“Las acusaciones de violación son solo la punta del iceberg”: la serie que explora la vida (y familia) de Armie Hammer

Primero se difundió entre chascarrillos: en enero de 2021, una cuenta anónima de Instagram difundió mensajes supuestamente enviados por el actor Armie Hammer (Santa Mónica, California, EE UU, 36 años), el entonces imparable protagonista de producciones como Call Me By Your Name (2017), Operación UNCLE (2016) o El llanero solitario (2010). Estos mensajes estaban dedicados a diferentes mujeres y en ellos, el actor parecía exhibir una amplia gama de fetiches sexuales relacionados con el canibalismo, la esclavitud y la violencia. “Soy 100% caníbal. Joder. Me da miedo admitirlo. Antes he arrancado el corazón de un animal vivo y me lo he comido mientras aún estaba caliente”, se leía en uno de ellos. “Si te follase hasta dejarte en estado vegetativo, te mantendría, te alimentaría, te cuidaría y seguiría follándote”, prometía otro. Se tomaron, en un principio, por textos rocambolescos de veracidad discutible. Hubo quien defendió a Hammer ante lo que parecía kinkshaming (burla a alguien por sus inusuales preferencias sexuales), al considerar que se le estaba humillando por expresar fantasías íntimas que no tenían por qué estar vinculadas a un comportamiento real y delictivo.

Todo adquirió otro cariz el 14 de enero, cuando una de las exparejas del intérprete, Courtney Vucekovich, detalló a la web de cotilleos anónimos Page Six (en un artículo con el titular: “Quería cocinarme a la barbacoa y comerme”) su experiencia “no solo rara y asquerosa, sino emocionalmente abusiva”. Vucekovich alegó que las prácticas sadomasoquistas que habían realizado no habían sido consensuadas.

“Te cautiva y, mientras te seduce, te está preparando para otras cosas más oscuras, duras y agotadoras. Absorbe todo lo bueno que puede haber en ti. Hizo algunas cosas conmigo con las que no me sentía cómoda, me convenció de que estaban bien y me puso en situaciones peligrosas”, declaró la mujer. Contaba haber padecido ataques de pánico y necesitar terapia tras su relación con el actor, de quien destacaba su carácter “obsesivo” y capacidad de manipulación.

Otra mujer, Paige Lorenze, tras ver aquellos mensajes, decidió también hablar públicamente sobre Hammer, a quien prometía conocer bien: creía haber identificado en esos intercambios un patrón de comportamiento similar al que, según ella, la estrella había mostrado en aquel tiempo. “Lo más aterrador es que yo lo amaba de verdad. Le habría dejado hacer cualquier cosa. Tenía cierto control sobre mí”, contó a E! News.

Hammer ha negado categóricamente la veracidad de estos mensajes a través de sus representantes, pero el escándalo ha precipitado su salida de todos los proyectos en los que tenía previsto participar. Muerte en el Nilo, rodada en 2019 y estrenada en 2022 tras una gran cantidad de aplazamientos, ha sido la última película en la que el público le ha podido ver (y fue llamativamente escondido en la promoción, incluido el póster). Lo último que se ha sabido de él es que estaba trabajando como vendedor de multipropiedades cerca de un hotel en las Islas Caimán, donde viven sus hijos y su exmujer, y que, según Variety, ha completado una estancia en rehabilitación para curarse de sus diferentes adicciones.

Hammer ha estado cultivado todo este tiempo un perfil bajo, quizá con la esperanza de que un día amainase el vendaval: esta estrategia, no obstante, se ve ahora amenazada por el estreno de La saga de los Hammer: Escándalo y perversión, un documental de tres episodios sobre la historia de su familia, que Discovery+ estrena este viernes 2 de septiembre, y que en España se podrá ver en la misma fecha (con periodicidad semanal) a través de la plataforma HBO Max.

El documental cuenta con los testimonios de varias de las presuntas víctimas de la estrella, las cuales aportan documentos inéditos hasta ahora, como mensajes de audio (“Mi plan era atarte por completo e incapacitarte, y luego poder hacer lo que quisiera en cada agujero de tu cuerpo hasta que me cansase”, parecer oírse decir a Armie en uno). En él participa Casey Hammer, tía del actor, quien cortó años atrás la relación con sus parientes y quien en 2015 publicó una explosiva autobiografía, Surviving my Birthright (sobreviviendo a mi derecho de nacimiento, podría traducirse), donde denunciaba que su padre, Julian Hammer (abuelo del actor), había abusado sexualmente de ella cuando era una niña y también de otros miembros de su familia, una revelación en la que se espera que profundice en la docuserie.

“Las acusaciones de violación y abuso presentadas contra Armie Hammer en los últimos años son solo la punta del iceberg en lo que se refiere a la familia Hammer. En La saga de Hammer, asistimos a detalles realmente perturbadores y secretos, siniestros que el dinero y el poder no han podido ocultar para siempre”, promete Jason Sarlanis, responsable de los contenidos de crimen e investigación de Discovery+.

Cinco generaciones de poder, privilegio y violencia

Cuando Armie Hammer despuntó en Hollywood gracias a su interpretación de los gemelos Winklevoss en La red social (2010), tampoco necesitaba precisamente ganarse la vida. Muy al contrario, el actor provenía de una familia millonaria de magnates petroleros, maniobreros soviéticos y marchantes de arte. No sin sus lagunas: su tatarabuelo, el doctor Julius Hammer, inmigrante ruso en suelo estadounidense, fue sentenciado a entre tres y 12 años de prisión por homicidio involuntario por haber practicado, en 1919, un aborto a la mujer de un diplomático de su país: de acuerdo a las conclusiones del jurado, Julius había dejado “morir como un perro” a su paciente. Y, para encubrir el crimen, había achacado la muerte a la pandemia de la época, la allí llamada gripe española.

Con Julius en prisión, su hijo, Armand Hammer (quizá apoyado por Lenin y Stalin, según el libro de 1996 Dossier: The Secret History of Armand Hammer, de Edward Jay Epstein), tomó control de su empresa, Allied Drug & Chemical. Epstein cita a una exmujer de Armand (en una biografía que, eso sí y quizá lógicamente, no fue autorizada): esta asegura que Armand fue el verdadero responsable del aborto que derivó en homicidio. Su padre solo cargó con la culpa.

Armand, de quien una de sus esposas llegó a decir que era inmune al “sufrimiento de los demás”, engrosó la fortuna familiar gracias a la compañía petrolífera Occidental Petroleum, la cual dirigió desde 1957 y hasta su muerte. Siempre según Epstein, Armand lavó dinero, usó su faceta de marchante de arte para financiar el espionaje soviético y facilitó contribuciones ilegales a la campaña de Richard Nixon, “con toda probabilidad, para pagar el encubrimiento del caso Watergate”. El biógrafo cuenta cómo una de las amantes de Armand, a la cual él obligó a cambiarse el nombre y usar disfraces tras ser descubierta por su esposa, accedió a peticiones sexuales “extremadamente humillantes” bajo la promesa de que él iba a encargarse de su familia. Finalmente, la excluyó del testamento.

Armand tuvo un hijo, Julian, abuelo de Armie. Tampocó él heredó el control del imperio petrolero debido a su “comportamiento inestable”: además de los abusos sexuales denunciados por su hija Casey, en 1955, en la madrugada de su 26 cumpleaños, fue acusado de asesinar a un hombre en su casa por una supuesta deuda de juego. No llegó a pisar la cárcel. El juez estimó que había actuado en defensa propia.

Michael Hammer, padre de Armie, hijo de Julian y heredero de los negocios de Armand, llevó la fortuna familiar a otro nivel: instaló a su familia en las Islas Caimán y renunció a la nacionalidad estadounidense. Se centró en su estricta fe cristiana y, de paso, la venta de cuadros falsificados de autores como Rothko y Pollock, escándalo que llevó al cierre de su concesionario de arte en 2011. Según un reportaje de Vanity Fair publicado en 2021, donde se citaba a amigos íntimos de Michael, el empresario posee, para sus ratos libres, un “trono sexual”: una silla enorme con un agujero en el asiento, una jaula y un gancho.

Pese a la desaparición de la vida pública de Armie Hammer, tocayo por cierto de Armand, no hay por ahora ninguna investigación policial en marcha contra él. La acusación de violación inicial fue desestimada tras una investigación que, en diciembre de 2021, concluyó por falta de pruebas suficientes.

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