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Karmento, sorpresa del Benidorm Fest: “Solo de mayor te das cuenta de cómo tu pueblo y tus amigas te han hecho ser quien eres”

La artista manchega ha dado un impulso a su carrera con la participación en el certamen, del que emergió, mediante la canción ‘Quiero y duelo’, como uno de los grandes descubrimientos

La cantante Karmento (Carmen Toledo), revelación del Benidorm Fest. Estilismo: Ana Almenara. En el vídeo, la cantante explica la historia de la canción 'Quiero y duelo'. Foto: Juan Pérez-Fajardo

Carmen Toledo (Bogarra, Albacete, 41 años), más conocida por el nombre artístico Karmento, abandonó Albacete cuando alcanzó la mayoría de edad, cansada de que todo el mundo la conociese. “Vas a cualquier sitio y saben quién eres. Cuando eres joven, quieres ir donde no te conozca nadie. Me fui a Madrid a estudiar, pero también un poco en busca del anonimato”, cuenta a Icon la artista manchega, una semana después de renunciar a ese reconquistado anonimato ante buena parte del país entero y convertirse en una de las sensaciones del Benidorm Fest, el certamen de RTVE para elegir la representación española en el Festival de Eurovisión. La cantautora, cuyo nombre no había hecho tanto ruido como el de otros aspirantes en los días previos al concurso, sorprendió en la semifinal al clasificarse como segunda favorita del público (solo detrás de Blanca Paloma, la que ha terminado siendo candidata) y, de nuevo, en la final, con una puesta en escena marcadamente arraigada en La Mancha y que evoca el pueblo de menos de 1.000 habitantes donde pasó su infancia.

Aún “cansada” y con “resaca emocional”, Karmento se declara satisfecha del resultado obtenido y de la apuesta llevada a cabo al concurrir en el Benidorm Fest, pese a tratarse de un formato muy alejado al ecosistema al que estaba acostumbrada, íntimo y en salas pequeñas. “Todo el tema del plató y las pantallas a mí me generaba un poco de hostilidad, tío”, admite. “Por eso quería que el escenario fuera un refugio, con un cotano [el exterior de las casas de los pueblos manchegos, donde se sale con las sillas]”. La cantante justifica su decisión de participar en el festival como un modo de “abrir una ventana al proyecto para que la gente lo conociese”, después de una década de trabajo a sus espaldas. “Las estrategias, para artistas que ya tenemos una trayectoria y no tenemos claro a dónde ir, pasan a veces por buscar oportunidades de este tipo. Si tú te quieres dedicar a la música e intentar que tu arte sea tu forma de vida, es una forma de crecer”.

Con dirección del escenógrafo Javier Pageo, sumada al asesoramiento de colaboradores estrechos como Aroha Morales, responsable del videoclip de La manchega en la azotea y “pieza esencial del universo Karmento”, la bogarreña interpretó la canción Quiero y duelo sobre una alfombra de esparto, tejida por un auténtico artesano espartero de La Mancha, y dentro de un barco en forma de cesta de mimbre, con vegetación autóctona, una sábana tendida, castañuelas colgadas, una damajuana o unas sillas de enea con naranjas encima. Una narrativa “delicada y humilde en su grandeza”, en palabras de Toledo, que evocaba al mismo tiempo “la memoria, la infancia y el hogar” y también la partida, el abandono del lugar al que se pertenece y la identidad que se lleva consigo.

La cantante Karmento. Estilismo: Ana Almenara.
La cantante Karmento. Estilismo: Ana Almenara.Juan Pérez-Fajardo

“Aunque es tremendamente personal, canto Quiero y duelo en tercera persona porque es la historia de mucha gente. El conflicto entre el lugar del que eres y tu propia individualidad, el miedo de irte y que, al volver, algo haya cambiado… Al final es algo universal, no de una sola región”, reflexiona la artista, que observa que se está dando también un reencuentro con las raíces en la escena musical convencional, mediante la recuperación de los géneros tradicionales. “Es como el universo, todo lo que se expande luego se contrae, todo lo que se aleja vuelve al núcleo. Hay un anhelo de volver a casa en todos los ámbitos, porque es donde te sientes segura, también en términos artísticos. Como una forma de reconciliación. Si mi presencia ha reactivado la conciencia de que se pueden hacer proyectos de calidad conectados al folclore, yo me alegro de abrir brecha a gente que está haciendo lo mismo o que lleva mucho más tiempo en el camino”.

Paraíso recuperado

Con dos discos largos publicados (Mudanzas en 2015 y Este devenir en 2020), Carmen Toledo ha compaginado en estos años sus inquietudes musicales con la profesión de sexóloga y educadora, facetas que no considera del todo separadas entre sí. “En los artistas y en la cultura, más allá de mostrar nuestro ego o nuestro talento, ha habido siempre la responsabilidad de mostrar los valores de una sociedad, de ayudar a educarla, mejorarla y transformarla. Creo que mis profesiones son amigas entre sí, porque al hacer música también pienso en mi responsabilidad educativa”, explica. “Ayer justamente vi el documental Antonio Machado. Los días azules [2020] y me conmovió mucho, porque creo que muestra muy bien la relación entre la cultura y la educación. También la idea de la infancia como paraíso perdido, la tristeza de Antonio Machado al darse cuenta de que nunca va a volver a ver su limonero”.

Karmento sí intenta volver con frecuencia a su Bogarra natal. No romantiza ni la vida en el pueblo ni el núcleo familiar y confiesa tener también sus “odios”, pero para el proceso artístico que ha atravesado considera que ha sido esencial recorrer las imágenes de su infancia. “Hasta que no creces y te haces mayor, no te das cuenta de cómo esas vivencias te construyen. Mi gente, mis amigas del pueblo, las primeras borracheras, los primeros amores, los primeros conflictos entre tus padres y tu libertad…”, resume. “Bogarra es donde yo he vivido todos esos hitos, aunque me siento muy cercana y muy identificada con cualquier persona que haya forjado su identidad viviendo la infancia en un pueblo, en las fiestas locales o en el ir y venir de la provincia”.

La cantante Karmento, durante su actuación en la final del Benidorm Fest.
La cantante Karmento, durante su actuación en la final del Benidorm Fest. Morell (EFE)

En este sentido, la cantante se muestra orgullosa de poder dar voz a personas que, fuera del pueblo, apenas han tenido posibilidad de hacerse escuchar: “Mi padre trabajaba a los ocho años y, cuando tuvo edad, fue a buscarse el pan como camionero. Pertenece a una generación que se vio obligada a ganarse la vida como fuera para huir de la pobreza total”. Ella es la primera de su familia que se dedica al arte y a la música “de manera profesional”, sin que ello signifique, subraya, que sea la primera artista. “Para mí, artista es quien busca otras visiones fuera del guion preestablecido, quien mira más abiertamente a la vida y a otras formas de entender las cosas. Mi madre, como digo en Quiero y duelo, es quien me dio las alas, y creo que es porque reconoció en mí el espíritu libre y creativo que ella siempre ha tenido. Es una folclórica manchega, siempre nos ha encantado bailar en casa, cantar o preparar una secuencia [coreografía]”.

Por ello, sobre el escenario del Benidorm Fest, Karmento también quiso poner el acento en la representación intergeneracional, con la participación del coro de la Schola Cantorum de Albacete en el tramo final de la canción. “La gente se pensaba que eran mi padre y mis vecinos [ríe]. Ha sido una preciosidad, una pasada conocerles. A mí me gusta todo lo que suena a armonizar voces y el lololó es el canto popular por antonomasia, porque todo el mundo lo puede cantar. Se trataba de enfatizar esa noción de canto popular, el que no necesitas saberte, el que pertenece a la gente de a pie”.

Para 2023, la cantautora planea volver a girar con su último disco, Este devenir, para aprovechar “el cambio de guion inesperado”, y también preparar un tercer álbum. “Que la gente de nuestra cultura, de nuestro folclore o del campo se haya sentido reflejada con mi propuesta me da un nido. Así que tengo ganas de seguir investigando por ahí, aunque salga un disco continuista. Para mí, al fin y al cabo, la identidad también es un descubrimiento”.

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