Aileen y Sabine Getty, dos herederas del petróleo enfrentadas por el ataque a ‘Los girasoles’ de Van Gogh
Una financia a Just Stop Oil, la organización ecologista que vandalizó el famoso cuadro. La otra es patrona de la National Gallery, el museo londinense donde cuelga la obra del artista postimpresionista. Las dos tienen algo en común: una fortuna familiar de valor incalculable
Los Getty, una de las dinastías más ricas del mundo, están desperdigados por cuatro continentes: de Estados Unidos a Sudamérica, pasando por Europa, Asia y África. Sin embargo, los descendientes del magnate petrolero John Paul Getty —unos cuarenta bisnietos y quince tataranietos— forman un clan sorprendentemente unido. Tienen motivos para estarlo: un fideicomiso estimado en 3.000 millones de euros y un patrimonio neto combinado que podría ascender a 20.000 millones. Los Getty suelen celebrar una reunión anual en verano, generalmente en Italia, y vuelven a coincidir en diciembre en la tradicional gala que Gordon Getty, cuarto hijo del fundador de la saga y el único que sigue vivo, da en San Francisco con motivo de su cumpleaños (pronto cumplirá 89 años). La familia ya tiene un tema de conversación para su próximo encuentro: el reciente ataque a Los girasoles, de Vincent van Gogh, en la National Gallery de Londres.
El atentado contra la obra del artista postimpresionista fue perpetrado por Just Stop Oil, un grupo de activistas que intenta presionar al Gobierno británico para frenar nuevos proyectos petrolíferos y gasíferos. La organización ecologista irrumpió en escena en el mes abril con un audaz plan para bloquear la distribución de combustibles fósiles en el sur de Inglaterra. Desde el principio, ha disfrutado de unas holgadas cuentas, grandes sumas de dinero que le han permitido construir una sofisticada operación de protesta. El Fondo de Emergencia Climática, una entidad filantrópica estadounidense, les ha donado “cientos de miles de dólares”, según confirmaron los propios activistas al diario The Guardian. Aileen Getty, sobrina de Gordon Getty y nieta del petrolero John Paul Getty, es una de las fundadoras de ese Fondo de Emergencia Climática. Solo en el último año, la heredera, de 65 años, y otras millonarias como Abigail Disney o el director de cine Adam McKay han inyectado unos cuatro millones de euros a 40 ONG que luchan contra el cambio climático, incluida Just Stop Oil.
A mediados de la década de 1980, John Paul Getty Jr., padre de Aileen, donó más de 50 millones de libras a la National Gallery británica. Durante uno de sus ingresos hospitalarios por depresión, Getty recibió la visita de la mismísima Margaret Thatcher, entonces primera ministra, que acudió a la clínica para agradecerle en persona el generoso regalo. Casi 40 años después, su hija es señalada como responsable indirecta del atentado contra Los girasoles de Van Gogh, una de las joyas del museo londinense. Aileen siempre ha ejercido de oveja negra de la familia. Atormentada por la crueldad de su abuelo, la adicción a la heroína y la depresión de su padre y el traumático secuestro de su hermano, John Paul Getty III, la heredera tuvo una juventud turbulenta. En 1981 se casó en secreto con Christopher Wilding, hijo de Elizabeth Taylor, y durante años ha tenido que luchar contra sus propios fantasmas: las drogas y el VIH. Hace unas décadas, logró superar sus adicciones y empezó a dedicarse al activismo y la filantropía. En 2019 puso en marcha el Fondo para la Emergencia Climática junto a otras personalidades adineradas con conciencia ambiental.
La implicación de un Getty en el tomatazo contra el van gogh ha puesto en una posición difícil a otro miembro de la famosa familia de petroleros. Sabine Getty, mujer de Joseph Getty, bisnieto del fundador de la dinastía y sobrino de Aileen, es la flamante copresidenta del programa de jóvenes patronos de la National Gallery. La heredera, de origen suizo-libanés, tiene 38 años, es diseñadora de joyas y está muy implicada en la escena cultural londinense. Con su nombramiento continúa con el legado de su suegro, Mark Getty, fundador de la agencia de fotografía Getty, que es uno de los grandes patronos de la pinacoteca. Es la primera vez en la historia del museo que se crea un programa formal para involucrar a las nuevas generaciones de donantes y filántropos con la colección. Desde su creación, la Galería Nacional siempre ha tenido contacto con artistas vivos a través de sus residencias y exposiciones: Van Gogh la visitó en 1884 y quedó tan impactado por La Avenida de Middelharnis, de Meindert Hobbema, que se convirtió en una gran influencia en su obra.
Tras su nombramiento como patrona, en 2021, Sabine Getty habló de Los girasoles de Van Gogh, a la que calificó como una de sus obras favoritas del museo. “Este cuadro es tan especial porque fue una las primeras pinturas en las que Van Gogh realmente demuestra el estilo de pintura expresivo por el que sería más celebrado en los años posteriores a su muerte”, explicó en una entrevista con una revista. “En Los girasoles existe una dicotomía entre belleza y tragedia, entre vitalidad y decadencia”.
Belleza, tragedia, vitalidad y decadencia también definen muy bien a los Getty. John Paul Getty, apodado el hombre más rico de América por la revista Fortune en 1957, amasó su fortuna con el petróleo, pero la mantuvo y acrecentó gracias a su frugalidad. Su tacañería era legendaria y por momentos rayaba el humor: en Sutton Place, su mansión a las afueras de Londres, llegó a instalar un teléfono público para no tener que pagar las llamadas que hacían sus invitados. Con el tiempo, esa avaricia se transformó en mezquindad. Pocas semanas después de la muerte por sobredosis de su primogénito, George, en 1973, su nieto mayor, John Paul Getty III, fue secuestrado por la mafia calabresa. Al principio, el petrolero se negó a pagar el rescate, lo que le costó una oreja a su heredero. Finalmente, acordó pagar no más de 2,2 millones de dólares (equivalente a unos 12,7 millones actuales)— la cantidad máxima que era deducible de impuestos—. Prestó el resto del dinero a su hijo, pero con un interés del 4%.
Ese episodio marcó a John Paul Getty III y a su hermana, Aileen, quienes durante años tuvieron que batallar contra sus adicciones a las drogas, los fármacos y la depresión. Paul III nunca superó el secuestro. En 1981, sufrió un accidente cerebrovascular que lo dejó parapléjico hasta su muerte, en 2011. El fallecimiento de John Paul Getty, el patriarca, en 1976, no trajo paz a la familia, pero sí más dinero. Sus descendientes vendieron Getty Oil a Texaco por 10.000 millones de dólares a comienzos de los años 80. Se la considera la mayor adquisición corporativa en la historia. Tras pagar los impuestos, las arcas del fideicomiso familiar se llenaron con unos 3.000 millones de euros. Forbes estima el patrimonio neto del clan en 5.400 millones. El periodista estadounidense James Reginato, autor del reciente libro Growing up Getty, calcula que es mucho mayor: 20.000 millones. Según John Pearson, el famoso novelista y biógrafo inglés, el fideicomiso de la saga es “la fortuna más destructiva de nuestro tiempo”. En su libro Todo el dinero del mundo, publicado en 1995, Pearson retrata la riqueza de los Getty como un Saturno: “Una fuerza que ha devorado a muchos de sus hijos”.
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