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Felipe de Edimburgo y Diana de Gales, una relación afectuosa y epistolar

La figura del marido de Isabel II estuvo en entredicho tras la muerte de la princesa en 1997 pero entre ellos siempre primó la complicidad y el apoyo

La reina Isabel II, el duque de Edimburgo, la princesa Diana y el príncipe Carlos observan un desfile el 12 de junio de 1982 desde el palacio de Buckingham, en Londres.
La reina Isabel II, el duque de Edimburgo, la princesa Diana y el príncipe Carlos observan un desfile el 12 de junio de 1982 desde el palacio de Buckingham, en Londres.Anwar Hussein (Getty)
María Porcel

El pasado viernes 9 de abril fallecía a los 99 años Felipe de Edimburgo, marido y consorte de Isabel de Inglaterra durante casi ocho décadas. Las muestras de condolencia han sido desde entonces generalizas y su familia se ha volcado para dar a conocer su imagen como pieza fundamental de la corona, pero también el papel que jugó en el Ejército o en la protección del medio ambiente. Todos los miembros de la familia real han destacado también su función a lo largo de estos años como padre, abuelo y bisabuelo a través de textos y fotografías. Pero quien no está aquí y ya no puede expresar su opinión sobre él es la princesa Diana.

Quien un día fuera nuera de Felipe de Edimburgo mantuvo con él una relación especial, aunque no siempre ha sido reflejada de tal modo. De hecho, cuando Diana murió, en septiembre de 1997, algunos dedos acusadores apuntaron a una posible conspiración de Felipe de Edimburgo para borrar del mapa a una mujer que había dado muchos quebraderos de cabeza a la familia real británica. La princesa murió cuando viajaba con su novio, Dodi Al-Fayed. Entonces el padre de este, Mohamed, que fue dueño de los almacenes Harrods, no dudó en incriminar al duque de Edimburgo. “Diana me dijo que sabía que el príncipe Felipe y el príncipe Carlos querían deshacerse de ella”, dijo Al-Fayed en febrero de 2008 ante la prensa, en su comparecencia durante la investigación judicial por el accidente. “Es un nazi y un racista”, dijo de él.

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Sin embargo, la relación entre Felipe y Diana fue muy distinta. Desde que se conocieron, el marido de la reina trató de integrar a la joven en la institución. Como contaba el actor Tobias Menzies, que interpretó al duque en las temporadas tercera y cuarta de la serie The Crown, “tenían ciertas semejanzas”. “Ambos venían de fuera del sistema. Seguramente él tenía cierta consideración por los retos que ella atravesaba”, explicaba el pasado octubre a People. “Y creo, a un nivel muy básico, que él pensaba que ella era un buen fichaje. De un modo anticuado, creo que le gustaba su belleza, su feminidad. Estaba, digamos, seducido por ella”.

Diana saluda al duque de Edimburgo en un evento en Londres en marzo de 1986.
Diana saluda al duque de Edimburgo en un evento en Londres en marzo de 1986.Anwar Hussein (GETTY)

Una de las cuestiones que más unió a los consortes de Isabel II y del príncipe Carlos fue precisamente su papel de secundarios en las actividades oficiales. De hecho, en cenas y eventos solían estar sentados juntos. La escritora Ingrid Seward, que escribió un libro titulado Prince Philip Revealed (Revelaciones del príncipe Felipe) narró que esos momentos les unieron mucho. “Diana encontró una tensión enorme y una atmósfera sofocante en las cenas de Balmoral”, relató en su biografía. “Cuando el gaitero tocaba alrededor de la mesa después de la cena, con su falda escocesa y sus pipas, ella no veía el momento de salir de esa habitación”.

Por eso, afirma Ingrid Seward, “cuando Diana encontró dificultades en las restricciones de la vida entre la realeza, Felipe la ayudó”. Fue él quien la guió para navegar entre el protocolo y quien también le echó una mano cuando la presencia de Camilla Parker-Bowles empezó a resquebrajar su ya de por sí maltrecho matrimonio. Por eso también la apoyó cuando en diciembre de 1992 anunció su separación.

Todo empezó unos seis meses antes. Tras la publicación de la biografía de Andrew Morton Diana: su verdadera historia, Felipe de Edimburgo conoció las penalidades que sufría Diana y su forma de verla cambió. Tras un primer encuentro de las dos parejas reales, Isabel y Felipe dijeron a los príncipes de Gales que tenían que “pensar en sus hijos, la monarquía y el país antes que en sus problemas”, recoge Seward. Eso en público. Después en privado el duque de Edimburgo decidió llevar a un aparte a su nuera para demostrarle su apoyo. Ese fue el arranque de su nutrida correspondencia.

Con un “Dearest Pa” (“mi muy querido papá”) arrancaba Diana de Gales su correspondencia a quien era su suegro. Se comunicaban por carta al considerarlo el método más efectivo, probablemente también contra posibles filtraciones y oídos curiosos. Algunas de esas misivas salieron a la luz en 2008 en la investigación judicial por su muerte. En un principio, una íntima amiga de Diana contó que las notas eran duras y serias, “extremadamente despectivas”, llegó a decir. Pero un programa de televisión francés desveló en febrero de 2020 que esas cartas que se enviaron hasta aproximadamente 1995 estaban cargadas de consejos y cariño.

Escritas a mano, el espacio Secrets d’Histoire revelaba una serie de misivas, datadas entre junio y septiembre de 1992, donde la princesa le agradecía a su suegro sus consejos. “Me ha emocionado especialmente su última carta”, se lee en una de ellas. “Me gustaría que supiera cuánto lo admiro”, dice otra. El esposo de Isabel II parece inclinarse más por Diana que por quien es hoy su nuera. “Es estúpido que un hombre con el estatus de Carlos arriesgue todo por Camilla”, se lamentaba en las mismas. “Nunca imaginamos que podría dejarte por ella. Tal probabilidad nunca se nos pasó por la cabeza. No me puedo imaginar que una persona sensata pueda dejarte por Camilla”. Según un historiador, las cartas eran también una especie de perdón, porque “se sentía un poco culpable. La reina y él habían presionado mucho a este matrimonio”.

Sin embargo, esa situación también se torció. A Felipe no le gustó que su nuera mantuviera relaciones extramatrimoniales y se lo dijo: era un error y malo para la institución. “Y a Diana empezó a no gustarle su actitud, veía imposible lidiar con él”, afirma la autora Ingrid Seward en su libro. Empezaron a distanciarse: “Como acompañante en una cena podía ser entretenido, pero como suegro era demasiado crítico”.

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Sobre la firma

María Porcel
Es corresponsal en Los Ángeles (California), donde vive en y escribe sobre Hollywood y sus rutilantes estrellas. En Madrid ha coordinado la sección de Gente y Estilo de Vida. Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, lleva más de una década vinculada a Prisa, pasando por Cadena Ser, SModa y ElHuffPost.

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