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¿Cuánto pagaría usted por una silla en la que no se va a poder sentar? Así es la decoración en el metaverso

Los muebles pierden su función en el mundo digital, se vuelven intangibles y permiten cualquier fantasía. Esto supone una creatividad inédita pero también una burbuja de especulación

'Summer 89' de Ana de Santos Díaz.
'Summer 89' de Ana de Santos Díaz.
Victoria Zárate

En marzo de 2021, la artista canadiense Krista Kim vendió el primer NFT (una obra digital y única; non-fungible token, en inglés). Consistía en una casa en el metaverso. Mars House, de apariencia futurista y anclado en la luz para recrear una atmósfera cálida, era el resultado de una intensa investigación durante los meses de confinamiento. Mereció la pena: alguien pagó 416.000 euros (288 Ether, una criptomoneda similar al bitcoin) en el mercado digital SuperRare por este archivo que certificaba su diseño tridimensional, único y coleccionable. Casi medio millón de euros por una propiedad en la que nunca nadie podrá darse una ducha o despertarse con el olor del café recién hecho. ¿Otra extravagancia para ricos o un nuevo mundo?

Al contrario de lo que muchos piensan, el metaverso no busca ser un universo de fantasía, sino una realidad alternativa a la convencional donde podamos hacer las mismas cosas pero sin salir de la habitación. Esto incluye comprar y vender propiedades, edificar casas y, por tanto, decorarlas. Y, a diferencia del mundo tangible, no existe uno solo sino varios metaversos, plataformas de realidad virtual a las que se puede acceder de forma descentralizada. En 2021 se vendieron 268.645 terrenos potenciales entre todos ellos, la mayoría en los metaversos más populares, Sandbox y Decentraland: este año se espera duplicar como mínimo la cifra y alcanzar los 900 millones de euros en transacciones de este tipo. Decentraland fue el primer mundo virtual en código abierto creado a partir de blockchain (la tecnología tras el bitcoin que permite eliminar intermediarios y almacenar transacciones de manera segura) de Ethereum. En él, sus usuarios pueden vender e intercambiar parcelas en las que construir residencias y, en el futuro, transformarlas a su gusto, un espacio en el que las inmobiliarias y marcas de diseño han visto un filón.

Lámpara de suspensión 'Nipper's Last Grasp' de Misha Kahn.
Lámpara de suspensión 'Nipper's Last Grasp' de Misha Kahn.

Andrés Reisinger es el número uno del sector. Shipping, su colección de debut en el universo NFT integrada por 10 muebles virtuales, se subastó por un total de 450.000 dólares (428.000 euros al cambio actual) en apenas 10 minutos. “Me esperaba un buen resultado, pero nunca imaginé que podría generar un impacto tan poderoso sobre mi carrera artística y, en general, mi vida”, explica. Afincado en Barcelona, abandera una aplicación experimental de estos activos digitales en el diseño de muebles e interiorismo; en breve lanzará un proyecto con un estudio de arquitectura en el metaverso. Su silla Hortensia, el diseño digital más aplaudido de 2018 que materializó junto a la diseñadora textil Júlia Esqué, ahora se produce en masa de la mano de Moooi. Sin embargo, para Reisinger el modelo virtual de este asiento sigue valiendo más que el físico: “Hay un elemento de escasez y rareza que, si bien está ampliamente difundido, en el mundo físico, sigue siendo una novedad en el ámbito digital, lo que aumenta el valor de la pieza”.

La tendencia es convertir el metaverso en un lugar que transmita paz y desconexión
Ana de Santos Díaz, interiorista

El color rosa y las formas onduladas que dominan su obra son también una tendencia al alza en la arquitectura digital. Con 237.000 seguidores en Instagram, el artista autodidacta Alexis Christodoulouautor de la portada del número 5 de ICON Design—ha creado un mundo onírico a caballo entre Rivendel (la tierra élfica de El señor de los anillos) y una isla paradisíaca, poblada por mansiones sin paredes donde vivir en un estado permanente de vacaciones. En sus mundos digitales, el sudafricano encaja un sofá en un prado atestado de violetas o entre rocas volcánicas. Las ventas demuestran que su fórmula gusta: su serie de renders animados Homesick fue una de las subastas NFT más sonadas del pasado año. Alcanzaron los 340.000 dólares a través de Nifty Gateway. Esa misma plataforma de subastas de arte criptográfico encumbró a Andrés Reisinger y popularizó los jardines japoneses de Six N. Five, un estudio afincado en Barcelona. “Está claro que la tendencia es convertir el metaverso en un lugar que transmita paz y desconexión. Un refugio de colores suaves con vistas a paisajes agradables para cuando necesitemos desconectar”, reflexiona Ana de Santos Díaz. Esta joven interiorista empezó a diseñar renders en 2015. Tres de sus obras ya están subidas como NFT y planea expandir el negocio. “El diseño digital reduce tiempo y costes, ya que permite hacer cambios al segundo”, apunta.

'Summer 89' de Ana de Santos Díaz.
'Summer 89' de Ana de Santos Díaz.

Los muebles y lámparas del brasileño Romulo Temigue, colaborador recurrente de Kartell y Vitra, son un cruce entre el

posmodernismo italiano, Miami y los primeros catálogos de Ikea. El NFT de su sillón Storm, a la venta en la aplicación Foundation, clava la textura de la piedra y el metal cromado en colores propios de un unicornio. “Los NFT son tan buenos porque permiten materializar ideas coloridas con cualquier material, sin pensar en el proceso de fabricación”, reveló Temigue a la revista Design Wanted. “Si eso no es libertad creativa completa para un diseñador, no sé qué es entonces”. La obra del escultor Misha Kahn, esculpida con técnicas róboticas, es otro ejemplo. El pasado verano su colección de lámparas, muebles y espejos biomórficos Furniture Unhinged marcó el debut de Christie’s en los activos digitales.

Foundation es también la plataforma donde publica sus diseños como NFT Adriana Mora, a su vez fundadora de ByElectra, un proyecto que define como “todo lo contrario al tradicional concepto de estudio creativo”. Para esta artista mexicana, su uso en el metaverso aún resulta incierto. “Al igual que la Web 3.0, se encuentra en una etapa de gestación bastante temprana”, asegura, pero tiene claro que el NFT abre la oportunidad a los artistas. “Los NFT buscan erradicar esa idea perpetua de que el arte solo puede vivir en los museos siendo visto por unos pocos y producido por todavía menos”, explica.

Butaca 'Hortensia' de Andrés Reisinger.
Butaca 'Hortensia' de Andrés Reisinger.

En este punto, surgen dos dudas. La primera se refiere a las sensaciones físicas que producen los muebles tangibles. “Recrear propiedades materiales en lo digital es posible, se trata simplemente de registrar sentimientos que están ligados a un recuerdo y retratarlos visualmente”, promete Reisinger. Las posibilidades creativas están claras, pero ¿qué hacer con una silla que no sirve para sentarse? Al adquirir uno de estos muebles NTF se recibe un archivo digital con el que decorar no solo un salón en Decentraland o en cualquier otra plataforma virtual. También se puede incluir en un render o un juego, imprimirlo en 3D, explorarlo mediante dispositivos de realidad aumentada o exponerlo en una de las galerías de arte que ofrece el metaverso. Sin obviar su lado lucrativo: al igual que las sneakers o los vinilos, los muebles NFT se pueden coleccionar y revender. Incluso pueden ser más sostenibles: “Nos permite aprender a diseñar digitalmente el objeto perfecto y, solo entonces, decidirnos a producirlo. Imagina el desperdicio de tiempo, materiales, energía y trabajo que nos ahorraríamos”, concluye Reisinger.

'Mars house' de Krista Kim.
'Mars house' de Krista Kim.

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Sobre la firma

Victoria Zárate
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 2016. Coordinó la web de Tentaciones y su sección de moda y estilo de vida hasta su cierre en 2018. Ahora colabora en Icon, Icon Design, S Moda y El Viajero. Trabajó en Glamour, Forbes y Tendencias y ha escrito en CN Traveler, AD, Harper's Bazaar, V Magazine (USA) o The New York Times T Magazine Spain.

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