Olivia Von Halle, la marca de pijamas “para fumar y beber gin-tonics” que compran los ricos
La diseñadora británica vende lo que podría definirse como los Rolls Royce de andar por casa: Jennifer Lopez, Rihanna y Angelina Jolie son algunas de sus clientas y, cada Navidad, David Beckham le regala una de sus piezas a su esposa, Victoria
¿Curiosidad por saber qué llevan los millonarios para estar por casa? Basta con echar un vistazo en la tienda de Olivia Von Halle, que es como mirar por una de esas carísimas cerraduras. Esta diseñadora británica vende lo que podría definirse como los Rolls Royce de los pijamas: opulentas prendas de casa en seda, que pueden llegar a costar más de mil euros. Jennifer Lopez, Rihanna y Angelina Jolie son algunas de sus clientas y, cada Navidad, David Beckham le regala uno de estos pijamas a su esposa, Victoria.
Todo empezó a finales de la década de los 2000, cuando Von Halle vivía en Shanghái. “En aquella época estaba de moda la ropa muy corta y entallada. Después de salir seguíamos la fiesta en casa. En esos momentos quería quitarme esos vestidos ajustados para fumar y beber gin-tonics. Entonces me di cuenta de que quería vestir de otra manera, sexi de una forma moderna y envuelta en seda,” cuenta desde Londres a EL PAÍS. Como no encontraba nada que se ajustase a lo que buscaba, se le ocurrió encargarle unos pijamas a un sastre local. Pronto empezó a llevarlos fuera de casa, para su fiesta de 25º cumpleaños e incluso para sacar al perro. Los demás empezaron a fijarse en las piezas y a mandarle sus medidas para que encargase copias. El modisto no podía asumir la enorme lista de pedidos y recomendó a Von Halle buscar una fábrica. “Él me dio la idea, la verdad”, admite la diseñadora. Sin embargo, fue su experiencia como analista de tendencias de moda la que le hizo identificar un buen nicho de mercado. “Me fijé en que para cada categoría de ropa hay una marca líder. Burberry lo es para las gabardinas, por ejemplo, pero no había ninguna para pijamas”, explica.
La firma se fundó en 2011, y fue creciendo de una manera lenta y tradicional. En una época en la que apenas había redes sociales y el marketing digital estaba poco desarrollado, atrajo a un público fiel gracias al sistema de boca-oreja. “Solemos mandar regalos a personajes conocidos, pero nunca hemos pagado a alguien por llevar la marca. Generalmente, son los propios famosos quienes compran directamente en la web. Es cierto que el gran empujón para nosotros vino cuando esos perfiles públicos empezaron a compartir en redes sociales cómo se preparaban para grandes eventos como los Oscar o la gala del Met, y empezaron a enseñar nuestros pijamas. Antes no se sabía qué llevaban los famosos de puertas adentro. De ahí que mucha gente también empezase a compartir en redes cómo se preparan para su boda o fechas señaladas”, elabora.
En los últimos tiempos, a medida que el coste de la vida aumentaba, la marca ha ido perdiendo clientes de ingresos medios, que ahorraban para comprar pijamas de Von Halle o los recibían en ocasiones especiales como regalo de su grupo de amistades. En cambio, ha ido ganando seguidores con alto poder adquisitivo. “Se trata de personas que pertenecen a ese 1% de la población, o yo diría que incluso al 0,1% que usan nuestros pijamas a diario y los reparten por sus diferentes casas”, revela Von Halle.
Con sus diseños, que incluyen zapatillas, albornoces y chándales elegantes, no hay duda de que Von Halle ha redefinido la manera en la que las mujeres más adineradas se ponen cómodas. “Nos gusta la idea de diseñar con la idea de recibir en casa. Cuando haces de anfitriona, te sientes un poco ridícula arreglándote mucho, pero estos pijamas son confortables, combinan bien con accesorios y joyería, y te permiten moverte para ultimar preparativos. Además, se pueden lavar. Yo los meto en la lavadora y en mi equipo se echan las manos a la cabeza. El tema es que hay que utilizar un jabón especial”.
Olivia Von Halle ahora cuenta con una tienda en Sloane Square, la milla de oro de Londres, ciudad donde vive con su marido, Hugo, director de finanzas y operaciones de la marca, y sus tres hijos. Para su fundadora, la clave de la marca es el cuidado al detalle. Todas las etiquetas están fabricadas en seda y ha eliminado el plástico tanto en productos como en envoltorios para que el resultado sea lo más natural posible. “Desde mi punto de vista, el lujo significa generosidad. No quiero comprometer la calidad para sacar mayor beneficio. Para la línea PureCash [un juego de palabras entre cash, dinero en inglés, y la cachemira, ya que los precios rozan los 3.000 euros], usamos la mejor cachemira del mercado. Si añadiese un 30% de lana, podríamos seguir vendiendo por esa cantidad, y ganaríamos más beneficios, pero preferimos no ceder. Siempre me sorprende que otras marcas bajen la calidad, pero vendan a precios igual de altos”.
Von Halle habla con EL PAÍS después de dar cuenta de un contundente desayuno británico, ya que la noche anterior estuvo de celebración. “En mi grupo de amigas decidimos que estas fiestas debíamos reservar tiempo para nosotras, así que quedamos para comer y determinamos que quien se marchase antes pagaría la cuenta. Al final, estuvimos todas hasta la una de la madrugada.” Le hace especial ilusión hablar con un medio español, ya que desde la década de los sesenta su familia tiene una casa en un pueblo del Pirineo aragonés. “Es un lugar muy especial para mí. Durante varios veranos trabajé en el supermercado del pueblo, en el mostrador de charcutería, corté muchas longanizas. También eché una mano en la cafetería, desde por la mañana temprano servíamos café con licor”, recuerda entre risas.
En el ambiente del lujo, en el que todo se suele tomar muy en serio, ella, sin embargo, lidera la marca con espíritu ligero y divertido. “En Londres hemos enviado regalos a domicilio acompañados de un pianista y unos camareros maravillosos que sirven champán.” Para los que le preguntan cuál es el futuro de la marca, Von Halle lo tiene claro: “Queremos mantenernos centrados, que es lo verdaderamente difícil. Sin inversores externos, contamos con suficiente libertad para no crecer sin motivos”, comenta. “Decidimos que nuestros pijamas serían los mejores del mundo: queremos hacer solo una cosa, pero hacerla bien.”
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