Flora 2022: los patios cordobeses se llenan de flores y más flores

En Córdoba, acaba de celebrarse la quinta edición del Festival Internacional de las Flores, FLORA. En esta ocasión, este certamen propuso a sus cinco participantes un tema concreto: la metamorfosis. En estos años de zozobra parece que toca reinventarse en todos los aspectos, especialmente en nuestra relación con la naturaleza, y el festival se ha hecho eco de esta necesidad de transformación y de acercamiento al mundo vegetal.

FLORA es un lugar ideal para encontrar el pulso a la “cultura de la flor”, como los mismos creadores del evento lo definen. Cada año, un puñado de patios de la ciudad andaluza se abren al mundo, textualmente, al reunir a artistas florales de renombre. Aunque también hay un espacio para talentos emergentes, como lo ha demostrado la presente edición al otorgar el primer premio a la zamorana María Eugenia Diego (Kokon). Con su sorprendente instalación, llamada Ovidio, ha conseguido despertar la sorpresa en el espectador. “Cuando venimos a FLORA queremos que todo sea colorido. Yo juego a lo contrario, utilizo la paleta neutra del esparto. Esta planta la tenemos asociada a un material muy rudo y rústico, pero quería convertirla en algo elegante, sutil y orgánico”, explica Diego. El olor fuerte del esparto, en plena fermentación debido al proceso necesario para su manipulación, provocaba la alteración de los sentidos, sin saber si ese aroma provenía de las plantas o de animales. Metamorfosis conseguida, por lo tanto. “El trabajo con elementos vivos, que se estropean, que decaen, que florecen, que mueren, me hablan de evolución, de cambio, de vida”, explica.

En la pacífica refriega también han participado el japonés Yuji Kobayashi, el californiano Maurice Harris, la inglesa Emma Weaver y la madrileña Sara Uriarte. Con su estudio creativo, llamado Cordero Atelier, Uriarte se ha alzado con un segundo premio que es una oda a unos seres no tan florales, aunque sí que lo son por sus formas: líquenes, hongos y musgos. “Todo parte del tema que propone el festival”, comenta Uriarte, “que es la metamorfosis. Así que trajimos setenta alpacas de paja que inoculamos con esporas de seta shiitake. Llegaron al taller vacías, y cada día que llegábamos había una seta más, iban creciendo, hasta el punto final de metamorfosis total que ha sido integrarlas en estas rocas que hemos creado”. En ellas también hay líquenes y musgos varios, y algunas flores. “El micelio de los hongos es una red que conecta a seres vivos”, recuerda Uriarte, en una metáfora muy bella que aplica a su instalación.

¿De dónde proviene todo este material vegetal? Nos lo aclara Indira Anzola, la asistente de la producción artística, que es la encargada de la búsqueda de los proveedores y el mantenimiento de las flores durante el festival: “Intentamos que la flor sea sobre todo nacional, siempre que sea posible. Cuando son flores más específicas hay que recurrir a los proveedores holandeses”. “Este año hemos aprendido mucho con la búsqueda del esparto que necesitaba María Eugenia Diego”, cuenta Anzola entusiasmada, “y dimos con un productor de esparto, una persona del campo. Fue espectacular tratar con él”. Ojalá que eso traiga más visibilidad sobre un oficio artesanal tan antiguo y arraigado en ciertas zonas como el de la industria del esparto.

El tejido de FLORA procura otro motor económico y cultural a Córdoba, como afirma Emilio Ruiz, director artístico del festival: “Ochenta empresas, asociaciones y colaboradores son cordobeses”. “Nosotros hablamos de flores, pero también de naturaleza, con todas las actividades asociadas. Estas son las que permean en la ciudadanía, y, sobre todo, las que hacen que FLORA dure todo el año, no solo los 10 días del festival”, comenta Ruiz.

Los artistas florales también sienten el encanto de la botánica popular cordobesa cuando preparan su instalación, como confirmaba otro de los participantes, Maurice Harris, toda una estrella mediática en su país. Con su sonrisa contagiosa que irradia entusiasmo, Harris aclara el por qué de la utilización de la esparraguera plumosa (Asparagus plumosus) en su instalación: “Veía esta planta por todos los rincones, creciendo entre las grietas, por todos los balcones. Desde ya se ha convertido en una planta favorita para mí”.

Isabel Marías, que trabaja con el pseudónimo de Elisabeth Blumen, es la artista floral que se alzó con el premio del público en la primera edición del festival, en 2017. Marías habla de uno de los patrones predominantes en el arte floral: “Ahora mismo hay una tendencia hacia los arreglos florales más desnaturalizados, en los que se busca conseguir masas de color, formas menos orgánicas, contrastes fuertes de colores… En definitiva, se busca una estética más artificial e impactante visualmente”. Si queremos internarnos en este complejo mundo floral, deja un consejo: “Comprarse flores y practicar en casa, apuntarse a algún curso y, sobre todo, formar el ojo. La editora Diana Vreeland decía que The eye has to travel [el ojo tiene que viajar], y, efectivamente, eso es lo más importante: mirar muchas cosas, cultivarse”. Se puede comenzar observando a estos artistas que pintan los patios con sus pétalos de colores.