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“Lo virtual no deja de ser una estampita”: por qué en la pintura la experiencia física es indispensable

Los comisarios Jordi Rigol y Luisa Fraile, junto a los pintores Adrián Navarro y Vicky Uslé, han puesto en marcha ATLAS, un proyecto con el que quieren examinar el panorama pictórico nacional y, de paso, marcar el camino de vuelta a las exposiciones

De izquierda a derecha, Jordi Rigol, Luisa Fraile y el pintor Adrián Navarro, responsables de Atlas, el proyecto con el que quieren examinar la situación de la pintura española, en su local en el centro de Madrid.
De izquierda a derecha, Jordi Rigol, Luisa Fraile y el pintor Adrián Navarro, responsables de Atlas, el proyecto con el que quieren examinar la situación de la pintura española, en su local en el centro de Madrid.Samuel Sánchez

En el mundo del arte, lo de guardar distancias de seguridad no es precisamente nuevo. Jordi Rigol, comisario y gestor cultural con más de quince años de experiencia en algunas de las galerías más conocidas de Madrid, explica que el problema es que la pandemia ha agrandado cientos, miles de kilómetros ese par de pasos que no hay que avanzar frente a un cuadro para no llevarse una reprimenda del vigilante de turno. Internet y las ventas online han mantenido a flote a muchas galerías mientras han estado cerradas, sí, pero no es lo mismo contemplar una obra de arte directamente que en la pantalla de un móvil.

Por eso, Rigol y tres amigos, la también comisaria Luisa Fraile y los pintores Adrián Navarro y Vicky Uslé, han puesto en marcha ATLAS, un proyecto con el que quieren examinar la situación de la pintura española y, de paso, marcar el camino de vuelta a las exposiciones. Fraile insiste en que, en el caso de la pintura, la experiencia física es indispensable. “El proceso creativo de un pintor se completa en el momento en que alguien se enfrenta directamente a su obra. Y eso ninguna web, por alta resolución que tenga, lo puede sustituir”.

“Lo virtual no deja de ser una estampita”, coincide Navarro, para quien una pintura original tiene ese aura imposible de reproducir del que hablaba Walter Benjamin. “Yo creo que la pintura no es ni siquiera una imagen. A diferencia del resto de artes visuales, es un organismo vivo”. La primera edición de ATLAS ha arrancado con Entornos y reflexiones, una exposición de pintura abstracta que podrá verse hasta el 10 de mayo en un local del nº 11 de la calle Cenicero, cerca del Reina Sofía.

La primera edición de ATLAS ha arrancado con 'Entornos y reflexiones', una exposición de pintura abstracta que podrá verse hasta el 10 de mayo en un local del nº 11 de la calle Cenicero.
La primera edición de ATLAS ha arrancado con 'Entornos y reflexiones', una exposición de pintura abstracta que podrá verse hasta el 10 de mayo en un local del nº 11 de la calle Cenicero.Samuel Sánchez

A partir de un cuadro que el veterano Juan Uslé pintó en 2011 se crea una conversación sobre cómo se enfrentan a la pintura abstracta otros artistas españoles más jóvenes como los autores de las obras restantes: Felicidad Moreno, Pepa Prieto, Secundino Hernández, Guillermo Pfaff, Adrián Navarro y Vicky Uslé. La idea es emplear el dinero que se obtenga con su venta para financiar las tres o cuatro exposiciones que ATLAS prevé celebrar al año fuera del circuito de las galerías de arte, así como los catálogos y publicaciones que irán sumándose al proyecto.

El fin último es “cartografiar” el panorama pictórico nacional. O dicho de otra manera, demostrar que en este mundo cada vez más globalizado y cuajado de egos aún existe algo llamado pintura española. “En España estamos más acostumbrados a hablar de las figuras individuales que van sobresaliendo que a hacer lecturas trasversales que conecten a unos pintores con otros. Falta cartografiar un contexto pictórico del que, sin embargo, los artistas españoles sí sienten que forman parte”, apunta Rigol. Y pone el ejemplo del pintor Luis Gordillo, a quien ni sus 86 años ni su prestigio internacional han frenado para seguir muy pendiente de los artistas jóvenes y no perderse ni una de sus exposiciones.

“Nuestra idea es visibilizar esas relaciones que pasan desapercibidas para el público, pero que existen”. Que haya que cartografiar la pintura española lleva a la pregunta de si es que esta ha acabado sumergiéndose en la historia como una especie de Atlantis. Luisa Fraile admite que ha quedado relegada por otras artes. “Al repasar las programaciones de las galerías y centros de arte contemporáneo de los últimos años, se ve enseguida que tienden más hacia la instalación y el arte conceptual”. Es el reflejo del prejuicio con el que hoy muchas instituciones españolas se enfrentan a la expresión artística más vieja de la historia, considerada precisamente eso, demasiado antigua. Lo cierto es que la pintura no ha perdido su vigencia.

Así lo demuestra, explica Adrián Navarro, el hecho de que movimientos sociales como el feminista y comunidades como la afroamericana o la asiática que han estado históricamente marginadas en el mundo del arte contemporáneo estén utilizando precisamente la pintura para expresarse. También en nuestro país está en plena expansión, pero falta contarlo. “En España tenemos que hacer un esfuerzo para hablar de lo que está ocurriendo en pintura. No mirar a los 70 o a los 80, sino investigar lo que están haciendo hoy en día los pintores y darle la importancia que tiene”, asegura Navarro. “Si no hablamos de ello ahora, se perderá. Nadie de fuera va a venir a contarlo si no somos capaces de hacerlo nosotros”.

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