Un recorrido de 100 años por los retratos de la monarquía británica: de Cecil Beaton a Antony Armstrong-Jones o Andy Warhol
La nueva exposición de la King’s Gallery del Palacio de Buckingham recorre la evolución de los posados de la familia real desde 1920 hasta la actualidad, con algunas obras originales nunca vistas hasta ahora
Durante siglos, el retrato ha desempeñado un papel vital en la formación de la percepción pública de la realeza. Este mismo martes 14 de mayo, el rey Carlos III de Inglaterra destapaba su primer retrato oficial desde su coronación, una obra del retratista Jonathan Yeo. Pero en los últimos 100 años, ningún medio artístico ha tenido un mayor impacto en la imagen real que la fotografía. Ese es el mensaje que quiere transmitir la exposición Royal Portraits: A Century of Photography, que trazará la evolución de la fotografía de retratos reales en la monarquía británica desde la década de 1920 hasta la actualidad, reuniendo más de 150 impresiones fotográficas, pruebas y documentos de la Colección Real y los Archivos Reales. Las fotografías presentadas en la exposición son impresiones antiguas, es decir, las obras originales producidas por el fotógrafo, la mayoría de las cuales nunca han estado expuestas al público hasta ahora.
Unas fotos que demuestran cómo la familia real ha aprovechado el poder de la fotografía para proyectar tanto la grandeza como la tradición de la monarquía y, a veces, una sensación de intimidad y cercanía sin precedentes. La exposición, que puede verse desde este viernes 17 de mayo hasta el próximo 6 de octubre en la King’s Gallery del Palacio de Buckingham, en Londres, examina el estado cambiante de la fotografía como forma de arte y repasa los cambios culturales, artísticos y tecnológicos que influyeron en el trabajo de los fotógrafos reales más célebres, desde Cecil Beaton y Dorothy Wilding hasta Rankin y Annie Leibovitz ―que este año ha inmortalizado también a los reyes Felipe y Letizia en unos retratos que todavía no han visto la luz―.
Los documentos de archivo y las pruebas inéditas arrojan luz sobre el proceso entre bastidores de encargar, seleccionar y retocar dichos retratos. Este incluye desde las anotaciones manuscritas de los fotógrafos hasta la correspondencia nunca antes vista entre los miembros de la familia real británica y su personal, con materiales que revelan las historias detrás de algunas de las imágenes más icónicas tomadas a miembros de los Windsor.
La exposición se inaugura con las décadas de 1920 y 1930, durante el reinado de Jorge VI, padre de la difunta Isabel II y abuelo del actual monarca. Fue la época dorada del fotógrafo de sociedad. La prosperidad de la posguerra y los avances tecnológicos condujeron a un auge de los estudios fotográficos, y los miembros de las familias reales europeas se encontraban entre los “jóvenes brillantes” ansiosos por ser capturados por la cámara. Cabe destacar, además, que muchos de los nuevos estudios fueron operados por mujeres. Fotógrafas como Dorothy Wilding y Madame Yevonde, por ejemplo, se encontraban entre las que experimentaron con una estética más audaz y moderna.
A mediados del siglo XX, en cambio, con Isabel II ya coronada, ningún fotógrafo tuvo un mayor impacto en la configuración de la imagen pública de la monarquía que Cecil Beaton. La exposición presenta algunas de sus fotografías más memorables, tomadas a lo largo de seis décadas. Entre ellas se encuentra la famosa sesión fotográfica de 1939 de la reina Isabel, más conocida como la reina madre, en los jardines del Palacio de Buckingham, vestida con su “armario blanco” de Norman Hartnell. También se muestran los retratos originales de Beaton de la coronación de Isabel II, posiblemente el encargo más prestigioso del siglo XX.
La estrecha relación entre los modelos reales y los fotógrafos se desarrolla a lo largo de toda la exposición, pero donde más claramente se ve es a través de la lente de Lord Snowdon (antes conocido como Antony Armstrong-Jones). Era uno de los fotógrafos más solicitados de los años cincuenta del pasado siglo por emplear un estilo sin pretensiones que pronto atrajo la atención de la familia real, sobre todo de un miembro en concreto: la princesa Margarita. Él mismo terminaría siendo un miembro más de la realeza cuando se casó con ella el 6 de mayo de 1960. Sus retratos notablemente íntimos de la princesa, tomados tanto antes como durante su matrimonio, insinúan la profundidad de la confianza y la colaboración entre ellos ―aunque terminaron divorciándose en 1978―.
La última sala de la exposición explora las innovaciones en fotografía digital y en color que revolucionaron el medio entre la década de 1980 y la de 2020, con Isabel II todavía al frente de la monarquía británica. Durante este período, la fotografía llegó a ser reconocida como una forma de arte por derecho propio, y la percepción del papel del fotógrafo cambió de artesano creador de imágenes a artista célebre. Desde la serigrafía de Andy Warhol de Isabel II salpicada de polvo de diamante hasta las famosas fotografías de Rankin, David Bailey, Nick Knight, Hugo Burnand o Annie Leibovitz, entre otros, las obras audaces y coloridas de esta sala demuestran la extraordinaria variedad, el poder y, a veces, la alegría de la fotografía de los retratos reales de las últimas cuatro décadas.
“Esta es la primera exposición de la Royal Collection dedicada íntegramente a la fotografía de retratos modernos, un medio artístico que ha ayudado a dar forma a la manera en que el mundo ve a la monarquía británica”, considera Alessandro Nasini, comisario de la exposición. “Estamos emocionados de que los visitantes descubran la belleza y la materialidad de estos grabados originales, muchos de los cuales se exhiben por primera vez, y esperamos que también disfruten de un vistazo detrás de escena del proceso creativo detrás de algunas de estas icónicas imágenes reales”, confía.
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