Guerra en Buckingham por el nombre de Lilibet: ¿lo consultó Enrique de Inglaterra con Isabel II?
Personal de la soberana afirma que los duques de Sussex no pidieron permiso a la reina para ponerle a la niña ese apelativo, pero ellos afirman que nunca lo habrían hecho sin su autorización
Un bebé ha agudizado las diferencias entre la institución de la familia real británica y la considerada por ellos como pareja díscola del momento. El pasado domingo los duques de Sussex anunciaban el nacimiento de su segunda hija, a la que han llamado con dos nombres muy familiares: Lilibet Diana. El segundo era un homenaje obvio a la fallecida princesa de Gales y madre de Enrique, mientras que el primero lo era a su abuela paterna: la reina Isabel II. Lilibet es como la llamaban sus padres y su hermana en la infancia, y como se refieren a ella sus más íntimos y, sobre todo, su difunto esposo, Felipe de Edimburgo. Sin embargo, desde el principio ha surgido cierta controversia con ese nombre, al estar tan íntimamente ligado a la soberana. Una polémica que ha ido creciendo los últimos días y que ha llevado a un enfrentamiento directo entre las dos partes, la familia real y los duques de Sussex, y nada menos que en la BBC.
La disputa está servida porque, a lo largo de estos días, muchos habían puesto en duda si la reina había sido consultada previamente por su nieto —que ahora vive en California y con quien la relación es relativamente fría— para ponerle ese apelativo, tan personal, a su hija. Ahora, una fuente directa de palacio ha decidido hablar con la cadena británica para afirmar que no, que los duques nunca consultaron con la reina el hecho de ponerle ese nombre, como estaban comentando muchos tabloides de ambos lados del Atlántico, que afirmaban que sí había habido un contacto previo con la soberana por parte de Enrique y Markle. De hecho, algunos llegaron a afirmar que el príncipe había comentado con su abuela hacía años que su deseo era, si algún día tuviera una hija, ponerle ese apelativo. Pero palacio ahora niega la mayor.
Sin embargo, un portavoz directo de los duques de Sussex ahora ha refutado esa versión. No es una fuente cercana sin identificar, sino alguien vinculado con ellos. Ese portavoz afirma que la pareja habló con la reina antes de que la pequeña naciera para consultarle el nombre, y sobre todo insiste en que, si Isabel II no les hubiera dado su apoyo, los duques nunca habrían llegado a usar ese nombre.
El portavoz quiere dejar muy clara la importancia de la soberana para Enrique de Inglaterra y su familia. “El duque habló con su familia antes del anuncio; de hecho, su abuela fue la primera persona a la que llamó [cuando nació su hija]”, afirma ese portavoz a la BBC. “Durante la conversación, él compartió su deseo de llamar a su hija Lilibet en su honor. Si ella no se hubiera mostrado alentadora al respecto, ellos nunca hubieran usado ese nombre”.
La BBC no identifica a ese portavoz pero otros medios, como el Daily Mail, sí. Según asegura ese periódico, es uno de los amigos más íntimos de los Sussex, Omid Scobie. La noticia de la negación a la BBC disgustó tanto a los duques que apenas una hora después el portavoz se puso en contacto con el medio británico para dar su versión. Sin embargo, tras esa aparición, desde palacio no guardaron silencio, sino que se reafirmaron en mantener su propia versión: no había habido consultas.
A lo largo de estos días —la pequeña nació el viernes, pero los duques lo anunciaron el domingo— tanto los medios británicos como los estadounidenses, ahora en el radio de acción de los duques, han publicado distintas noticias sobre la autorización del nombre, si la reina había dado su bendición, si le habían pedido una respuesta formal, si la conversación había sido más ligera... Sin embargo, ahora entran en juego portavoces tanto de palacio como de los duques, por lo que el juego de dimes y diretes sube de nivel.
Los medios, sobre todo estadounidenses, han publicado noticias edulcoradas sobre el nacimiento de la pequeña, de fuentes siempre cercanas a los duques. De hecho, muchos tienen declaraciones propias de personas próximas a ellos, tanto en la cuestión del nombre de la bebé como en otros aspectos. Revistas como People van más allá asegurando que Enrique y Meghan le han presentado a la pequeña a la soberana británica a través de una videollamada poco después de llegar a su casa de Montecito, California, tras su estancia en el hospital de Santa Barbara. “Estaban muy emocionados y no querían dejar de compartir su llegada”, aseguran esas fuentes, que también han filtrado detalles como la reacción del pequeño Archie, hermano mayor de la niña o que la reina ha invitado a Enrique a un almuerzo a palacio cuando vaya a Londres en julio para conmemorar el que habría sido el 60º nacimiento de su madre, la princesa Diana.
Lo único que está claro es que la relación entre los Sussex y la familia real es complicada y nada clara. La insólita salida de los duques de la familia real, hace algo más de un año, se ha visto aún más enfangada los últimos meses con varias declaraciones públicas por su parte, desde la polémica entrevista con Oprah Winfrey donde hablaban de que se marcharon “en gran parte por el racismo” hasta sus declaraciones en la serie de Apple TV+ donde habló de sus adicciones, las dificultades acerca de su salud mental y de cómo su familia miró hacia otro lado cuando él expresó sus problemas.
La comunicación entre ambas partes tampoco es fluida. De hecho, los duques anunciaron el nacimiento de la pequeña el domingo a las seis de la tarde (hora peninsular española) y hasta las nueve de la noche los perfiles sociales tanto de la reina como del príncipe Carlos y de los duques de Cambridge, Guillermo y Kate, no reaccionaron. Tuvieron que pasar tres horas. Igual que han tenido que pasar dos días para que un miembro de la familia real se manifieste al respecto públicamente. “Son noticias muy felices”, ha dicho Carlos de Inglaterra al hilo de un discurso en una visita oficial a una fábrica. Los demás, por ahora, guardan silencio.
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