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Quién es Javier Calleja, el artista malagueño que causa furor en Asia

Su trabajo es difícil de definir y Calleja prefiere no hacerlo. No le gustan las etiquetas porque, dice, encasillan. Pero los críticos definen su trabajo como pop o kawaii y destacan la influencia del manga japonés. Mientras, él intenta huir de todo ello

Las obras de Javier Calleja han viajado por medio mundo: Japón, China, Estados Unidos, Rusia, África y Latinoamérica. En la imagen, el creador en su estudio de Málaga.
Las obras de Javier Calleja han viajado por medio mundo: Japón, China, Estados Unidos, Rusia, África y Latinoamérica. En la imagen, el creador en su estudio de Málaga.CALLEJA STUDIO
Nacho Sánchez

Con cara de bueno, el personaje te mira directamente a los ojos. Tiene pinta de no haber roto nunca un plato, de vivir en la inocencia, pero en su camiseta hay un mensaje claro: “Fuck you all” (que os jodan a todos). Leída la frase, su risa parece ahora otra cosa, más maliciosa e irónica mientras existe la sensación de que se va a lanzar a hablar, que va a salir del cuadro en cualquier momento. Como este, los empáticos protagonistas de las obras de Javier Calleja (Málaga, 1971) todavía siguen en el lienzo, pero desde ahí han viajado a medio mundo. Desde Japón o China a Estados Unidos, Rusia, África o Latinoamérica. También Hong Kong, donde el pasado 22 de marzo Christie´s vendió su pieza Waiting for a while por 1,14 millones de dólares.

Los éxitos son continuados: hay series de 200 esculturas de pequeño formato que se han vendido en minutos. Hoy su trabajo forma parte de colecciones de deportistas de elite, actores de Hollywood o ha sido adquirido por nombres como los de J Balvin y el DJ Steve Aoki. “Hay un momento en el que, de repente, te das cuenta de que hay cola de gente esperando para comprar una obra tuya y te llaman galerías de todo el mundo”, explica Calleja desde el sofá de su estudio, ubicado a las afueras de Málaga, donde pasa horas encerrado en su propio universo.

Entre cajas de lápices, lienzos en blanco y vigilado por la mirada fija de sus personajes, Calleja vive alejado de los focos en la Costa del Sol mientras se convierte en un fenómeno en el continente asiático. Desde que estudió Bellas Artes en Granada hasta su consolidación definitiva en el mundo del arte ha recorrido un largo camino intermedio con parada en una treintena de exposiciones individuales.

Javier Calleja, en su estudio malagueño, frente a una de sus obras.
Javier Calleja, en su estudio malagueño, frente a una de sus obras.CALLEJA STUDIO

Más tarde su nombre se fue asentando con muestras como Play room en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga en el año 2008. Dos años después abrió cuenta de Instagram y el número de seguidores fue creciendo hasta los 122.000 actuales. Le siguieron intervenciones en camiones, pinitos en el arte urbano, el cartel del Festival de cine de Málaga, muestras en Alemania, Bélgica o Nueva York, presencia en Arco o Art Basel en Suiza. Pero su gran momento llegó en 2017, cuando expuso de la mano de Aisho Nanzuka en Hong Kong. Vendió todo e incluso se creó una lista de espera para adquirir su trabajo. Un año después, la galería le llevaba a Tokio y la historia se repetía. “Comprendí que algo pasaba con mi trabajo. Y por fin pude empezar a pagar todas las facturas”, subraya Calleja, que ahora cuenta con más metros cuadrados de oficina -donde trabajan cinco personas- que estudio. “Sin un equipo es imposible hacer todo esto”, señala.

El trabajo del malagueño es difícil de definir y él prefiere ni hacerlo. “No me gustan las etiquetas, te encasillan”. Los críticos intentan etiquetar su trabajo como pop, kawaii o destacan la influencia del manga japonés, pero él siempre intenta huir de todo ello. “Yo reivindico el arte mediterráneo, que nace del corazón, más emocional”, apunta el artista, que reconoce que su obra “bebe de todo”. También del cómic, porque sus trazos actuales nacieron de los garabatos que ejecutaba con rapidez mientras estudiaba bachillerato. “Estaba obsesionado con Rompetechos, aprendí a dibujar copiando a Ibáñez”, afirma.

Con apenas tres círculos podía dar vida a un personaje, pero cuando estudió Bellas Artes le inculcaron que había que hacer un trabajo más serio. Entonces quiso ser Tàpies, Rothko, Serra o Motherwell. Sin embargo, poco a poco fue volviendo a su esencia y encontró su camino haciendo dibujos minúsculos, de apenas un centímetro. Daba vida a piedras, cerillas o pelusas de las esquinas de su estudio. “Soy un pintor clásico, retratista”, apunta. Entre esos retratos están los de unas nubes cuyas gotas de lluvia ejercen de ojos: su perfil se fue transformando lentamente hasta convertirse en los brillantes personajes de mejillas sonrosadas que han atrapado al público mundial.

Los brillantes personajes de mejillas sonrosadas que crea Calleja han atrapado al público mundial.
Los brillantes personajes de mejillas sonrosadas que crea Calleja han atrapado al público mundial.CALLEJA STUDIO

Calleja trabaja con delicadeza y trazos firmes. Los colores llamativos son una constante en su obra actual, como también la distorsión de la escala. Apasionado del minimalismo en sus instalaciones, siempre ha jugado a agrandar objetos pequeños y empequeñecer objetos grandes. Una especie de gulliverización de lo que le rodea que le ha permitido crear una sensación de magia, con piezas que abren ventanas a otros mundos. Tradicionalmente ha pintado sobre páginas arrancadas de libros o papeles encontrados, ha utilizado materiales inesperados y ha dado una segunda vida a objetos. Durante años creó obras mínimas por falta de espacio -y para abaratar la producción- pero ahora piensa en grande. A sus láminas y lienzos suma cada vez más esculturas que pueden superar los dos metros de altura, elaboradas entre China y Japón con aluminio fundido.

También realiza formatos medianos e incluso unos más pequeños, conocidos como art toys y con larga tradición en tierra asiática. Todos llevan un proceso que se extiende durante un año desde que el artista traza el boceto hasta que se crean los moldes en la fábrica, incluyendo pasos intermedios, como el modelado en ordenador o impresión 3D a escala para dar los últimos retoques o probar el color. El objetivo, siempre, es que sean dinámicos, que den la sensación de vida.

“Ahora me apetece probar a hacer esculturas aún más grandes”, confiesa el artista mientras enseña un amplio catálogo de ideas con leves diferencias entre tonalidades pasteles y realistas ojos de vidrio o muestra las alternativas a la estructura Heads que llevó a Tokio el verano pasado. Minucioso al extremo, invierte muchísimo tiempo en cada milímetro de su trabajo hasta darlo por bueno. A simple vista, su obra es sencilla. Pero detrás de cada una hay trucos inconfesables que otorgan vitalidad a sus personajes, con sombras, volúmenes y mucho color. Las frases -cortas, directas, con chispa- que completan cada pieza son el remate.

Calleja realiza 'art toys' que se crean en moldes Su objetivo es que sean dinámicos y den la sensación de vida.
Calleja realiza 'art toys' que se crean en moldes Su objetivo es que sean dinámicos y den la sensación de vida.CALLEJA STUDIO

“Siempre tienen un tono irónico o ácido para generar conflicto”. Todas, además, interpelan al espectador con preguntas tan absurdas como profundas. “What to do now?”, pregunta otro de los retratados en acrílico sobre lienzo. La última ocasión que la obra de Javier Calleja se pudo ver en España fue con la exposición Si yo te contara, realizada en la galería Rafael Pérez Hernando, en Madrid, el pasado mes de abril. “Es la primera galería comercial que me dio una oportunidad hace muchos años”, recuerda el malagueño. En mayo su trabajo se vió en Art Basel Hong Kong y en junio en Shanghái, mes en el que lanzó una serie de grabados en colaboración con Avant Arte.

Después del verano tiene exposiciones en Atenas y Tokio, y en 2022 llegará a salas de París, Londres y Nueva York. Entre medias, tiene previstas visitas a sus galeristas y fábricas en Asia para seguir haciendo patria en el continente. Mientras Christie´s realiza ventas periódicamente -de las que él no ve un euro, al ser subastas del mercado secundario-, los trazos de Calleja se han convertido en objetos cotidianos como pequeños maceteros de resina cerámica en colaboración con Case Studyo o forman parte de prendas de la marca global Mira Mikati. El artista malagueño tiene la agenda llena de proyectos “que aún no se pueden desvelar”, según explica mientras cuelga un lienzo en blanco en la pared. Quizá sea su próxima venta millonaria.

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