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Mapa de los espacios artísticos independientes de Madrid

La exposición ‘Todo lo demás’ pone el foco sobre los centros menos visibles que enriquecen el panorama cultural y social de la ciudad

Una mujer visita la exposición 'Todo lo demás' en el CentroCentro madrileño.
Una mujer visita la exposición 'Todo lo demás' en el CentroCentro madrileño.Lukasz Michalak
Ianko López

En Espacio Afro ocurren muchas cosas. Ubicado en el barrio madrileño de Delicias, su equipo organiza residencias de artistas, pero los vecinos que se acercan cualquier día pueden encontrar clases de baile, conferencias, exposiciones, proyecciones de películas o presentaciones de libros. Es un centro cultural independiente y autogestionado que surgió de la propuesta Conciencia-Afro ESPACIO AFRO creada en 2016 por personas afrodescendientes con la intención de servir de plataforma para la visibilidad de la comunidad negra en nuestro país. No es una institución pública ni un espacio comercial. Entra en la categoría de todo lo demás.

Así, todo lo demás, es como denominó el pedagogo Manuel Bartolomé Cossío, promotor y presidente de las Misiones Pedagógicas de la Segunda República Española, a los saberes y conocimientos que quedaban más allá de lo académico, de las aulas y centros de instrucción oficiales, pero que son fundamentales para el desarrollo personal del ser humano. Del mismo modo, la escena del arte contemporáneo no solo se nutre de museos, centros de arte y galerías comerciales. Ni siquiera en Madrid, que concentra algunos de los museos más importantes del mundo y que cada año ofrece, con ARCO, una de las grandes citas internacionales del mercado del arte. Hay otros elementos que obtienen menos visibilidad, pero que además de contribuir a la supervivencia del tejido artístico están fuertemente arraigados en su entorno geográfico más inmediato, por lo que cumplen una función que nadie más realizaría en su lugar.

La exposición Todo lo demás (en el madrileño CentroCentro hasta el 28 de mayo) pone el foco en esos espacios artísticos independientes que enriquecen el panorama cultural y social de la ciudad, al reunir una veintena de los cerca de 40 actualmente en activo de la asociación Plataforma de espacios autoorganizados de artes visuales y creación contemporánea de Madrid. La selección la han realizado Amelie Aranguren, Andrea Pacheco González, Flavia Introzzi y Ramón Mateos, a su vez gestores de sendos espacios incluidos en la muestra.

La exposición de arte es una de las tareas que con más recurrencia asumen esos lugares, pero no la única. Por eso, el equipo curatorial ha ideado un sistema de colores que identifica sus actividades: tono arena para la exhibición; oliva para el aprendizaje y la pedagogía; rosa para la edición y publicación; verde para la producción de arte; rojo para los cuidados, los afectos y la hospitalidad; y azul para la conexión con el contexto geográfico. Esto permite entender desde el primer vistazo a qué se dedica cada cual, aunque la realidad resulte siempre más compleja. “Por eso no son colores planos, sino híbridos, texturizados”, definen los comisarios. “Estas son prácticas que se repiten, pero nunca se hacen de la misma manera en cada sitio”.

La falta de homogeneidad no solo caracteriza a estas organizaciones, sino que acaba convirtiéndose en uno de sus principales activos. Autonomía y diversidad son, de hecho,

los dos principales valores que los comisarios de la exposición les atribuyen en el texto del folleto editado por CentroCentro. De ambos rasgos se beneficia la comunidad artística, pero también, en ocasiones, el vecindario en el que se asientan, al generarse unas relaciones que resultan más o menos fructíferas según cada caso. “Algunas prácticas son especialmente demandadas”, explican los comisarios. “Esto ocurre con la editorial marcablanca, que tiene una biblioteca comunitaria abierta al público en la zona de Embajadores, junto a un colegio, y que ha desarrollado una relación estrechísima con su comunidad, en la que está perfectamente integrada. Los chicos del barrio conocen a la chica que lo lleva, saben que se llama Blanca. Porque, aunque Madrid no está infradotada culturalmente, sí está infrautilizada. Así que, en cualquier sitio donde se abre un espacio, la gente de alrededor enseguida se convierte en los primeros usuarios”.

El mapa de la Plataforma de espacios autoorganizados permite comprobar cómo sus miembros se extienden por los distintos barrios del centro y la periferia de Madrid. En el primer caso, destaca la concentración del área extensa de Atocha-Lavapiés-Embajadores-Puerta de Toledo, con representantes como el Museo La Neomudéjar, FelipaManuela, CCEDA La Parcería, Nadie Nunca Nada No o La Juan Gallery, que contribuyen de manera conjunta a enriquecer este ecosistema más allá del museo Reina Sofía, el centro de arte La Casa Encendida o las galerías de la calle Doctor Fourquet y alrededores.

En Carabanchel, donde muchos artistas han abierto sus estudios en los últimos años, también han proliferado espacios híbridos como #Ey!Studio o Casa Banchel. En Usera se ubica Institute for Postnatural Studies, colectivo y espacio dedicado a explorar el ámbito de las nuevas ecologías que en 2021 ya organizó en CentroCentro la exposición Un largo de jade verde Un lago de jade verde | CentroCentro. Vallecas reúne los centros de producción Espacio de Todo, del colectivo Todo por la Praxis, y Omnívoros. Y en El Carmen se encuentra CAR-Centro de Acercamiento a lo Rural, la sede madrileña –gestionada por Amelie Aranguren- de Campo Adentro Arquitectura sostenible para resucitar el pastoreo en la Casa de Campo de Madrid | ICON Design | EL PAÍS (elpais.com), proyecto creado por el artista Fernando García-Dory para unir territorio, cultura y cambio social. Pese a que muchos de estos barrios son sensibles al efecto de la especulación inmobiliaria, los comisarios de la muestra no consideran que los espacios independientes operen como potenciales agentes gentrificadores: “La gentrificación tiene más que ver con las dinámicas neoliberales. Son procesos más planificados de lo que nos hacen creer, y exceden a nuestras voluntades y capacidades”.

Cada uno de estos espacios se representa de forma distinta al someterse al formato de exposición en el complicado espacio de CentroCentro: en ocasiones a través de vídeos (la galería independiente especializada en performance La Juan Gallery, por ejemplo, proyecta un minidocumental con testimonios de personas vinculadas a su historia) y más frecuentemente desplegando elementos característicos de la arquitectura o

actividad originales (destaca la reproducción estilizada del escaparate del espacio expositivo Aparador Monteleón en el estudio del artista mexicano Aldo Chaparro al norte de Malasaña) aunque, de forma más arriesgada, la editorial marcablanca comparece prácticamente con una sucursal, que incluye parte de su biblioteca y un responsable trabajando in situ.

Esta museografía responde al diálogo activo que se estableció de forma previa entre participantes y comisarios. “Es verdad que era un reto encontrar un mecanismo que representara las prácticas de cada cual fuera de su espacio de forma que los visitantes de la exposición pudieran entenderlas”, indica el comisario Ramón Mateos, artífice también del espacio Nadie Nunca Nada No. “Así que emprendimos un trabajo muy dialogado en el que los seleccionados nos decían cómo se veían a sí mismos, y nosotros dimos forma al conjunto. Por eso no hay uniformidad, pero sí un hilo conductor que permite entender las distintas prácticas”.

Aunque este tipo de propuestas empezaron a surgir en Madrid ya en los años setenta, y su proliferación se aceleró durante la década siguiente, hay rasgos propios del momento actual que los distinguen de sus predecesores. Por un lado, el equipo curatorial de la muestra destaca la incorporación de agentes de origen racial diverso, de lo que Espacio Afro sería un ejemplo característico. Y, por otro, se hace hincapié en la diversificación profesional de los promotores: “Los espacios de los ochenta estaban dirigidos sobre todo por artistas, pero ahora muchos los han puesto en marcha comisarios y mediadores, así que es el tejido entero el que está tirando de ellos”.

Esto sucede bajo unas maneras de hacer que no son las mismas de instituciones o espacios comerciales. “Cubrimos un hueco, un nicho en el que las cosas suceden de un modo diferente, incluidas las formas de comunicarnos”, resumen los comisarios. “Porque nuestras relaciones no son regladas ni mercantiles, sino de experimentación”.

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Sobre la firma

Ianko López
Es gestor, redactor y crítico especializado en cultura y artes visuales, y también ha trabajado en el ámbito de la consultoría. Colabora habitualmente en diversos medios de comunicación escribiendo sobre arte, diseño, arquitectura y cultura.
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