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Cómo “una auténtica ruina hundida en la vegetación” en León acabó finalista del premio europeo de intervención en Patrimonio

Andrés Rodríguez y Susana Valbuena han rehabilitado la estructura del monacato de San Pedro de Eslonza con el objetivo de defender el legado histórico respetando el entorno e integrando el patrimonio sobre el que trabajan en la naturaleza

El antiguo monasterio de San Pedro de Eslonza que ahora es salvado de la naturaleza por los arquitectos leoneses Andrés Rodríguez y Susana Valbuena.
El antiguo monasterio de San Pedro de Eslonza que ahora es salvado de la naturaleza por los arquitectos leoneses Andrés Rodríguez y Susana Valbuena.Rodríguez Valbuena Arquitectos
Juan Navarro

El monasterio de San Pedro de Eslonza, un espacio religioso que comenzó a edificarse en el siglo X por orden del rey García I y se reconstruyó en el XVI, era hasta hace nada una ruina que recuperar de la naturaleza. A lo largo de los siglos, los hierbajos y las raíces habían conquistado el monumento y sus muros estaban derruidos. Declarado bien de interés cultural, el monasterio se encuentra cerca de Santa Olaja de Eslonza (60 vecinos), una pequeña pedanía de Gradefes (940 habitantes, a 20 kilómetros de León), y estaba irreconocible hasta que los arquitectos leoneses Andrés Rodríguez y Susana Valbuena asumieron el proyecto de rehabilitarlo.

El objetivo de los arquitectos era evidenciar la importancia del edificio rescatando los elementos que aún se mantenían en pie y defender el legado histórico de la provincia de León. Los integrantes del estudio Rodríguez y Valbuena celebran hoy el resultado de una actuación que ha revitalizado el monasterio y les ha dado una sorpresa: quedar finalistas en el premio europeo de intervención en Patrimonio Arquitectónico. Es más, Rodríguez y Valbuena han sido el único equipo español en esta categoría.

Esta pareja se formó en Madrid. Al poco, quisieron regresar a su tierra: “Nos tiró nuestra provincia”, dice ella. Aboga por “levantar el territorio” mediante la recuperación del patrimonio, tantas veces en mal estado, que abunda en León. Él proclama al equipo como “un dúo que trabaja por la provincia” y que ha sobrevivido a la crisis financiera de 2009 y la sanitaria actual gracias a la implicación de los diez empleados que conforman la firma. Rodríguez reivindica que el patrimonio es un “gran olvidado” en esta zona y que incluso con actuaciones “humildes en lo técnico y económico” se puede mejorar y salvar para dar visibilidad a los pueblos en los que se encuentra.

Vista general del monasterio, un espacio religioso que comenzó a edificarse en el siglo X.
Vista general del monasterio, un espacio religioso que comenzó a edificarse en el siglo X.Rodríguez Valbuena Arquitectos
En total se han retirado 3.000 toneladas de tierra y escombros para liberar los muros y consolidar los pasos y los arcos del monumento.
En total se han retirado 3.000 toneladas de tierra y escombros para liberar los muros y consolidar los pasos y los arcos del monumento.Rodríguez Valbuena Arquitectos

Las labores comenzaron en 2016, cuando San Pedro de Eslonza era “una auténtica ruina hundida en la vegetación”. Una de las primeras misiones del equipo fue identificar la traza entre tanta maleza para reconocer así dónde había estado instalado el monasterio y qué lugares ocuparon sus elementos, muchos de los cuales ya estaban destruidos. Los arquitectos recurrieron a supervisión arqueológica para faenar cinco metros por debajo del suelo y extraer un antiguo cenobio y apreciar la cabecera de la iglesia. En total se han retirado 3.000 toneladas de tierra o escombros para liberar los muros y consolidar los pasos, los arcos y los lugares singulares del monumento. De esta forma los visitantes pueden pasear por allí y apreciar cómo sería la antigua construcción. Los apeos de madera de bosques sostenibles han permitido equilibrar las gruesas paredes y han animado a los arquitectos a intentar ubicar un mirador en uno de los bloques, siempre respetuoso con el entorno, para ver la planta completa, de cruz latina, y los restos de los dos claustros del sur.

Según Valbuena, las expropiaciones, la indiferencia y las desamortizaciones hicieron que el monasterio fuese perdiendo sus partes de más valor. El arquitecto también subraya que la portada fue extraída y trasladada a otras iglesias de León, al igual que varios arcos de gran importancia. “Al menos sigue en la sociedad leonesa”, se consuela. Por su parte, Rodríguez cree que la clave ha sido reforzar la seguridad de los muros sin que perdiera “la esencia precaria”. Por eso han mimado cada piedra que han reubicado en los huecos y cuidado hasta la arena que se ha dispuesto en el suelo. “No queremos olvidar el origen sino evidenciar cómo ha decaído”, precisa el leonés.

Uno de sus primeros objetivos de los arquitectos fue identificar la traza entre tanta maleza para reconocer dónde había estado instalado el monasterio y qué lugares ocuparon sus elementos.
Uno de sus primeros objetivos de los arquitectos fue identificar la traza entre tanta maleza para reconocer dónde había estado instalado el monasterio y qué lugares ocuparon sus elementos.Rodríguez Valbuena Arquitectos

La complejidad de las obras se ha visto agravada por las complicaciones administrativas, pues han dependido de subvenciones y han tenido que adaptar sus fases a la disponibilidad de fondos. “El proceso de la contratación administrativa hace difícil mantener a un equipo trabajando sobre el terreno, resulta complejo. Un monumento así requiere una unidad”, expone la pareja. El ministerio de Fomento les otorgó 150.000 euros como parte del plan del 1,5% cultural, unas ayudas para la conservación del patrimonio. Las consejerías de Turismo y Cultura de la Junta de Castilla y León asignaron 47.000 y 23.000 euros, a los que se sumaron otros 170.000 de la diputación de León. Rodríguez y Valbuena aplauden también el respaldo económico, mucho menos cuantioso pero de más volumen en proporción, que les ha brindado el Ayuntamiento de Gradefes.

El estilo arquitectónico que han desempeñado, aseguran, se basa en seguir “un lenguaje contemporáneo” y aplicarlo a lo que dice el corazón. “Usar otros lenguajes es mentir o fingir”, sostienen, y para ello tratan de respetar el entorno e integrar en la naturaleza el patrimonio sobre el que trabajan. Los autores defienden un “proceso paisajístico y dinamización de los elementos” para, volviendo a su implicación territorial, que genere retorno al lugar donde se halla. Las visitas guiadas que se han organizado por parte de Gradefes, afirman orgullosos, están contribuyendo a mostrar estos atractivos históricos que no rompen con las características de su entorno. “Es una intervención sencilla y respetuosa”, zanjan, con un criterio de discreción que han seguido hasta en las placas y señalizaciones que han repartido por estas ruinas recuperadas.

La anécdota del resultado de los premios europeos, comentan, resulta “simpática pero fuera de lugar”, pues ambos están habituados a “la pelea permanente y no a los elogios”. Eso sí, la satisfacción no se la quita nadie tanto por el reconocimiento a sus capacidades laborales como a su implicación con la tierra en la que trabajan: “Es una responsabilidad porque representamos una provincia y una historia”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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