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Cosas que pasan

Enfrentarte a una foto de tu marido paseando por una playa francesa con otra que no eres tú te deja como el pinchazo de Moderna el día después. Pero, pasada esa reacción inicial, los anticuerpos se multiplican y empiezas a construir tu normalidad

Iñaki Urdangarin
Iñaki Urdangarin, en un partido de balonmano Francia-España durante los Juegos Olímpicos de Sídney, Australia, el 20 de septiembre de 2000.Pool JO SYDNEY 2000 (Gamma-Rapho via Getty Images)
Boris Izaguirre

Todavía convalecientes del anuncio de Interpol de busca y captura de un amigo del rey emérito en Abu Dabi, paf, llega la romántica noticia de Iñaki Urdangarin, todavía cuñado real por estar casado con la infanta Cristina, procesado y condenado por varios delitos, paseando cariñoso con una mujer por una desértica playa francesa el 11 de enero, coincidiendo con el cumpleaños de Eduardo Mendoza.

Llaman la atención otras cosas de esta noticia. Una, el que la infanta Cristina, históricamente reconocida como la “reina del ‘no lo sé”, tras declarar 60 veces esa frase cuando se sentó en el banquillo por el caso Nóos, nos demuestra que algo ha aprendido en estos años que su marido estuvo en prisión. Ahora sí parece saber, porque según la tormenta desatada tras la publicación de las fotos en Lecturas, Cristina sí pudiera estar al tanto de la íntima amistad del padre de sus hijos con esta rubia alavesa, tan dispuesta a pasear con Iñaki Urdangarin por una playa vacía.

Y aquí viene Ainhoa Armendia, compañera de trabajo, con una indudable afición por la aventura y la naturaleza. Todo muy bien, pero, Ainhoa, ¿está vacunada? Porque esto es lo que de verdad importa hoy día, que tenga la pauta de vacunación completa. Y esté curada de espantos.

Ya lo dijo Isabel Díaz Ayuso, cada vez más pitonisa, respondiendo que había que respetar tanto la norma como la normalidad, ante las incómodas preguntas sobre qué pasara con Djokovic y si nos visitará en abril. Falta mucho, el clima está muy loco y por eso, sea cual sea tu condición personal —infiel, corrupto, ex algo o pro aquello—, lo verdaderamente importante es que estés vacunado.

Comprendemos que el momento, enfrentarte a una foto de tu marido paseando por una playa francesa con otra que no eres tú, te deja como el pinchazo de Moderna el día después. Pero, pasada esa reacción inicial, los anticuerpos se multiplican y empiezas a construir tu normalidad. Emprender una nueva etapa. Es mejor verlo de esta manera. Si hasta su hijo, Pablo, respondió a la prensa, “son cosas que pasan”, con esos exquisitos modales de los privilegiados para transmitir la mínima información con la máxima cortesía, dejando claro que su madre, Cristina, reiniciará su vida. ¡Que lo haga! Y que con quien viva ese reinicio también esté vacunado de todo.

Algunos intentan establecer paralelismos entre este nuevo affaire de Urdangarin con el apasionante nuevo culebrón de Telecinco formado por la amiga de Rocío Flores, Marta Riesco, también compañera de trabajo al ser periodista, que es ahora la novia de su papá, Antonio David, y con quien le fue infiel a su madrastra, Olga Moreno. Puede haber alguna similitud. Por ejemplo, mi insistencia, ¡que por el amor de Dios, estén todos vacunados! Aunque este triángulo, lo percibo más de clase media mediática. Es decir, no lo ven como cosas que pasan, sino como un tsunami que bien administrado puede dejar a todos con un buen dividendo. Pero al ser todos asalariados y contribuyentes, tienen que desgañitarse y llorar en público. Trabajar dentro y fuera de los platós. Mientras, la infanta Cristina, según la prensa, hace algo maravilloso: llama a su padre, que como todos sabemos, entiende de infidelidades, triángulos y negocios del corazón como nadie.

A mí me enternece e inquieta, a partes iguales, esa reacción de Cristina. Me recuerda un poco el papel de Anjelica Houston en la película El honor de los Prizzi, que cuando su novio la engaña, llama a su padre para que “resuelva”. Evidentemente, son familias diferentes. Pero, mira por dónde, si Cristina rehace su vida, podría recuperar su trono en la familia.

Aprovecho estas líneas para invitar a la periodista enamorada, Marta Riesco, a que revise la serie documental Rocío Carrasco, contar la verdad para seguir viva, a modo de pauta completa. No me cansaré de repetirlo: lo importante es estar vacunada.

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