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‘Avocado Ibuprofen’: un culto al fracaso algo perverso

Las viñetas del finlandés Jaakko Pallasvuo concentran la ansiedad milenial en un práctico tamaño Instagram

En su perfil de Instagram, Avocado Ibuprofen, Jaakko Pallasvuo crea viñetas –a veces divertidas, otras angustiantes– que narran en primera persona y desde un punto de vista ambiguo y vulnerable pequeñas reflexiones sobre arte, economía, cambio climático...
En su perfil de Instagram, Avocado Ibuprofen, Jaakko Pallasvuo crea viñetas –a veces divertidas, otras angustiantes– que narran en primera persona y desde un punto de vista ambiguo y vulnerable pequeñas reflexiones sobre arte, economía, cambio climático...

La sinceridad con la que nos exponemos en las redes sociales sigue siendo una fuente de debate y ansiedad. Lejos queda esa inocencia con la que se percibía Internet en los noventa como un espacio neutral donde jugar con nuestra identidad, sexualidad, raza o clase social. Ahora nuestros avatares son más bien un vehículo que usan otros para monetizar nuestro narcisismo e inseguridad. Jaakko Pallasvuo, artista finlandés surgido de la escena de net art de la década pasada, saca oro de todo este nihilismo y autodesprecio irónico que hemos abrazado en la red. De ese miedo a desaparecer si no estamos visibles online. Pallasvuo ha ido generando un culto cada vez mayor alrededor de unos cómics digitales que cuelga en su perfil de Instagram, bajo el impagable seudónimo Avocado Ibuprofen. Crea viñetas –a veces divertidas, otras angustiantes– que narran en primera persona y desde un punto de vista ambiguo y vulnerable pequeñas reflexiones sobre arte, economía, cambio climático... No queda claro qué es autobiográfico y qué no, si es sincero o simplemente un cínico muy simpático. El desaliño formal que le ofrece un bolígrafo negro mezclado con el tono aséptico de un meme y un grafismo heredero de las primeras páginas web, son sus principales herramientas para dar vida a estas radiografías de cómo nos comportamos en ese limbo entre lo real y lo digital en el que vivimos.

El resultado muchas veces es como si Garfield hubiese leído el Realismo capitalista de Mark Fisher y nos recordara que, en un aspecto u otro, todos somos mediocres. Un culto al fracaso algo perverso pero muy representativo de esa clase creativa milenial que tiene que lidiar con el legado de precariedad que le han dejado las generaciones anteriores.

“Siento que la gente en realidad quiere escucharme criticar las cosas, en lugar de celebrarlas”, afirmaba Jaakko en una entrevista. Quizá su mayor defecto sea la tensión de criticar las redes sociales mientras las usa como plataforma para esa misma crítica. Quizá su mayor virtud es que nos permiten fingir que entendemos lo que nos rodea.

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