George Clooney, demasiado rico y viejo para actuar tanto
"Ya no soy el galán que se lleva a la chica", dice el actor de 56 años que acaba de vender su marca de tequila por muchos millones lo que le permite seleccionar sus proyectos
A muchos les gustaría llegar a tener la carrera de George Clooney. Sin embargo, el envidiado intérprete de 56 años ha dejado claro su deseo de alejarse de las cámaras, al menos como actor. “La interpretación me pagaba el alquiler pero ahora he vendido mi compañía de tequila por 1.000 millones de dólares. ¡Te imaginas! No necesito el dinero”, ha dicho sin tapujos el ganador de dos Oscar, como productor por Argo (2013) y como actor de reparto por Syriana (2006). En una entrevista en The Sunday Times, deja claro que no ha perdido el interés por su trabajo, tan solo ha cambiado el orden de sus prioridades. “Llevo actuando mucho tiempo”, asegura quien tiene tres décadas de carrera a sus espaldas. Pero además del crecimiento de su fortuna, hay otro aspecto que le ha apartado un poco más de la interpretación. "Ya no soy el galán que se lleva a la chica", dice con cierto pesar en la entrevista al periódico británico. “Tampoco debo serlo”, aclara hablando de calidad y no de protagonismo. “Si alguien me ofrece un papel como el de Paul Newman en El veredicto, yo me apunto. Pero no hay tantos”.
Las declaraciones de Clooney llegan en plena promoción de su nuevo estreno, Suburbicon, filme que ha producido, escrito y dirigido por poco más de 43.000 euros. Un proyecto lleno de pasión que le ha costado dos años llevar a la pantalla. No le importa porque, como dice, tiene dinero. El pasado junio vendió la compañía de tequila Casamigos, fundada junto con su amigo Rande Gerber, por 864 millones de euros. “Ya haré dinero de otra forma si lo necesito. Solía hacer anuncios de café”, bromea quien se dio a conocer en la serie Urgencias y que ha vendido desde Nespresso hasta relojes Omega. Clooney asegura que el dinero le permite pelear por las películas que quiere hacer, filmes como Buenas noches, y buena suerte (2005), Michael Clayton (2007) o Amor sin escalas (2009) que nunca habrían llegado a la pantalla de otra forma. “[Brad] Pitt también lo hace y es un buen uso de la fama o como quiera que se llame”, remata.
Fue también en junio cuando cambiaron sus prioridades por otras razones llamadas Ella y Alexander, los mellizos que tuvo junto a su esposa la abogada Amal Alamuddin, ahora Clooney. Con ella también ha creado una fundación para luchar contra los crímenes de guerra en África, asociación a la que ha dotado de un millón de dólares de su bolsillo. Así que el pésimo resultado en la taquilla de Suburbicon, una sátira contra el racismo y la hipocresía de la sociedad, no le quite el sueño.
Más que el estado de su cuenta corriente le preocupa la situación de la política actual en Estados Unidos. “La gente no votó a [Donald] Trump por sus logros. Le votaron porque le conocían”, analiza en el diario británico el actor. Él no está interesado en aspirar a la presidencia estadounidense, aunque se haya llegado a publicar lo contrario. Conoce bien el mundo de la política porque su padre, el periodista Nick Clooney, fue candidato al Congreso por el Estado de Kentucky (EE UU). Las conexiones con Hollywood del mayor de los Clooney, también hermano de la cantante Rosemary Clooney además de padre del actor, se volvieron contra él y le hicieron perder las elecciones. Aun así y en los tiempos que corren, George Clooney cree que los demócratas necesitan algo más que un buen programa para luchar contra Trump. “Necesitas a alguien que ilumine la habitación. Necesitas lo que tenía Barack Obama”, resume este demócrata aliado y amigo del anterior presidente estadounidense. Y él no quiere ser esa persona.
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