Así fue como la puerta del Museo del Prado amaneció cubierta de 25.000 hortensias
Los estudios Casa Josephine y Cordero Atelier desvelan los detalles y secretos de la espectacular instalación que transformó la Puerta de Goya del gran museo madrileño
Noche tras noche durante toda una semana de mayo, un bosquecillo de rusco y hortensias fue creciendo en la puerta de Goya del Museo del Prado, enroscándose en sus columnas y abultando la pared del fondo del pórtico. Al amanecer del último día el encantamiento se había realizado: la arquitectura neoclásica de Juan de Villanueva en esa parte del edificio presentaba ahora un aspecto voluptuosamente barroco. “Imagina lo contentos que estamos: es la primera vez que el Prado hace algo así y le pide a un estudio de diseño contemporáneo una intervención artística de este tipo”, explica por teléfono Pablo López Navarro, cofundador y director de Casa Josephine, el estudio de diseño que ha creado esta instalación con la ayuda de Sara Uriarte, del estudio de arte floral Cordero Atelier.
“Como las tres exposiciones que hay ahora mismo en el Prado son sobre arte barroco se nos ocurrió transformar la puerta alta de Goya en otra inspirada en las de ese periodo”, continua López. “Es una arquitectura efímera, como los arcos que se construían en las ciudades durante el barroco para celebrar triunfos y acontecimientos históricos”. “Desde el principio me di cuenta de que teníamos dos retos importantes sobre la mesa”, explica Uriarte. “Uno era estructural y otro estético. Ambos son importantes porque la instalación debía permanecer mucho mas tiempo del habitual para una intervención floral, se debía preservar el patrimonio con un sistema totalmente autoportante que no dañe el edificio y además tenía que ser bellísima y muy barroca, pero expresada en un lenguaje contemporáneo”.
Inaugurada el 19 de mayo coincidiendo con el Día Internacional de los Museos, la Puerta Barroca festeja en este caso la amistad entre el Prado y un tipo de creación, la contemporánea, que el museo sí había acogido en sus salas en el pasado (por ejemplo la exposición de Cy Twombly en 2008) pero con la que, según López Navarro, no había colaborado a este nivel hasta ahora. Para construirla han hecho falta 25.000 hortensias y 50.000 tallos de rusco pintados de dorado, montados primero en el estudio de Cordero Atelier. Después, durante seis noches de trabajo, se instaló esta estructura que revela una investigación de los fondos del Prado.
“Del Barroco tomamos las imágenes brillantes, el horror vacui, la acumulación, la sobreexposición y el lenguaje llevado al extremo”, detalla Uriarte. “Buscamos la espectacularidad, el efectismo y la emocionalidad. No nos interesaba el reposo, sino la tensión, el dinamismo y el movimiento”.
López añade que “además de en la arquitectura barroca [los anillos de rusco de las columnas evocan las vueltas de las de estilo salomónico] nos inspiramos en las pinturas de Herrera el Mozo que pueden verse ahora mismo en el museo en una de las exposiciones temporales. La masa de hortensias tiene los colores y la amorfia de esas explosiones de nubes que pueden verse de fondo en sus cuadros”. “Otro aspecto que tuvimos en cuenta para diseñar las protuberancias de la masa vegetal es la incidencia de la luz sobre ella“, remata Uriarte, “cómo se cuela por sus recovecos e ilumina la hornacina o cómo proyecta sombras que aumentan el misterio y el claroscuro y hace que la instalación parezca haber estallado fuera del jarrón. Todo para potenciar en el carácter dramático y teatral de la intervención”. Desaparecerá el mes que viene, pero perdurará en las fotos.
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