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John Paul Getty, dinero, drogas y un secuestro

La historia del nieto del rey del petróleo revive 35 años después gracias a la película de Ridley Scott

A la izquierda, secuencia de 'Todo el dinero del mundo'; a la derecha, John Paul Getty III en Londres en 2003.
A la izquierda, secuencia de 'Todo el dinero del mundo'; a la derecha, John Paul Getty III en Londres en 2003.
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El secuestro en Roma, en 1973, de John Paul Getty, nieto del magnate del petróleo John Paul Getty, tenía todos los elementos para convertirse en una historia de película: un adolescente descarriado y sin blanca que llevaba el apellido del hombre más rico del mundo; la negativa pública del singular y avaro abuelo a pagar un solo céntimo por la liberación de su descendiente; la implicación de la mafia; una oreja mutilada que los secuestradores envían a la prensa; y un escenario tan bello como oscuro: la Roma de los años 70. Sobre el suceso han corrido ríos de tinta, se han publicado varios libros y finalmente Ridley Scott lo ha llevado a la gran pantalla con la cinta Todo el dinero del mundo, que se ha estrenado en España el viernes 23 de febrero.

En 1973, el joven Getty no parecía un rico heredero. Tenía 16 años, el pelo largo y una vida bohemia. Deambulaba por las calles de la Ciudad Eterna, después de haber sido expulsado de ocho escuelas privadas; vendía quincalla y algún cuadro pintando por él para sacarse un dinero en la céntrica Plaza Navona; flirteaba con la cocaína; de vez en cuando frecuentaba manifestaciones de la izquierda italiana y rodaba alguna escena como extra en los estudios de Cinecittà. Llevaba “una vida de hippie”, escribían los periódicos de la época. Vivía con su madre, la exactriz Gail Harris, y con sus tres hermanos en un apartamento en el acomodado barrio de Parioli, al borde del desahucio por impago del alquiler. Su padre, John Paul II, después de dirigir durante años la filial italiana del imperio familiar, lo había dejado todo para recorrer Europa con su nueva mujer, la actriz holandesa Talitha Pol. Les enviaba una escueta pensión, nada boyante, no manejaba mucho dinero. Al viejo y excéntrico Getty su padre lo desheredó a los 24 años porque decía que los hijos de los ricos no deberían recibir dinero si tienen edad para valerse por sí mismos, y él decidió aplicar la misma fórmula con sus vástagos.

La noche del 10 de julio Paul III no volvió casa. Tres días después su madre recibió una llamada en la que una voz masculina con acento del sur le decía: “Tu hijo está con nosotros. Prepara 17 millones de dólares si quieres recuperarlo”. La mujer solo alcanzó a decir que ella no tenía esa ingente cantidad. Entonces la voz le sugirió que la buscara en la fortuna familiar. “Los secuestradores sabían dónde encontrar el dinero mejor que la Agencia Tributaria”, dijeron las crónicas entonces.

John Paul Getty III.
John Paul Getty III.getty images

Gail llamó a su exsuegro pidiéndole ayuda, pero este se la negó en rotundo, haciendo gala de su tacañería. “No pagaré un solo centavo. Tengo otros 13 nietos; si pago, tarde o temprano secuestrarán a todos”, sentenció. Como él mismo reconoció, se movía con una máxima: “No aceptes consejos de nadie; solo dinero. Da consejos a cualquiera, pero nunca dinero”.

Al principio se pensó que todo era un truco del adolescente para sacar dinero a su abuelo. Su amigo, el pintor Marcello Crisi contó al Corriere della Sera que las semanas anteriores a su desaparición, el joven hablaba recurrentemente de un secuestro. “Más que una broma, empezaba a parecer una propuesta”, dijo.

Esa teoría se desvaneció cuando llegó un paquete a la redacción del periódico romano Il Messaggero con una oreja amputada del secuestrado y un mensaje de los secuestradores. Los investigadores concluyeron que la mutilación había sido obra de profesionales –el propio Paul después declaró que siempre recordaría el sonido del corte “como una hoja de papel al romperse”– y el abuelo se ablandó. Por otra parte, el envío al rotativo romano había llegado con un mes de retraso, porque la compañía postal estaba en huelga y el rescate había bajado a tres millones de dólares. Decidió pagar, pero con una condición: entregaría solo 2,2 millones, el máximo deducible de impuestos según sus abogados, y el resto se lo prestaría a su hijo al módico interés del 4%.

John Paul Getty III escoltado por la policía en 1973.
John Paul Getty III escoltado por la policía en 1973.getty images

Paul fue liberado el 15 de diciembre. Lo encontraron vagando en una carretera del sur. Su madre le pidió que llamara a su abuelo para agradecerle el pago del rescate, pero el viejo gruñón Getty rechazó hablar con su nieto. La policía detuvo a nueve personas, entre ellas varios jefes de la mafia calabresa.

Paul se trasladó a Nueva York después del trauma, donde recayó en las drogas. En 1981 una sobredosis de valium y metadona lo dejó paralizado. Murió en 2011 en Inglaterra.

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