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George Clooney: “Los 60 asustan, pero no están tan mal, ¿no?”

El eterno galán de Hollywood celebra su cumpleaños pensando en pasar a un segundo plano en el cine, dedicado a su familia y a la fundación que tiene con su esposa

George Clooney.

George Clooney llega a los 60 a su estilo: con humor. “Es mejor que estar muerto”, contestó en una entrevista mientras que a otro reportero le dijo eso de “los 60 asustan pero no están tan mal ¿no?”. Todo esto acompañado de su sonrisa habitual, la que le colocó en dos ocasiones en la portada de la revista People como el hombre más atractivo del año. “Digamos que no quería seguir dando la cara a los 60. Bueno, eso decía antes pero ahora diré a los 65”, añade con humor a este diario. Es un discurso parecido al que proclamó este galán, actor, director, productor, guionista, empresario, activista y filántropo cuando cumplió los 50. Entonces parecía tenerlo todo, el físico, la carrera, la fama, el dinero. Incluso un cerdo, Max, esa mascota que tras 18 años juntos describió como la relación más larga de su vida.

Sin embargo, solo en esta última década, Clooney se ha sentido completo. “Ahora tengo gemelos. Castigo de Dios por lo mucho que bromeé con la idea de tener hijos”, cuenta a la vez que se le cae la baba hablando por teleconferencia de su familia, sus hijos Ella y Alexander, que este año cumplen cuatro años, y su esposa Amal Alamuddin, con quien contrajo matrimonio en 2014. Fue ella quien transformó al mejor ejemplo de la soltería en Hollywood. Como suele resumir, es un hombre “feliz y bendecido” por estos siete años de matrimonio en los que nunca han pasado más de tres o cuatro días separados pese a las complicadas agendas de trabajo de ambos. “No me quiero ni imaginar a mi hija admirando a su madre, comparándose con esta mujer increíblemente brillante como ejemplo”, se regodea Clooney mientras añade que Alex se parece mucho más a él. “Tiene la ventaja de que como soy mucho mayor, para cuando le quieran comparar conmigo yo estaré en los 70 y no habrá peleas”.

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Tras meses recluido con su familia en su casa de Los Ángeles, donde montó su último largometraje, Cielo de medianoche, a la vez que cambiaba pañales, cortaba el pelo o cocinaba para los gemelos, Clooney está listo para celebrar este jueves su cumpleaños con amigos, pero también con prudencia. Su hijo es asmático y sus padres, que viven en Kentucky, son mayores e incluso con vacuna quiere extremar las precauciones. Además, el dos veces ganador del Oscar, como actor y como productor, es el pupas. Se ha convertido en habitual hablar con él de colesterol (alto), artritis (primeros achaques), accidentes de moto (ya no conduce) y otras operaciones. “¿Acaso no es maravilloso hacerse mayor?”, remata con candor. También hay dolor, bastante, desde que un accidente durante el rodaje de Syriana (2005) le causara una lesión en la espina dorsal que le hizo considerar el suicidio por breves instantes. Se habría perdido todo lo que vino detrás. “Eso sí que es acabar con la conversación. Por eso no tengo más interés en hablar de ello y prefiero seguir disfrutando de la vida y disfrutar de los buenos momentos”.

Entre ellos están su primer trabajo en E/R, no confundir con la serie Emergency Room (Urgencias, en España) que también recuerda agradecido como su momento de fama. Out of Sight (Un romance muy peligroso), Tres Reyes y O Brother!, además de Buenas noches y buena, suerte están entre sus mejores momentos cinematográficos. Incluso a Batman y Robin, su película más criticada, la recuerda con cariño: “Me enseñó lo importante que es un buen guion”.

Pero alcanzados los 60 años, no tiene mucha intención de seguir dando la cara. No quiere ser el tercer abuelo empezando por la izquierda. “Mi tía era una cantante muy famosa, Rosemary Clooney. Con el tiempo no dejó de ser una gran cantante. Cambiaron los gustos”. No quiere que le pase lo mismo. Ahora hay otras cosas que le sacan de la cama a las siete de la mañana como sus hijos o su fundación, la que creó en 2016 junto a su esposa y a la que dedica el 30% de su tiempo. Es consciente de que a los 65 son muchos los que están pensando en la jubilación, pero no será él. “Me siento una persona muy afortunada. Pero la suerte es algo interesante que se puede compartir y te hace una persona mejor”, resume. Lo va a celebrar probablemente con esos amigos que le ayudaron a ser quién es y a los que hace ocho años regaló un millón de dólares a cada uno. Difícil superar algo así este cumpleaños.

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