecemos construyendo un sistema de creencias y valores de acuerdo a la heteronormatividad imperante". Por eso, cuando una persona se da cuenta de que su forma de sentir es diferente a lo que ha aprendido, surge "un conflicto entre el yo real (o sea, quien eres) y el yo aprendido (la persona que te dijeron que tenías que ser). Y ese otro yo que creció en la heteronormatividad sigue manteniendo un discurso crítico".
Los peligros de salir ahí fuera
"Me parece que cuanto menos se sepa de la vida privada de un actor es mejor para que sus interpretaciones sean más creíbles. Su orientación sexual o política pueden condicionar inconscientemente a algunas personas para que sus trabajos les resulten más o menos creíbles" Antonio Rubial, director de la agencia de talentos A6 Cinema
“Nadie debería sacar del armario a nadie”, apunta Alberto Jiménez, de Miss Caffeina. “Ha de ser una elección personal. Pero me parece ridículo plantearse esto, porque es como si a un heterosexual le preguntas '¿Eres heterosexual?' y te responde: 'Eso pertenece a mi ámbito privado'. Esto es un síntoma de que piensas que es algo negativo”.
Muchos de los que eligieron hacerlo eligieron la portada de una revista. Agustín Gómez Cascales ha sido el responsable de bastantes de estos casos en Shangay. “He tenido la suerte de ser vehículo de salidas del armario muy sonadas, como la de Alejandro Amenábar o la del waterpolista Víctor Gutiérrez. Y de otras que no han tenido tanta trascendencia, pero que considero igualmente positivas porque en ocasiones no hacer ruido también es sinónimo de normalización”.
Alberto Jiménez, de Miss Caffeina, decidió salir del armario en un programa de radio en 2013, hablando de su novio de forma natural cuando fue preguntado al respecto. “Al empezar a ser conocidos pensé si podría afectar a mi carrera y la de mis compañeros, pero luego me di cuenta de que si no actuaba de forma natural con mi sexualidad estaba mandando un mensaje equivocado a la gente que nos seguía".
Los miedos de Jiménez o de Marina Jade no eran infundados. Cuando Ricky Martin hizo pública su homosexualidad en 2010 confesó a continuación que mucha gente le había dicho "que no tenía importancia, que no merecía la pena. 'Todo por lo que has trabajado y todo lo que has construido se desplomará'. Y como estos consejos venían de gente a la que amo verdaderamente, decidí seguir con mi vida sin compartir con el mundo mi verdad". Solo un año antes había tenido lugar uno de los episodios más vergonzosos –y curiosamente olvidados– del pop reciente: el cantante Adam Lambert, abiertamente gay, actuó en una gala de los American Music Awards. Durante su interpretación de For your entertainment besó en la boca al teclista. La cadena ABC informó al día siguiente de que había recibido 1.500 quejas vía telefónica y varias asociaciones de padres emitieron comunicados pidiendo que la cadena se disculpase.
La cadena no se disculpó, pero canceló la aparición de Lambert en uno de sus programas estrella. Lo sustituyeron por Chris Brown, el cantante que dos meses antes había sido declarado culpable de maltratar a su exnovia Rihanna y que estaba entonces en libertad condicional. El mensaje que recibió Ricky Martin y, más o menos, todo el mundo que asistió a aquella infamia, era que los medios de comunicación perdonaban antes una paliza a una mujer que un beso en la boca a un hombre. A veces los armarios, aún fríos y solitarios, pueden parecer un lugar más seguro que el exterior.
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